Cayey tiene como atractivo a “Las Tetas” en su ruta panorámica, pero ahora Añasco alega que las tiene más voluptuosas y en la ruta gastronómica.

El alcalde Jorge Estévez sacó del baúl de los recuerdos a un personaje de pueblo, que le dio nombre al sector La Gorda en el barrio Caguabo, para promocionar una ruta gastronómica que asegura “dará mucho de qué hablar”.

Y es que la ruta donde están ubicados la mayoría de los restaurantes en la carretera PR-115 en el sector La Gorda, justo antes de llegar al pueblo de Rincón, tiene a su vista dos cerros relativamente unidos, a los que vecinos del lugar han llamado “Las Tetas de la Gorda”, porque alegadamente tienen la apariencia de dos senos femeninos. 

Los dos cerros que dan nombre a esta ruta en promoción  están ubicados frente al hotel Rincón Beach Resort -en jurisdicción de Añasco- pero desde donde mejor se pueden apreciar es a la entrada de la intersección de la carretera PR-2 con la PR-115, conocida como las Cuatro Calles de Añasco. 

“Si te estacionas ahí donde venden carrucho, y miras al terminar de la cordillera de San Francisco, las ves claritas”, señaló el alcalde. 

Estévez señaló que el sector -antes conocido como las curvas de Rincón- adoptó el nombre La Gorda porque allí estaba ubicado un negocio de comida cuya propietaria era una mujer voluptuosa que cobró fama por su personalidad carismática y dadivosa. 

“Como la señora era bien gruesa y protuberante, pues le dicen así. Ahora, yo como alcalde digo que si las Tetas de Cayey son panorámicas, las Tetas de Añasco son gastronómicas y turísticas”, expresó.

De hecho, ya el alcalde ha iniciado planes para promocionar la ruta, además de que comenzó a buscar propuestas de arte para levantar allí una estatua en recordación de “La Gorda”. 

¿Pero quién era esta mujer? 

Su nombre era Angelita Font González, una mujer sustancialmente voluptuosa que ganó el cariño de muchos añasqueños en la década de los años sesenta  por su carácter vivaracho y personalidad generosa. 

En el pueblo le apodaban de cariño La Gorda porque además de su gran masa corporal, siempre vestía con una túnica o bata ancha que resaltaba sus prominentes atributos femeninos. Muchos la recuerdan sentada en el balcón, con sus cachetes bien maquillados con “colorete”. 

Todo el barrio la quería y hasta de San Juan venían a comer de su cocina.

La gente siempre le decía a Ángela que ella trabajaba en Rincón y vivía en Añasco, pues su negocio Angelita’s Place -que era en su misma casa- ubicaba justo en la guardarraya entre estos dos pueblos del oeste de Puerto Rico. Por el negocio pasaba todo aquel que a orillas de la carretera se detenía a comprar pasteles, carne frita y otras degustaciones típicas del paladar boricua. 

“Cuando se daban las fiestas patronales, los muchachos bajaban del pueblo y paraban ahí a comer. Le decían: ‘Ángela, no tenemos chavos’. Y ella se paraba a cocinarles y al otro día venían y le pagaban”, comentó el alcalde.

La Gorda  era natural del barrio Hoya Mala de San Sebastián. Sin embargo, murió siendo añasqueña, según recordó su amigo de antaño, Bernardino González, quien destacó que “a pesar de que ella vivía sola allí, era una señora muy servicial”, comentó.  

Por su parte, la esposa de don Bernardino, Antonia Rivera Sánchez, la recuerda como “una mujer bien humanitaria. Se daba a respetar porque le daba de comer a todo el mundo”, comentó.

La ruta gastronómica que hoy pasa a tomar nombre en memoria de los atributos de “Ángela la Gorda”  es una de las principales atracciones turísticas de Añasco, según destacó el alcalde.

En este tramo de la PR-115 se encuentran el hotel Rincón Beach Resort, los restaurantes El Coche, Picoteo, Kaplash, La Fiebre, Rincón Criollo y demás cocinas que atraen a esa zona público de todas partes, aportando a la economía local.