Puerto Rico tiene que madurar y dejar de ser el nene de teta que siempre está para que lo amamanten. Enfréntalo boricua, nadie nos tiene pena. Al revés, la mayoría está aprovechándose de nuestra falta de competitividad para ellos coger aquellas cosas en las que nosotros tenemos oportunidad para picarnos adelante.

Por eso me enferma cuando las propuestas de nuestros llamados líderes son “rescates federales”, como cuando Carlos Romero Barceló dice que la solución es la estadidad porque EE.UU. pagaría nuestra deuda en el “acuerdo de estadidad”. Aníbal Acevedo Vilá dice que la solución está en pedir la libre asociación y que como parte del acuerdo Estados Unidos nos pagaría la deuda. Pedro Pierluisi y Alejandro García Padilla sostienen que la solución es que el Congreso de Estados Unidos nos meta en su ley de quiebras y no pagar la deuda. 

No boricua, EE.UU. no viene al rescate. Con el Congreso republicano menos. Dejemos la adicción a la teta federal. La solución a nuestros problemas es comportarnos como adultos, sabiendo que lo que hemos hecho tiene consecuencias y que hay que cambiar. Así de simple es esto. Y les voy a decir quién y cómo ha sido que hemos estado amamantados, como el nene que espera que papá siempre venga a resolverle.

Aquí el presupuesto decía una cosa y luego se gastaba lo que les daba la gana. Educación gastaba $300 millones más y el secretario decía: “Que se chave, que el Banco Gubernamental de Fomento (BGF) resuelve”. Mi Salud gastaba $400 millones demás y lo mismo. Carreteras peor. Ese banco lo que hacía era que tiraba un 

salvavidas. O sea, el BGF le prestaba a Carreteras a corto plazo y luego el banco usaba el crédito de Carreteras para emitir bonos y deudas y con eso se resolvía el problema del BGF y que el próximo gobierno resolviera con la deuda que se acumulaba por ahí para abajo. 

Así hicieron Carreteras, casi todos los municipios, Educación, Salud, Ases, etc. Montones de agencias del Gobierno que aunque se les decía que gastaran $1,500 millones gastaban $2,000 millones porque “cualquier cosa ahí está el BGF y resuelve”. Antes, esos préstamos se les hacían a los bancos privados, pero con el tiempo estos dejaron de prestarle al Gobierno pues sabían que las finanzas públicas estaban en la quilla. Los gobernadores sabían que esto se hacía, lo fomentaban y hasta se lo endilgaban a las agencias y corporaciones públicas. Así también escondían la “deuda extraconstitucional” y hasta dejaba el gobierno central de pagar la luz, agua, renta, suplidores, etc., y el BGF le daba una línea de crédito y así se resolvía hasta que le tocara al próximo gobernador y viera cómo hacía. 

En el 2006 se le pidió al BGF una vez más que le prestara al Gobierno $700 millones porque no podía cuadrar el déficit creado sobre todo por el aumento de sueldo que Sila Calderón les dio a los empleados públicos en el 2004 para ganar las elecciones. El BGF dijo que no tenía chavos porque ya se había llegado al fondo del barril. Por eso en mayo de 2006 Acevedo Vilá cerró el gobierno y finalmente el PNP en la Cámara cedió a un préstamo para cuadrar el déficit, siempre y cuando se aprobara el IVU. Aníbal y el PNP aprobaron el IVU y usaron el 1% del mismo para coger un megapréstamo de $5,000 millones y resolverle al BGF toda la deuda acumulada que había allí. Fortuño lo hizo peor: cogió $11,000 millones prestados que se pagarían con el IVU también para operar el gobierno y pagar los déficits que recibió y los que creó. En fin, en 5 años cogimos $16,000 millones prestados con el IVU de colateral y todo para seguir operando sin bajar el gasto y a la vez pagarle al BGF las líneas de crédito que iba dando. 

Entonces, ya los bancos privados no nos prestaban. El mejor ejemplo de eso fue Carreteras, que tenía líneas de crédito con bancos privados hasta el 2007, pero desde entonces nadie le prestaba. Para resolver eso, Fortuño cogió $500 millones en 2009, otros $500 millones en 2010, igual en 2011 y 2012 en líneas de crédito del BGF, acumulando $2,200 millones en vez de bajar el gasto o subir los peajes, los marbetes o el arbitrio sobre el petróleo, que son las fuentes de ingreso de Carreteras. Ya el BGF no puede hacer de salvavidas y resolver su problema sin fuentes de repago que sean bien seguras porque nadie nos presta a intereses razonables. 

Y aunque ya el BGF ha estado poniendo controles que antes no tenía, la evidencia es clarísima. Aquí los municipios, las agencias, las corporaciones públicas y medio mundo gasta como les viene en gana y por encima de lo que pueden porque el gobernador de turno le da una llamadita al BGF y les resuelve el problema, acumulando deudas que nuestros nietos pagarán. 

Mire al alcalde de Toa Baja, que si el BGF no le presta $30 millones al año tendría que cerrar, o San Juan y tantos otros municipios que si no es por las líneas de crédito salvavidas hubieran tenido que cerrar. Lo mismo ocurre con gran parte de las corporaciones públicas, como Energía Eléctrica y Carreteras. O sea, si no hubiera ese “papá” que le resuelve al “nene”, el manganzón se tendría que portar bien. Y mire la forma irresponsable en que se ha ido dirigiendo este país, que la deuda que cogieron Aníbal y Fortuño dura hasta el año 2057. Nosotros nos moriremos y nuestros nietos seguirán pagando los intereses y el principal de esa deuda que cogieron los irresponsables que nos gobernaron. 

Así que probablemente tenemos la solución para evitar el impuesto sobre el petróleo, y revertir tantos otros impuestos si de verdad tenemos voluntad de hacer cambios: cerremos pa’l car… al BGF o lo adscribimos a la Oficina del Gobernador como asesor fiscal, pero cero “prestaera” al garete como llevamos años haciendo. Suena descabellado, pero esta es la verdad. Los estados de EE.UU. no tienen tal cosa como un BGF. Allá tú vas a los bancos privados y si tienes buen crédito y has administrado bien te prestan, si no nacarile. Así de simple. Si quebramos al BGF y lo cerramos (como ha propuesto el profesor Carlos Colón de Armas, a quien le dedico esta columna), ahí nada más borramos $9,000 millones de nuestra deuda que tiene en sus libros el BGF. Quizás entonces no hay que subir más “la crudita”.

Eso sí, tendríamos que aceptar que al menos 50 municipios se irían a la quiebra y habría que cerrarlos porque no pueden vivir sin la ayudita del BGF, muchas agencias y corporaciones públicas también cerrarían, probablemente haya despidos o jornada parcial, el tren urbano operaría solo en horas pico, “bye bye” a la AMA y adiós a las lanchas de Vieques y Culebra. Habría que cerrar muchas escuelas, salir de edificios privados rentados por el Gobierno, en fin, recortar el gasto bien brutal o subir impuestos mucho más de lo que ya han subido porque los bancos privados y los bonistas no nos prestan a precios razonables y no habría BGF para rescatarnos cuando administremos como mediocres. O sea, todo el mundo tendría que ajustarse a la verdad de lo que tiene y olvidarse de que “papi BGF viene a resolver”.

¿De verdad estamos dispuestos a vivir conforme a nuestra realidad económica o decimos eso de la boca para fuera y cuando llega la hora de la verdad pedimos chupar de la ubre de nuevo? ¿Estamos dispuestos a dejar la teta? Eso pensé.