Por Giuliano De Portu, MD / Para Primera Hora

Un abrir y cerrar de ojos toma una milésima de segundo. El mismo tiempo que una cámara tarda en dejar entrar la luz para captar una foto. Sin embargo, 20 años parecen haber pasado en un parpadeo. 

El 22 de junio de 1998, comenzó como cualquier otro día en el departamento de fotografía de Primera Hora.

La cobertura de la huelga de la Puerto Rico Telephone Company estaba en todo su apogeo. El paro había comenzado por la oposición de la unión de los trabajadores a los procesos de privatización de la empresa.

Nuestro grupo de fotoperiodistas, como siempre, estaba capturando la luz que pintaba nuestra historia.

En la sucursal de la Telefónica de Metro Office Park en Guaynabo, todo empezó con empujones entre manifestantes y la Policía de Puerto Rico. Habíamos vistos situaciones similares en días previos de la huelga y, francamente, no pensé que terminaría en un enfrentamiento sangriento. Estaba en primera fila retratando con un lente que me permitía estar cerca de la acción. Hoy no sé cómo no fui golpeado por los batones de la Policía.

Pasado el tumulto, estaba esperando que mi cámara terminara de descargar el rollo de película (sí, no había teléfonos con cámaras en esa época) para sacarlo y poner uno nuevo, cuando vi que la Policía arrastraba por los pies a un hombre inconsciente. Su cabeza golpeaba repetidamente el pavimento y dejaba un camino de sangre, el cual seguí, de manera instintiva. Ahí fue cuando vi a una mujer rubia, vestida con camisa negra y pantalón blanco, que corría hacia él.

Me arrodillé y me preparé para “tirar” mi foto. 

Wanda Rodríguez hizo lo mismo, desconsolada, sobre el cuerpo de Raúl Santana. Yo no tenía tiempo para entender su angustia. ¿Sería acaso su amigo, su compañero de trabajo, que yacía en el frío pavimento? Esa interacción duró unos cinco segundos. Wanda se levantó, y yo me acerque a él en búsqueda de una señal de vida. Palpé el lado derecho de su cuello, en el área donde viven las arterias carótidas, las más grandes que salen del corazón hacia la cabeza. Ahí sentí su pulso. Pero mi misión era de fotoperiodista, y los paramédicos ya habían llegado, así que continué tomando mis fotos.

Ese momento cambió la historia de la huelga y de nuestro País. 

La foto fue publicada en muchos medios internacionales y en la revista LIFE. Creó conciencia de los sucesos de una isla que, hasta aquel momento, no había vivido una violencia similar en muchos años.

Wanda Rodríguez recuerda el suceso 20 años más tarde como uno de los protagonistas de esa imagen. 

“Sentí mucha impotencia, dolor, confusión y desesperación por lo que mis ojos estaban viendo sin poder hacer nada al respecto. Y todo quedó plasmado en esa foto porque, a través de tu lente, mi dolor fue el dolor de un pueblo que estaba siendo atropellado”, rememora.

Wanda no conocía a Raúl -quien falleció hace siete años-, pero dice que, a través de allegados, ha sabido que él “nunca fue el mismo” después de ese incidente. “El verdadero protagonista de esa historia fue Raúl”, afirma conmovida.

En los 10 años que trabajé como fotoperiodista esta es, definitivamente, mi foto más memorable. Y me parece increíble que se cumplen 20 años desde aquel día.

Ahora soy médico de emergencias. Mi vida como fotoperiodista y como el primer jefe de fotografía de Primera Hora me ha ayudado a ser un mejor médico. Se preguntarán por qué. Pues, sencillo... cuando hablamos con los pacientes, los “entrevistamos” y mi exposición al dolor humano como fotógrafo me ayudó a ser más sensible cuando trato de consolar a una madre que acaba de perder a su hijo, o a un esposo al cual le tengo que dar la inesperada noticia de que su esposa por 50 años tiene un sangrado en el cerebro del cual no se recuperará. 

La misión del fotoperiodista sigue siendo y será el documentar nuestra historia. En el triunfo y en la adversidad. 

Siento orgullo cuando veo el excelente trabajo de mis antiguos compañeros, porque todavía corre tinta por mis venas. 

Solo espero que esta foto de la Telefónica y las imágenes que se captan a diario sirvan como testimonios de la historia. Que esas imágenes bidimensionales, que no mienten, nos confronten con la crudeza necesaria para que no nos hagamos de la vista larga. Mi deseo es que creen conciencia en la memoria colectiva del pueblo que las ve. Que nos muevan, que nos abran los ojos sobre las injusticias que ocurren día a día en nuestro mundo. Para que tratemos de no repetirlas.

El gran poeta, novelista y periodista uruguayo Mario Benedetti escribió: “El olvido no es victoria sobre el mal ni sobre nada, y sí es la forma velada de burlarse de la historia. Para eso está la memoria que se abre de par en par, en busca de algún lugar que devuelva lo perdido. No olvida el que finge olvido, sino el que puede olvidar”.