La estadidad es la solución al problema. No, la autonomía fiscal del ELA y el regreso de las 936. No, que la independencia de Estados Unidos e insertarnos en el mundo como iguales. No que es mejorar la educación. Convertirnos en una economía del conocimiento es la solución. Hacer que la UPR sea el centro de desarrollo económico es la solución. Enfocarnos en STEM es lo que nos va a sacar del boquete. La triste, asquerosa y criminal colonia es lo que nos tiene quebrados. 

Todos los días en los medios se escucha decir que esas son las soluciones a los problemas del país. Si el analista es popular dice que mayores poderes al ELA, si el comentarista es PNP dice que la estadidad lo resuelve y lo mismo si es independentista. Mientras, todos se hacen los locos y no tocan el tema que es el elefante en el cuarto que hiere la retina de lo obvio, pero que nadie quiere tocar ni con una vara larga. 

Nuestro problema de fondo es la dependencia. Y no de ahora, esto fue advertido desde los años 60 por grupos independentistas y hasta por José Trías Monge junto a otros autores del ELA. Con la anuencia y el apoyo de Estados Unidos creamos un país extremadamente dependiente y con ello servimos de conejillos de indias para luego quedar en la irrelevancia. 

Mientras a Estados Unidos le convino nos dio beneficios por montones porque así mantuvo contenta a la gente de aquí y a la vez le decía al mundo que el comunismo no servía. Solo vaya a Google y escriba “Puerto Rico Vitrina del Caribe”. Con ello, Estados Unidos justificaba ante las Naciones Unidas que su colonia era una colonia distinta y que teníamos hasta gobierno propio y la mayoría de la población estaba contenta con la protección norteamericana. Las transferencias federales entonces llegaron a ser hasta tres veces más que el presupuesto del gobierno local y Luis Muñoz Marín era el gran benefactor que le dio zapatos a todo el mundo con dinero federal. 

No fue casualidad que la PRERA y la PRRA llegaran cuando los independentistas tenían arraigo en Puerto Rico. Entonces, la Isla era necesaria para los intereses militares y comerciales de Estados Unidos con el Canal de Panamá y otras cosas. Igual luego cuando llegó el gobierno propio y el incremento en fondos federales para mantenernos contentos y como “Vitrina al mundo” de las bondades de estar bajo los “americanos”. 

Incluso, se ubicaron bases navales y aéreas durante los cuarenta para los intereses militares y económicos de Estados Unidos y estas bases subsidiarían gran parte de la infraestructura y el empleo civil además de militar. Dichas bases, se convirtieron en el motor económico de ciertos sectores creando una dependencia importante en zonas claves de la Isla. 

Después de la Segunda Guerra Mundial las empresas de Estados Unidos vieron en Puerto Rico un buen lugar para poner su dinero. Había un tribunal federal que los protegería si algo pasaba con su inversión y aquí le pagaban bien poco a los trabajadores. También le dieron a las empresas beneficios contributivos que no tenían en ningún otro lugar del mundo donde las empresas norteamericanas no tenían que pagar impuestos aquí y tampoco tenían que pagar impuestos en Estados Unidos por lo que se ganara, aunque era por un término de 10 años. 

Puerto Rico se hizo súper rentable para las empresas. Pero una vez dejó de serlo y llegó el comunismo con Fidel Castro, se nos dieron incentivos adicionales para seguir mostrando las bondades del capitalismo (capitalismo subsidiado por el Estado, pero esos son otros 20). Llegaron los cupones de alimentos y las 936 donde se haría permanente un subsidio total a industrias de Estados Unidos y la banca y el Banco Gubernamental de Fomento tendrían dinero como loco para poder prestar a intereses sumamente bajos. 

Desde antes, se había creado una infraestructura financiera a base de bonos del mercado municipal a los cuales se les dio total exención contributiva. Es decir, no pagaban impuestos ni federales, ni estatales ni municipales. Por esto la gente de aquí que tenía dinero lo invertía mejor en algo seguro como en los bonos del gobierno en vez de meterlos en la economía para crear un empresarismo local que pudiera sustituir al capital extranjero. 

Todo esto creó un modelo sumamente dependiente y mantenido con fundamentos fatulos y llenos de huecos que con el tiempo harían más atractivo no trabajar que vivir del sudor de la frente.

Un ejemplo de esto fue darle a Puerto Rico los cupones con consideraciones similares a las de los estados. Por ejemplo, una persona en Puerto Rico que trabaja con un salario promedio gana menos que lo que genera y evita gastar si se queda recibiendo todas las “ayudas”. En los estados no tiene el mismo impacto porque una persona podía lograr ganarse sobre 15 dólares la hora con educación mínima por lo que el incentivo a trabajar seguía vigente. (Muchos de esos empleos han desaparecido y por eso usted ve los bloques de pobreza en zonas de los estados como West Virginia y Pennsylvania, pero el derecho de herencia y las economías adyacentes permiten relativa calidad de vida). Además, como la tasa de desempleo es menor de 10% las personas no pueden seguir toda la vida cogiendo cupones de alimento salvo consideraciones de salud. 

Ese es un mero ejemplo de cómo las políticas de Estados Unidos aplicadas a Puerto Rico no funcionan y lo que han creado es un modelo de total dependencia. Lo mismo pasó en casi todos los niveles y no solo en las personas que cogen cupones de alimentos. 

El empresario local vio que era mejor poner el dinero en bonos que montar su propio negocio. Tanto la banca como el pequeño empresario local fomentaron montar estructuras dependientes de las 936 y se inculcó evitar arriesgar dinero en desarrollo económico. 

El gobierno local utilizó estas cosas para conseguir dinero fácil y barato creando una dependencia absurda. Y si algo le gusta a un político es que la gente los vea como su salvador cuando en realidad la salvación estriba en un pueblo organizado y apoderado de su futuro. Fue así cómo un pueblo trabajador como el narrado en La Llamarada, que estaba dispuesto a morir con tal de conseguir un trabajo como en Bagazo, y que trabajaba de 6AM a 6PM por una peseta el día se volvió un país de cultura dependiente.  

En fin, tanto Estados Unidos como nuestro gobierno fomentaron un modelo dependiente en todos los niveles. Desde la Milla de Oro, que se hizo de dinero gracias a las comisiones de movimiento de capital en inversiones y bonos como de traficar dinero de las 936, hasta las parcelas del barrio Jagual de San Lorenzo donde a nuestros padres le regalaron parcelas para que allí hicieran su hogar. 

Esa dependencia y el cuponeo le sirvió tanto a Estados Unidos como a los políticos de aquí por décadas. Pero ya esos tiempos acabaron con la caída del bloque soviético y el fracaso del modelo comunista implementado. Ahora no somos ajenos a sus consecuencias. Con ello se creó una cultura del ganso que antes nos era distante. 

Sin duda no hay inocentes en este tiroteo. Ni Estados Unidos es inocente ni  nosotros tampoco con nuestro voto fanático a mercaderes del cuento. Si ven, ya para fines geopolíticos de Estados Unidos somos irrevelantes y a nosotros nos toca ahora ponernos las pilas. 

Por favor, deje de estar diciendo que la solución al problema es resolver el status porque si fomentamos ser mediocres y dependientes fracasaremos tanto en la estadidad como en la independencia. Claro que hay que resolver el tema del status, pero decir que esa es la solución es tan irreal como cuando decían que quitar las dietas y carros de los legisladores resolvía el problema. 

Obviamente, quitar las dietas y los carros al igual que resolver el status es necesario, pero es como si un gordo rebaja 10 libras cuando necesita bajar 120 libras. Esas 10  libras ayudan, pero son solo el comienzo. 

La generación que echó a Puerto Rico iba descalza a la escuela y caminaba por horas para poder llegar a educarse. Quizás necesitamos regresar a ello para recordar que sin trabajo duro no hay forma de ser la economía vibrante que decimos querer ser.