Familiares de los fallecidos cuentan cómo han logrado seguir viviendo

Yaiza sonrió... Pero el sonido contagioso que acompañó en más de una ocasión su hermosa curvatura en los labios pudo haber cesado hace un año en un terrible accidente.

La única sobreviviente de la tragedia de El Prado, que mañana 1 de febrero cumple su primer aniversario y que provocó la muerte de cuatro niños y dos adultos, cursa el kindergarten y se ha convertido en una parlanchina, juguetona y curiosa, a pesar de las huellas que ha dejado en su vida la ausencia repentina de su madre Raiza Calderón y de sus dos hermanas, Amanda Calderón y Laura Montalvo, de 10 meses de nacida y tres años, respectivamente.

Relacionadas

En el 2013 pudo encontrar experiencias agradables como la película animada Frozen, que curiosamente cuenta una historia algo similar a la suya porque se trata de una princesa que está sin su hermana. “¡Yo me sé la (canción) de Anna!: ¿Y si hacemos un muñecooo? Ven, vamos a jugarrr. Ya no te puedo ver jamás. Ya no estás. Parece que no estaaás...”.

Su abuela paterna, Yazmín Silva Rodríguez, contó que Yaiza Montalvo Calderón continúa en tratamiento psicológico porque “tiene sus altas y sus bajas... A veces me dice: ‘Dime mi hija’. ‘Mami, yo soy tu abuelita’ –le responde–. ‘Sí, pero yo quiero que tú me digas hija’. Ella está buscando cómo escuchar la palabra hija”, apuntó.

“Y hace muchas preguntas. Le dio una crisis y empezó a llorar. ‘¿Mami, qué te pasa?’ –le preguntó. ‘Es que yo me quiero ir para casa de mi mamá, de mis hermanas’ –le respondió. Uno le explica, pero a veces no encuentras ni las palabras”, añadió.

Yazmín no solo es su abuela paterna y madre, sino también padre porque su progenitor está en una prisión.

De igual forma, la mujer de 51 años ha estado con un estado de ánimo ambivalente al sentirse presa en el interior del apartamento que ocupa en el caserío, porque no deja de recordarle la desgarradora escena que aquel día se llevó los buenos momentos vividos en un pasadía en Isla Verde para Yaiza y su familia, además de su bisabuela Laura Vivas y sus dos primos hermanos, Génesis y Anthony Saldaña, las otras tres víctimas.

“Ya el día primero se cumple un año y para mí el tiempo ha pasado tan rápido… Yo lo tengo tan presente. No hay manera de cómo uno reponerse a esta pérdida todavía. Yo no me recupero. Todos los días los tengo presentes”, expresó.

“¿Sabes lo que es todos los días sentarte en tu balcón a mirar y encontrarte la escena a diario? Porque de aquí se ve tan cerca”, añadió.

Ha realizado gestiones para mudarse de El Prado, pero hasta el momento han sido infructuosas. Basta con salir a esa esquina de la casa para identificar el lugar de los hechos: seis cruces enterradas en la tierra de una isleta, que antecede el elevado de Trujillo Alto, mantienen vivo el recuerdo de la tragedia que provocó Jonathan Soto Bonilla, alias “787”, culpable de las muertes tras conducir a exceso de velocidad, de forma negligente y temeraria. Yaiza, sin embargo, aún desconoce el porqué de aquel monumento. “Todavía ella no sabe de ese cantito ahí, que están esas cruces ahí todavía”, compartió.

Pero te has mantenido luchando...

Eso es así, no me puedo dejar morir... Pero necesito manos amigas que me ayuden a salir de aquí.

Unido a su tío

Otra de las personas que sufre las consecuencias de ese día es Rafael Saldaña, padre de Anthony, de 6 años, y Génesis, de 9 años, y tío político de Yaiza. “Un largo año. No ha sido fácil, pero no imposible”, dijo Rafael.

El hombre de 42 años se ha refugiado en su fe que, a su vez, dio pie a la iniciativa Valientes PR que creó para promover la posibilidad que tiene el ser humano de cambiar las conductas que perjudican al prójimo. “Y no te estoy diciendo que estoy fuerte porque llegan unos momentos que los nervios... y tú te comes por dentro, pero camino, no me estanco”, dijo.

También encontró sanidad en el encuentro que tuvo con Jonathan durante el proceso judicial. “Tenía que liberarme de muchas inquietudes, de muchas preguntas...”.

¿Qué le preguntaste?

Que por qué.

¿Tienes la respuesta?

(Sintió que Dios le respondió) “¿Por qué tú crees que están acá?” Yo le dije (a Dios): “¿Por qué? Si eso era lo más que yo amaba. Yo quería lo mejor para ellos”. Y Él me dice: “¿Por qué tú crees que están aquí? No les va a pasar nada”.

Rafael comentó que cree en la rehabilitación de Jonathan, a quien dice haber perdonado porque “ya había sacado ese coraje, esas dudas, yo diría que el rencor”.

¿Cómo has lidiado con la ausencia de tus hijos?

Yo los tengo presente. Ellos están en mi casa... Me los imagino jugando por toda la casa.

¿Qué has aprendido?

A valorar. Hay mucha gente que no valora y no sabe que el dinero ni lo material es lo importante, lo importante son los momentos.

Yazmín y Yaiza, por su parte, continuarán sus vidas porque –dice su abuela– el “mundo no se detiene, tiene uno que continuar con su vida a pesar del dolor tan fuerte que uno está pasando”.

Yaiza podría seguir buscando quien la llame hija o, además, a quien llamar hermana, lo que ya hace con una conocida. La niña contó a Primera Hora que “me encanta... jugar con mi hermana, con mi propia hermana... Tiene una bicicleta... y corremos afuera de la calle, sí, pero a nosotros no nos pasa na’. Nos echamos pa’l la’o de acá, de la orilla, y pues cuando pasa un carro nos vamos por la orilla y cuando no está pasando ningún carro corremos”