He notado que cuando escribo algo en las redes sociales sobre las personas que reciben cupones la gente pone el grito en el cielo. Para muchos quienes reciben esas ayudas son parias de la sociedad, asqueantes y trepadoras cuyo valor social es nominal. Y entiendo el coraje. Como he dicho antes, 1.63 millones de personas en Puerto Rico reciben ayudas gubernamentales, mientras 1.17 millones tiene empleo formal. Por tanto, la gente que produce se frustra, se enco%^&* porque tiene que coger el tapón y malos ratos en el trabajo a cambio de una mala paga con la que tienes que costear casa, carro, luz, agua, aumentos, colegio, cuido, teléfono, peajes y demás contribuciones para, alegadamente, mantener al chorro de vagonetas a quienes el carrito de compras se le ve súper lleno en comparación con el tuyo, que no se paga con la Tarjeta de la Familia.

Pero al pensar así partimos de grandes falacias. Los datos demuestran que sí mantienes a mucha gente, pero no mantienes a “los cuponeros” como crees. Debo añadir varias premisas de columnas anteriores antes de entrar en materia:

- No es cierto que los cuponeros no trabajen. La mayoría, como dice la doctora María Enchautegui en su estudio del Centro para la Nueva Economía, trabaja por el lado en la economía informal, pero no puede reportarlo pues perdería las ayudas y lo que gana por el lado no es suficiente.

- La persona promedio que recibe todas las ayudas vive por debajo del nivel de pobreza y, si es honesta, está condenada a vivir para el resto de su vida así, porque de progresar pierde las ayudas.

Ahora, los datos demuestran que la mayor parte de las ayudas no son pagadas por tus contribuciones, sino que provienen de fondos federales. Veamos:

- En Puerto Rico 1,339,849 personas reciben cupones de alimentos. Entre estas se reparten $1.95 billones. Esto es cuatro dólares al día para comida por cada recipiente. Todos de fondos federales.

- 1,633,423 personas reciben Mi Salud. De los $2.2 billones que cuesta ese programa, la mayoría (1.11 billones) son fondos federales.

- 127,894 personas residen en lugares de Vivienda Pública. El costo de este programa es de $395 millones, de los cuales $367 millones son fondos federales y $26.4 millones son pagados por residentes.

- De viviendas bajo el “Plan 8” participan unas 11,941 familias y ese programa cuesta $62.2 millones. Todos son fondos federales.

- Unas 197,046 embarazadas y niños participan del programa WIC. Estos son $241.4 millones, todos de fondos federales.

- Del subsidio de teléfono se benefician 210,000 personas las cuales reciben un subsidio de $12.75, de esos $9.25 son por la FCC y $3.50 local. Nuevamente, la inmensa mayoría de los fondos son por disposición federal.

- Las becas Pell las reciben unos 289,654 estudiantes entre universidades públicas, privadas y colegios universitarios. En el caso de la UPR, esos son 40,000 estudiantes que reciben la beca, $225 millones federales.

- El subsidio de AEE lo reciben 250,309 participantes, a los cuales se les otorgan $36 millones legislados localmente. Si los promediamos, son $11 por factura. Igual con la AAA, que tiene 61,550 clientes que reciben subsidio. Esto es $4.5 millones al año, o equivalente a $6 por factura mensual.

Los datos demuestran que, en su inmensa mayoría, no mantienes a los “vagonetas”. En todo caso es el contribuyente estadounidense quien les mantiene –si lo queremos ver así-. Pero nadie debe pensar que Estados Unidos “regala” estas ayudas porque son monjitas de la caridad. Lo que se hizo fue garantizar el margen mínimo de supervivencia con el cual la gente tiene comida, techo y necesidades básicas, pero cortas su potencial de desarrollo. En cuanto la persona intenta crecer, se le quita las ayudas haciéndole casi imposible autosostenerse a corto plazo y la sociedad de gratificación inmediata actual hace de esto un círculo vicioso penoso.

Con ello perpetúas la dependencia y controlas a la masa, la cual entonces le teme y depende del gobierno, y no el gobierno a la gente. Así logras que el pueblo no sienta la necesidad o no se atreva a sublevarse, ya que depende de ese mismo gobierno. Por eso es altamente improbable que Puerto Rico tenga una revolución como sí lo ves en otros lugares. Por eso los políticos aquí se atreven a hacer atrocidades, porque no temen consecuencias más allá de perder este cuatrienio pero ganar el otro.

Claro que hay excepciones de personas que han roto con el círculo, pero en un país de 3.6 millones de habitantes, hablar de 1, 10, o 10,000 o aún 100,000 excepciones es meritorio, pero superficial pues no resuelve el problema de fondo.

Así que es infundado el coraje que tiene la clase trabajadora contra el boricua “mantenido”. Claro que hay que poner ese dinero a producir y no a gastarse meramente y eso hay que procurarlo ya. Ahora, sin duda, hay gente a quienes sí mantienes con tus contribuciones y viven de tu esfuerzo diario; contra esos sí que debe darte coraje, y bastante. A esos he llamado “cuponeros millonarios” y les tiramos al medio en nuestra próxima columna.