Aunque aún son inciertos el cómo y el cuándo, de lo que sí está seguro el alcalde de Bayamón, Ramón Luis Rivera Cruz, es que cada niño y adulto que visiten el Parque de las Ciencias conocerán la historia del dueño y señor del lugar: el chimpancé Yuyo.

En primera instancia, el alcalde, así como el equipo administrativo del parque, habían estudiado la posibilidad de utilizar la piel del animal para desarrollar un robot a escala real con la tecnología animatronic. Sin embargo, la idea tuvo que ser descartada debido a que pasó mucho tiempo entre la muerte del animal y la hora que finalmente pudo ser preservado.

Así que barajando otras posibilidades y, obviamente, dejando volar un poco la imaginación, el alcalde llegó a la conclusión de que traería a Yuyo de vuelta a casa a través de un disfraz del chimpancé que sería personificado por uno de los jóvenes que se están reclutando para la reapertura del parque que viene cargado para el 2013 con una serie de modernas y educativas atracciones para grandes y chicos.

Sería una forma genial de que los niños, de cierta forma, interactúen con el pintoresco animal que cautivó a tantos desde sus años de mocedad hasta el momento de su muerte, el pasado 18 de abril, opinó el alcalde durante un recorrido realizado por las instalaciones que están en plena construcción.

“Yo lo puedo recrear ahí y hacemos la casa de Yuyo. Mandamos a hacer el disfraz completo y que sea un personaje para que Yuyo pueda interactuar con la gente”, detalló el ejecutivo municipal sobre la idea que analiza justo al ver la jaula vacía del animal.

El personaje, explicó, saldría de la parte posterior de la que fuera su jaula desde el 1987, cuando llegó al parque. La misma permanece prácticamente intacta, contrario a las que había en las cercanías que fueron derribadas para el desarrollo de un aviario, una de las nuevas atracciones del lugar.

Allí aún permanecen los juegos colgantes en los que Yuyo hacía sus peripecias y divertía a quienes lo visitaban, así como la placa que describe al chimpancé. “Este ejemplar es conocido como ‘Yuyo El Mono’”, dice el rótulo en bronce.

“Los empleados del parque que se están reclutando están tomando entrenamiento con unos muchachos que estuvieron trabajando para el Instituto de Disney por mucho tiempo”, abundó el líder político.

Y, mientras el alcalde decide cuál es la mejor alternativa para mostrarle al público el famoso chimpancé, aún se decide que se hará con las cenizas del animal que fue cremado y no sepultado tras concretarse los resultados de la necropsia que revelaron que Yuyo murió luego de sufrir un alza en sus niveles hormonales, provocado por una inusual excitación sexual que padeció durante el transcurso de la noche.

Una opción podría ser lanzarlas en la jaula donde vivió Yuyo, pero no está definido. Si se pone creativo, podría hacer otras cosas, pero en eso está pensando todavía.

“El historial que tiene Yuyo, conocido por tantas generaciones de puertorriqueños, pues siempre es un atractivo. Las generaciones que crecieron con Yuyo le van a decir a sus hijos: ‘Mira, este era el chimpancé que estaba en el Monoloro’. Tiene ya suficiente historia para que tenga permanencia”, indicó el alcalde.

“Podemos utilizar el personaje como un mecanismo para que también los niños aprendan a cuidar a los animales, que aprecien el planeta y entiendan que si no lo protegemos, se van a acabar la flora y la fauna”, agregó.

¿Qué fue Yuyo?

Yuyo cobró notoriedad para los años 80 cuando se escapó del Monoloro. Se cuenta que por un tiempo sembró el terror en el barrio Barrazas, en Carolina. En el 1987 fue capturado y, desde junio de ese mismo año, vivió en el Parque de las Ciencias, hasta su muerte, este año.

Hasta sus últimos días, Yuyo mantuvo su rutina diaria de forma normal y consumiendo las frutas y vegetales que le encantaban, como el brécol y el melón.

Era un amante de los cocos y tenía el arte de pelarlos con su boca y hacerle un agujero con sus dientes para tomarse el agua. “Le gustaba que uno lo tocara y le hiciera grooming, era como una socialización para él”, compartió en el pasado la bióloga Lourdes González, quien lo cuidó desde el 1993.

Siempre tuvo una fama de enamorao. Sus mejores días, en los que daba alarde de sus aires de seductor y se pasaba brincando de lado a lado, habían terminado hace algunos años. Sus últimos años se los pasó comiendo y descansando. Mejor dicho, echando panza, al punto que estaba 100 libras sobrepeso. También sufría artritis.

Por muchos años, su fiel acompañante fue su hijo Toby, quien murió hace tres años. Además de Toby, Yuyo tuvo una hija, Tamy, que nació en Bayamón, pero tuvo que ser trasladada al zoológico en San Luis, Misuri, ya que su madre murió de un infarto y en la Isla no había otra chimpancé que pudiera criarla.

Yuyo ha tenido tres grandes amores, por lo menos que se le conozcan. Judith, madre de Toby, y de una hermana gemela que murió al mes de nacida; y Katrina, la mamá de Tamy y con la que tuvo una relación furtiva.

Lo que hubo entre Katrina y Yuyo no fue amor, sino pura pasión por parte de él. A Katrina la preñó a través de los barrotes que los separaban en momentos en que los presentaban, proceso que se realiza debido a que los primates se dejan llevar por el olor de las feromonas para seleccionar a su pareja.

Su otro gran amor fue Susie, con quien también tuvo crías en los años en que era una atracción en el Monoloro.

Sin duda, al final, el cuerpo de Yuyo ya no mostraba un pelaje negro azabache ni mucho menos la agilidad de sus años de mocedad, pero lo que no cambió fue su magia de dibujar una sonrisa en quien lo conocía.