El estuario de la bahía de San Juan, que se compone de los principales cuerpos de agua que discurren entre los pueblos considerados parte de la zona metropolitana, presenta signos de que la ciudadanía está tomando conciencia sobre la educación ambiental. Sin embargo, aún hay mucho por hacer.

Según el asesor científico del programa, el doctor Jorge Bauzá, la calidad de las aguas del caño Martín Peña, del río Piedras y del caño La Malaria continúa recibiendo malas notas.

“En el caño Martin Peña hay coliformes fecales y grasas. También el río Piedras y La Malaria salieron con valores bastante críticos”, explicó Bauzá.

¿Qué mensaje le envía esto al pueblo?

La contaminación observada en dichos cuerpos de agua es evidencia clara de que aún personas inescrupulosas disponen aceites usados tanto de carros como de cocinas, así como químicos refrigerantes de neveras y otros tóxicos en los cuerpos de agua. Esto sin contar aquellos que tiran los enseres electrodomésticos al estuario.

En un tono positivo, la laguna del Condado y el canal San Antonio, que la conecta con la bahía de San Juan, reflejaron una mejor calidad de agua en comparación con la de décadas atrás.

“Por ejemplo, la turbidez ha bajado, siempre queremos aguas claras”, dijo Bauzá.

En la laguna del Condado, el proyecto de colocación de arrecifes artificiales ha dado fruto. Se ha constatado el crecimiento de 1,200 colonias de corales creciendo sobre los módulos artificiales. También, el científico precisó que se descubrió una nueva especie de alga marina.

Otro de los datos curiosos que contempla la información revelada ayer por el Programa del Estuario resulta de un estudio que realizó en el 2008 la Agencia federal de Protección Ambiental (EPA) en la que se estudió el efecto de tóxicos en los peces y crustáceos de la laguna San José.

“Resultó de dicho estudio que la carne de la cocolía no tiene contaminantes, pero sí las víceras o tripas de esos animales. Las víceras presentaban rastros de DDT, que es un pesticida que se utilizaba décadas atrás. La recomendación del informe apunta a que las personas no deben cocinar la cocolía completa, sino sacarle la carne y desechar las víceras para evitar la contaminación”, dijo Bauzá.

El científico sostuvo que hay una industria de venta de cocolías de la laguna San José y que mucha de la carne de alcapurrias de jueyes proviene de éstas.