Llegar al trabajo es una verdadera pesadilla para un sector considerable de puertorriqueños que laboran fuera de sus casas y que día a día tienen que pasar por la amarga odisea del descomunal tapón, bumper con bumper, con los nervios crispados apoderándose de sus estómagos, palpitaciones del corazón, al borde del infarto... para entonces tocar bocina como desesperado, como si con eso lograra salir del embotellamiento.

Antes se hablaba del tapón de Bayamón, pero hoy día es un tapón “global” y su fama trasciende fronteras, convirtiendo a Puerto Rico en una estadística más en la que somos de los primeros.

Así consta en un estudio comunitario realizado por la Oficina del Censo que arrojó que a los trabajadores puertorriqueños que trabajan fuera de su casa les toma 60 minutos, debido al tapón, llegar a sus trabajos y otros 60 minutos para regresar a sus hogares.

¡Dos horas de sus vidas en el tapón! ¡Dos horas de nuestro limitado tiempo metidos en un tapón tóxico y nocivo para nuestro equilibrio emocional y físico!

Para “nuestro orgullo”, ocupamos el cuarto lugar, ya que Nueva York, Nueva Jersey y Maryland nos superan. Pero, hellooo!, somos una isla 100 x 35. Los trabajadores en Estados Unidos viajan de los suburbios a sus centros de trabajo, pero también a otros estados.

Otro ejemplo de que los puertorriqueños botamos la pelota, ¡y cómo! Con decir que 144,030 trabajadores, un 13.9% por ciento de la fuerza trabajadora, hiperventilan día a día en el tapón, según datos del Censo de 2010.

Hay un anuncio en la radio que dice algo así como: “¿Tiene prisa? Levántese 10 minutos antes y no tendrá que tocar bocina”. No hay 10 minutos que valgan.

Se recomienda levantarse una hora antes de las dos horas antes que suele levantarse y aún con los ojos cerrados por el sueño, prepare el desayuno, la merienda y el almuerzo, báñese, vístase y váyase.

¿Qué puede hacer en esa hora de tapón? ¡Muchas cosas que no le recomendamos que haga, como ponerse un mantelito en la falda, sacar el sándwich de la lonchera e irlo mordisqueando según se van moviendo los carros, tomar sorbos de café de vez en cuando, con cuidado de que no se le derrame. La proeza de desayunar en el carro le toma 10 minutos. Pero todavía le faltan 50 minutos de tapón.

Tampoco recomendamos a las conductoras que se maquillen en el carro, pero es un hábito muy arraigado y difícil de modificar.

La realidad es que le da tiempo de ponerse la sombra, el rímel, el delineador y el pintalabios.

No se recomienda hacerlo con el carro en movimiento porque el desastre pudiera ser mayúsculo.

Si le gusta escuchar los programas de análisis noticiosos tempranito en la mañana, pues tiene alternativas para todos los gustos y de todos los colores.

Si los análisis lo alteran, ponga música. O mejor aún, cante. No hay remedio. De todas maneras va a llegar tarde.

Si algún ganso o gansa intenta colarse, írsele por el lado, adelantársele... déjelo. Probablemente tiene más prisa que usted.

Pero relájese, respire profundo. Con tocar bocina no resuelve nada... y cruce los dedos para ver si llega a tiempo porque la realidad es que el estrés que provoca el tapón afecta el sistema homeostático, o sea, el equilibrio interno que tiene que tener el cuerpo para funcionar adecuadamente, según expuso el psicólogo Carlos Sosa.

“El estrés tiene la capacidad de alterarnos psicológica y físicamente. El cuerpo es un estado integral y un estado amplio de ansiedad, particularmente en personas hipertensas afecta, pues se descompensa el organismo”, dijo el psicólogo.

Sosa recomienda levantarse más temprano, en horas más tempranas de la madrugada.

“Puede dar desde un ataque de ansiedad severo y hasta un infarto. Hay que hacer ejercicios y relajarnos cuando estamos de camino. Hay que llamar al trabajo indicando la situación que estamos atravesando porque es una situación que no podemos controlar. Ayuda el hacer ejercicios de relajación, poner música y evitar tener pensamientos catastróficos que nos aumenten el nivel de ansiedad”, acotó Sosa.

Ya sabe, evite los pensamientos catastróficos.