Ha estado vinculada al baile desde los tres años de edad

Ser artista en un país donde no existe una política cultural estructurada podría compararse con el acto de dar un salto al vacío, siempre que se quiera vivir de las artes.

Y si encima eres representante de la danza por más de 20 años a nivel profesional, entonces, habría que nombrarlo como una hazaña.

María D. Villanúa, conocida como Lolita Villanúa, conoce de primera mano el significado de la palabra “crisis”, porque “es el tiempo de la danza” y del arte en general.

La directora de la compañía de danza contemporánea Andanza está vinculada al baile desde que tenía tres años. Cuando tuvo uso de razón, ella nunca se cuestionó el porqué tomó el camino de la danza, aunque más tarde descubrió que la magia de pisar un escenario en compañía de sus amigos y colegas bailarines era lo más emocionante.

“Mi mamá me decía que, cuando estaba en el corral, bailaban frente a mí y yo siempre pedía más y bailaba”, dijo la hija única de la escritora puertorriqueña Ana Lydia Vega y el escritor y fotógrafo francés Robert Villanúa sobre su acercamiento al baile.

Por los lazos de sus padres con distintas disciplinas y culturas, Lolita creció en un hogar multicultural. “Me expusieron a todo tipo de arte, no solo a la danza. Era un ambiente muy creativo. En Francia (tenía cuatro años), vivíamos encima de una tienda de antigüedades y había muñecas gigantes con vestuarios, que eran mis disfraces. Hay una infinidad de fotos mías disfrazada con mis papás. Era un ambiente de juego y de experiencias”, recordó sobre las imágenes intactas en su memoria.

Ese convencimiento de la importancia de las artes en la vida de las personas logró la compañía y la escuela de Andanza y que residenciales y comunidades formen parte del programa Danza con Andanza. Después de cursar un bachillerato en lenguas extranjeras de la UPR y culminar sus estudios de maestría y doctorado en Brown University, al tiempo que se mantenía como bailarina, Lolita tenía proyectos en su país.

La ex bailarina de Ballet Concierto y del Grupo Corpo en Belo Horizonte, Brasil –donde formó parte de intercambios y desarrolló sus investigaciones– fundó en 1998 la compañía Andanza, a la vez que se creó la escuela.

“Cuando regresé de Brasil, estaba en el mejor momento. Había dos compañías (Ballet Concierto y Ballet de San Juan), pero estaba dedicada a la danza contemporánea. Tenía que hacer mi proyecto o dejar de bailar”, explicó.

“La meta era aportar a la profesionalización del bailarín con un salario, que pudiéramos vivir de eso y desarrollar la danza contemporánea. En ese momento, había proyectos sueltos y artistas independientes, pero no una compañía formada. Si quieres tener una compañía, futuros bailarines y un público que tenga acceso a la danza, tienes que crear un programa educativo”, añadió quien se despidió del escenario en el 2007.

Lolita admitió que, cuando piensa en Puerto Rico, la educación es lo primero que se debe atender para un nuevo rumbo. “La educación es la base de todo y deberían estar integradas las artes como una materia en sí misma. Una clase de danza, música, teatro, hasta de algo tan básico como civismo para respetarse son esenciales”, mencionó.

El panorama actual del País no la desalienta porque al provenir de la danza, fruto de la autogestión, siempre ve luz al final del túnel. “Si ahora se implantaran unas políticas culturales, económicas y educativas adecuadas y se controlara el malgasto de dinero, hay luz. No es algo que tendrá un resultado inmediato, pero habría que hacerlo ya. La educación debe ser algo prioritario y el valor de las artes para que tengamos un pueblo creativo y pensante”, puntualizó la coreógrafa, de 44 años.

¿Cuál ha sido la experiencia en los residenciales?

Danza con Andanza nació en el 2002 en lugares marginados que nunca habían estado en contacto con el arte, de forma estructurada en un taller y reflexionando. Todas las edades reciben la danza con los brazos abiertos. Pero hay que saber identificar preferencias, porque tú no puedes imponerle a la gente un arte porque piensas que es importante, no rendiría fruto.

“Lo difícil del baile es que es una disciplina que requiere tiempo. No es un aprendizaje inmediato y esa paciencia y perseverancia, hoy en día no son comunes porque es el mundo de lo rápido, el éxito rápido. En el baile hay que ir lentamente, por lo que tratamos de quedarnos un tiempo para ver ese progreso de esos estudiantes”, señaló quien junto con sus colegas lleva dos años en la escuela elemental de Luis Llorens Torres, donde, aseguró, los alumnos son sensibles y disciplinados.

¿Por qué el Gobierno no apuesta a las artes?

No llega el mensaje a los que estructuran una política cultural y por falta de representación. Es que no hay una política cultural para las artes, aunque algunas han sido beneficiadas, como la música y las artes plásticas. Eso no ha sucedido con la danza. Es una falta de conciencia y educación en esa disciplina y más en un país caribeño, danzante.

Siempre que reflexiona se asoma su optimismo. Por tal razón, Lolita confía en que está surgiendo un gremio de la danza tras un encuentro con la Comisión para el Desarrollo Cultural. “Se hacía inminente unirnos. No hay sala de danza, museo o galería. Hay mucho trabajo. Eso es intimidante y paralizante, pero hay que ir paso a paso”, dijo al dejar entrever su filosofía de nunca paralizarse ante los desafíos.