La llegada de la “marejada de los muertos”, registrada ayer, lunes, ha activado al personal del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) para estar atentos a dos fenómenos que afectarán a la Isla, por lo menos, hasta marzo próximo.

Se trata de la erosión de las costas y la pérdida de bioluminiscencia en varias bahías del norte, sobre todo en Laguna Grande, en Fajardo, y Bahía Mosquito, en Vieques, indicaron el científico marino Ernesto Díaz, así como el doctor en planificación y gestión ambiental, Félix González Aponte.

La “marejada de los muertos” comienza en los primeros días de noviembre. Se le bautiza así porque en el segundo día del mes se celebra el Día de los Muertos. Se trata de un “oleaje de alta energía” que afecta principalmente a la costa norte y noroeste, y es provocado por la formación de frentes en América del Norte.

Díaz, quien es director del Programa de Zona Costanera y coordinador del Consejo de Cambios Climáticos del DRNA, señaló que con la llegada de estas marejadas, aumenta el riesgo costero, la erosión de playa, la pérdida de hábitat, así como la protección de vida y propiedad. Comentó que se espera que para marzo disminuya el efecto de este oleaje.

“Ese proceso de alta energía precipita la erosión de las costas… Monitoreamos muy de cerca el asunto, porque vemos que se exacerba año a año”, sentenció Díaz.

Precisó que antes se esperaba que en el periodo de verano, donde se registra “oleaje de baja energía”, se repusieran las zonas afectadas por la erosión. Dijo, sin embargo, que “año a año se ve menor la recuperación de estas playas”.

Díaz reveló que el área de mayor erosión se extiende desde Loíza hasta Vega Baja y en el municipio de Rincón.

Específicamente, detalló que la evidencia de la erosión se registra en Loíza; Isla Verde, Carolina, Ocean Park y Condado, en San Juan; Levittown, en Toa Baja; Vega Baja; Rincón; Arroyo; Fortuna en Luquillo, así como Zoní, en Culebra.

Ante los efectos de este periodo de marejadas, el científico marino mencionó que el DRNA, la Universidad de Puerto Rico y el Cuerpo de Ingenieros han comenzado a buscar alternativas “con miras a diseñar estrategia mediante nutrición y disipación de energía del oleaje”.

 “No se ha decidido por ninguna fórmula todavía”, manifestó Díaz.

En cuanto a las bahías bioluminiscentes, el ayudante especial del DRNA, González Aponte, señaló que es muy poco lo que se puede hacer para evitar el efecto de las marejadas. Señaló que es un proceso “natural” que lleva a la Bahía Mosquito, en Vieques, y a Laguna Grande, en Fajardo, a perder el brillo durante este periodo.

“Los dinoflagelados (que son los que dan la bioluminiscencia) tienden a habitar en las capas más altas de la bahía bioluminiscente. Cuando tenemos periodos de marea alta, similar como las que ocurren ahora en la marejada de los muertos que marca el inicio del invierno, cuando baja se lleva parte de los dinoflagelados mar afuera. Eso da un efecto negativo a corto plazo. Estos son procesos naturales”, explicó el experto.

Dijo que al DRNA lo que le resta es analizar el comportamiento.

“Ahora mismo tenemos una estación de monitoreo de calidad de Vieques”, afirmó el doctor planificación y gestión ambiental, tras explicar que el ecosistema tarda entre tres o cuatro meses para recuperarse de un evento de marejada.

González Aponte especificó que en la Bahía Mosquito recogen datos cada 15 minutos sobre la calidad del agua, el PH y el oxígeno disuelto, entre otras cosas.

En la isla municipio, el Fideicomiso de Conservación e Historia de Vieques también realiza un conteo de dinoflagelados gracias a donativos que recibieron de la Legislatura, dijo el funcionario.

“Este tipo de información nos va a arrojar más luz de cómo es el comportamiento de estos organismo en la bahía, cuáles son los patrones de cambio”, mencionó.

El funcionario dijo que esperan extender estos programas de monitoreos a otras bahías, como la de Fajardo y la Parguera, en Lajas, ya que cada una tiene condiciones particulares.