Puerto Rico puede sufrir un duro golpe a su economía si finalmente llegan a prohibirse las peleas de gallos, tal y como está incluido en un proyecto de ley sobre asuntos agrícolas ahora bajo votación en el Congreso de Estados Unidos, según denuncia el sector.

Javier Nieves, antiguo presidente del Centro Gallístico de Isla Verde -el más importante de la isla- y miembro de su Junta de directores, dijo hoy a Efe que si las peleas de gallos fueran prohibidas en la isla perderían sus trabajos hasta 30,000 personas, entre empleos directos e indirectos.

"Significaría un golpe grandísimo para Puerto Rico", subrayó Nieves, tras recordar que en la isla la industria de las peleas de gallos mueve cerca de 80 millones de dólares anuales.

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El temor a que se prohíban las peleas ha hecho intervenir a la representante de Puerto Rico ante el Congreso en Washington, Jenniffer González, quien ha tratado de presionar a los congresistas para que se detenga la iniciativa.

"Eso puede parecer insignificante dentro de la economía estadounidense -un sector de 80 millones de dólares-, pero no en una como la de Puerto Rico", sostuvo González.

El portavoz alterno del gobernante Partido Nuevo Progresista (PNP) en la Cámara de Representantes, Urayoán Hernández, indicó sobre el asunto que la iniciativa en marcha en el Congreso en Estados Unidos sería nefasta para Puerto Rico y su economía.

La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó la pasada semana un proyecto de ley sobre asuntos agrícolas que incluye en uno de sus apartados la prohibición de las peleas de gallos en Puerto Rico y los demás territorios del país norteamericano.

En mayo, la votación no obtuvo el suficiente apoyo, pero la pasada semana salió adelante con 213 votos a favor y 211 en contra.

Dentro de ese proyecto de ley se incluye la enmienda que busca prohibir la tradición de las peleas de gallos en Puerto Rico y los demás territorios de Estados Unidos, la cual fue aprobada mayoritariamente.

La otra cámara legislativa del Congreso, el Senado, es la que deberá ahora ratificar una iniciativa que crea gran inquietud en la isla.

Nieves explicó que las peleas de gallos están, en su opinión, íntimamente ligadas a las cultura de Puerto Rico, donde, vía inmigrantes españoles, fueron introducidas hace siglos.

La industria incluye a criadores, empleados de galleras, el sector de su alimentación y un largo etcétera que suma cerca de 30,000 personas en los cerca de cien centros donde se organizan peleas de gallos en Puerto Rico 365 días al año.

"Las peleas de gallos son deporte y cultura nacional", sostuvo, tras explicar que en Puerto Rico a los animales se les colocan unas escuelas de material plástico que facilitan que las heridas provoquen la muerte.

En cuanto a las denuncias de maltrato animal, sostuvo que la agresividad de los gallos es algo innato y que en las galleras se facilita y convierte en espectáculo ese instinto animal de pelea.

"Hay gran incertidumbre sobre lo que pasará", concluyó, tras reconocer el trabajo de la representante de Puerto Rico ante el Congreso para que no se ponga fin a lo que considera una parte integral de la cultura de la isla.

Nieves reconoció, no obstante, que en las peleas mueren entre el 50 y 70 por ciento de los gallos participantes, pero para matizar que ello no puede llevar a poner fin a una tradición que da de comer a miles de personas.

Esta práctica, conocida como "El deporte de caballeros", se cree que fue introducida en Puerto Rico por inmigrantes españoles en el siglo XVII.

El cambio de soberanía que supuso la llegada de los norteamericanos en 1898 trajo consigo la prohibición, lo que ocasionó su práctica de manera clandestina.

En el año 1933, el entonces gobernador, Robert Gore, declara las peleas de gallos como un deporte oficial en Puerto Rico.

Los combates organizados en la isla caribeña tienen una duración máxima de 14 minutos, aunque en la mayoría de los casos se decide en un tercio de ese tiempo.