La autoestima es importante. Pero una cosa es pensar bien de ti y aspirar a estar aún mejor y otra es andar en negación. Los datos son contundentes, pero a la vez al ver esto podemos desarrollar una mentalidad de competitividad y deseo de demostrar que, en efecto, lo hacemos mejor.

Hace un tiempo que no somos “la joya del Caribe”, ni siquiera el mejor lugar en nuestro vecindario, y otras se acercan a paso firme. Algunas islas ya nos han pasado por el lado aunque hace 20 años éramos muy superiores.

Para muestra con un botón. Nuestro ingreso per cápita es de 16,300 dólares. El de Bermudas es $86,000, British Virgin Islands $42,300, Bahamas $31,900, Barbados $25,800, Aruba $25,300, San Martín $19,300, Antigua/Barbuda $18,300, St. Kitts y Nevis $16,500. Obvio que hay indicadores y explicaciones p

ara esto, pero es innegable nuestra lentitud para redirigirnos y hacer ajustes.

El ejemplo más claro de esto es el puerto de Ponce. Mientras Jamaica, Colombia, Venezuela, Bahamas y República Dominicana construyeron nuevos puertos o expandieron los que tenían, en Puerto Rico el de Ponce es un mal chiste. El puerto de Caucedo en Dominicana tardó cuatro años en construirse; el de Ponce lleva en preparativos más tiempo que el Chavo del 8 en la televisión. Todo el mundo sabe que ese puerto debió hacerse en Ceiba como un megapuerto de transbordo que incluye espacio suficiente para varios barcos Post-Panamax a la vez, y que ya en la zona de la antigua Base Roosevelt Roads tenemos todo lo necesario para convertirnos en el centro de transbordo de la zona -si no del mundo-, pero la política se metió y esto se jo$%^.

Otro ejemplo es la planta de Energy Answers en Arecibo. Llevan seis años que si la hacen o no. Mire, acabe y decida si la hacen o lo cancelan, pero deje el inmovilismo.

Igual hemos perdido el toque en el deseo de ser los líderes del Caribe. Aunque siempre queremos competir y ganar en deportes, es en otras áreas donde más nos están noqueando. República Dominicana y su crecimiento económico de 2008 a 2012 ha sido de 5.3, 3.5, 7.8, 4.5 y 3.9; Colombia 3.5, 1.7, 4.0, 6.6 y 4.0; Costa Rica 2.7, -1.0, 5.0, 4.4 y 5.1; Chile 3.7, -1.0, 5.8, 5.9 y 5.6; Perú 9.8, .9, 8.8, 6.9 y 6.3; y Panamá y su impresionante 10.1, 3.9, 7.5 10.8 y 10.7. En esos mismos años Puerto Rico vio sus peores momentos con -2.8, -3.7, -5.8, -.3 y .5. Lo triste de nuestra situación no son esos números ni que hoy Gustavo Vélez, José Joaquín Villamil y Vicente Feliciano pronostiquen que el presente año vamos a seguir entre -1 a -2. Lo brutal es lo que aseguró el presidente del Banco de la Reserva de NY alegando que nuestra economía no da señales de “llegar a su fondo todavía”. O sea, que los expertos pronostican que esto no va a mejorar.

El 1 de abril publiqué aquí mi columna “Puerto Rico, el Detroit del Caribe”. Ambas jurisdicciones lograron un impresionante crecimiento económico en los 50 hasta los 70 cuando no tenían competencia de otras partes del globo que aún se recuperaban de la terrible Segunda Guerra Mundial. Detroit tuvo en un momento 2 millones de habitantes; hoy día tiene 700,000 mil. Puerto Rico, de 4.1 millones que se pronosticaban, ya vamos por 3.4 millones y descendiendo a un ritmo acelerado.

La Policía tarda en Detroit 58 minutos en contestar una llamada, en Puerto Rico, solo Dios sabe. Sus residencias sucumbieron de un valor promedio de 220,000 dólares; hoy usted puede conseguir una casa allí a precios ridículos. Ni hablar del desplome local del valor de las casas que, si la emigración sigue, será aún peor.

Mientras Washington gastaba 9 billones mensuales en Irak, y otros 6 billones en reconstruir Afganistán -y ni hablar del trillón de dólares para salvar los bancos y la industria automotriz- Detroit se caía en cantos. Y en Puerto Rico todavía nos creemos que Estados Unidos vendrá al rescate para salvarnos.

Nuestro peregrinaje hacia Detroit es obvio. Su deuda por habitante de $25,714 y la nuestra de $20,285 nos lleva a pasos de hacer al igual que ellos y radicar quiebra, con el pequeño detalle de que ellos pueden y nosotros no podemos radicar quiebra por ley federal. Detroit no vio la llegada del auto japonés y Puerto Rico no vio los tratados de libre comercio, el fin de la Guerra Fría y la competencia feroz de la industria farmacéutica que representarían Irlanda, Singapur y Finlandia. Hemos vivido de la herencia, de los cuentos de la abuela, de la percepción de que somos el ombligo del mundo. Como dije antes, o hacemos un plan de país entre todos los partidos para que, gane quien gane, tener metas y rutas concretas, o un avión nos espera.

Alejandro, usted tiene una preciosa oportunidad... aprovéchela que se le está acabando el tiempo. Puerto Rico es un paraíso, solo falta que los boricuas cooperemos.

Podemos tener la mentalidad de que nadie nos quita lo bailado, pero ya se acabó la música y la bebida y solo quedan dos opciones: o volver a ponernos el cuchillo en la boca y comernos el mundo, o recordar lo bailado mientras recogemos las mesas, botamos la basura y apagamos la música porque se acabó la fiesta.