Rodeada por sus familiares, Alba Rueda Arenas no pudo contener el llanto al escuchar a Julio Rosario Morales declararse culpable ayer de agredir sexualmente y asesinar a su hija Carmela Lymarie Rosado Rueda, una vendedora de seguros y bienes raíces de Bayamón.

Desconsolada, Rueda Arenas se cubría parte del rostro con una mano mientras el acusado pedía perdón en la fría sala 606 del Centro Judicial de Bayamón, luego que la abogada Fremia Ceballos Morales, de la Sociedad para la Asistencia Legal (SAL), y las fiscales Paulette Lartigaut y Wanda Casiano, que se unió también al caso, llegaran a un acuerdo para evitar el juicio por jurado.

“Yo solo quiero ver si los familiares de la víctima me conceden el perdón. Estoy profundamente arrepentido por lo que hice y ahora tengo que pagar. Me voy de este tribunal tranquilo”, expresó con la voz entrecortada Rosario Morales, quien permaneció cabizbajo la mayor parte del tiempo.

El juez José J. Ramírez Lluch aceptó los términos acordados que convinieron reclasificar los cargos de asesinato en primer grado a un segundo grado, con una pena sugerida de 50 años de cárcel, y el de agresión sexual rebajarlo a tentativa, con una sentencia propuesta de 18 años y nueve meses.

“El acuerdo son 68 años con nueve meses. La edad del acusado son 47 años. Cuando hacemos la matemática, entendemos que nunca va a volver a salir ni a delinquir. Va a tener que cumplir con el Estado por los delitos que cometió”, señaló la fiscal Lartigaut a su salida de la corte.

Para cuando Rosario Morales cumpla su sentencia, tendría 115 años.

“La familia está sufriendo mucho y queríamos en conjunto buscar una alternativa que aminorara el dolor de este proceso”, señaló la representante del Ministerio Público.

Tras culminar el juicio, los progenitores de Rosado Rueda se fundieron en un prolongado abrazo mientras otros familiares se les acercaban para consolarlos. De igual manera, la progenitora, llorosa, abrazó a la fiscal.