Llegué allí temprano, dos horas antes del momento cumbre, lo que nunca porque siempre llego faltando dos minutos… a todo. Allí tres personas de sobre 70 años escribían y decidirían nuestra historia sin nosotros aún saberlo. La deuda que ya han cogido nuestros gobernantes dura hasta el año 2060. Lo que decida ese panel del Tribunal de Circuito de Apelaciones federal implica afectar el resto del futuro, no de nosotros, sino de nuestro país por cuando menos medio siglo.

En ese frío y ostentoso tribunal de la avenida Courtway de Boston pasaba por mi mente todas las veces que cogimos dinero prestado sin pensar en las consecuencias más allá de ganar las elecciones. Pensé en el Tren Urbano y las pérdidas anuales de $150 millones. En el Choliseo y el Centro de Convenciones, que nos dejan pérdidas anuales de $28 millones; en la AMA y su pérdida anual de $60 millones. En la irresponsable forma que quebramos  la AEE llegándole a deber el gobierno central $700 millones, no atajando el hurto de luz de $350 millones anuales y metiéndole subsidios politiqueros cuando sabíamos que ese dinero debía ir a infraestructura.

La AEE hace décadas necesitaba dinero para reinvertirlo en gas natural y fuentes alternas de energía para darnos independencia energética. Pero los políticos preferían subir la tarifa 3 chavos el kilovatio/hora para subsidios, pero no para la indispensable infraestructura que bajaría el precio permanentemente. Así la asesinaron. Pensé en la reforma de salud y los $400 millones anuales en déficit y que ya va por $2.7 billones en gastos, cuando hace 20 años eran $600 millones. Pensé en los $3.5 billones gastados en un sistema educativo de los peores del mundo, según las pruebas PISA. En la UPR y sus $1.4 billones para estar en la posición 749 a nivel global. En el Fideicomiso Perpetuo de las Comunidades Especiales y los $1.3 billones que de “perpetuos” ni un pelo porque duraron seis años. En la tarjeta de salud inteligente que se quedó bruta, pero perdimos $100 millones ahí.

Pensé en cuántos analistas políticos dicen con la boca de comer que hay que cortar gastos, pero cuando dan los ejemplos de los gastos que hay que cortar ejemplifican con nimiedades que no representan ni el .0001% del problema. Y sí, me dio tristeza mirar a mi lado y no ver a ningún compañero de la prensa boricua, cuando quienes saben del tema conocen que allí no solo se decide la deuda y la forma en que la pagaremos, sino el origen del ELA, la Ley de Relaciones Federales y si el Congreso puede hacer con nosotros como le venga en gana. Las implicaciones de este caso son tan enormes que me sorprende que no lo comprendamos. Claro, esos tres jueces probablemente sean apelados a la Corte Suprema de los Estados Unidos, pero se foro atiende menos del 1% de los casos que le piden ver, así que al igual que Argentina, puede ser que este panel sea el que decida el futuro de verdad.

Lo más triste para mí no fue que no estuviera la prensa boricua. Lo más fuerte fue ver en la entrada del tribunal que había un montón de cámaras de los canales de televisión de Estados Unidos. Estaba CNN, NBC, todos, pero ninguno fue a cubrir el tema de Puerto Rico, sino otros casos. Allí, mientras se debatía el futuro económico y político de Puerto Rico, las preguntas de la jueza Lynch nos desnudaban ante la historia. Sus insinuaciones continuas era que le toca al Congreso meterse en esto y no a las cortes. Hasta dejó entrever que al igual que el Congreso nombró una junta para administrar a Washington D.C. debe hacerlo con Puerto Rico.

Para mí no hay nada peor que convertirse en IRRELEVANTE y así me sentí. No solo yo, que sin duda soy un ave de paso al país, sino irrelevante el tema de mi país, de mi pueblo. El dolor de mi gente que vive en la incertidumbre y esperando la próxima noticia para decidir si compra un pasaje de ida. Curiosamente, el taxista que me llevó al tribunal me decía que lo único que le dolía de haberse ido de su país, Haití, era que nadie hablaba de Haití fuera de él. No, no somos Haití, pero me aterra con la indiferencia que pasó esto ante los ojos de todos en y fuera de la Isla, un momento tan importante. Y surgió la primera pregunta de uno de los jueces apelativos. Cándidamente el abogado de los bonistas la contestó diciendo que el Congreso había querido dejar a Puerto Rico en un limbo y en peor situación que todos los otros estados.

La segunda pregunta fue parecida y así por el estilo se decidía por estos tres jueces lo que puede ser quitarle la única herramienta y reducto de negociación a Puerto Rico ante sus bonistas, cuestionando a su vez los casos insulares que son el fundamento para nuestra relación con Estados Unidos. Si lo que el abogado de los bonistas dijo es cierto, en cualquier momento que dejemos de pagar ellos van a ir al tribunal para quedarse con todo y poner las tarifas que les venga en gana si nosotros no tenemos protección alguna. O sea, ¿para qué se está planteando un IVU de 10%, un IVA de 16% o un recorte enorme a los gastos? Pues porque pagar la deuda cada vez requiere más y más dinero. ¿Cómo es que pasa desapercibido en el País que quienes pueden decidir cómo pagar esa deuda y si tenemos una herramienta para renegociar o no están a punto de darnos un tutazo?

Me da pavor ser irrelevante en un país tan pequeño, pero aún más miedo le tengo a que no nos miremos al espejo y nos demos cuenta de lo irrelevante que nos estamos convirtiendo ante el mundo. Boricua, nos comen los dulces, deciden nuestro futuro y el de nuestros hijos y nietos… Cuesta creer que veamos que eso pasa y no cambiemos de rumbo. Todos sabemos lo que hay que hacer y todos podemos hacer algo para cambiar la ruta. Tenemos que cambiar la dependencia por productividad y estar dispuestos a trabajar más duro que el resto del globo, metiéndole 12 horas al día a la escuela y a la universidad, investigar y crear; tenemos que prevenir enfermedades en vez de abusar de la reforma de salud, tenemos que utilizar más la transportación colectiva y la bicicleta. Tenemos que ser transparentes y que el pueblo vea en qué se gasta cada centavo con un presupuesto base cero que sea monitoreado por la Academia y el propio país en internet trimestralmente.

La oportunidad aún la tenemos. Quizás con suerte el tribunal falla a nuestro favor, pero aun si lo hace de nada servirá si no aprenderemos la lección y cambiamos lo que nos trajo aquí, porque tirarnos un salvavidas sin haber aprendido implica tener que pasar por lo mismo de nuevo. Así fue en 2006 con el IVU, que nos dio un salvavidas por nueve años y cogimos $16 billones prestados para no recortar gastos y nos duraron hasta el 2013 y aquí volvimos. Igual tuvimos $7 billones adicionales de 2009 a 2012 en fondos ARRA, $2 billones de las foráneas y $6 billones de Obamacare y nada. ¿Aprendimos? No… ¡pues aprendamos car$%#!