San Lorenzo. Quisimos buscar el otro lado de la aventura detrás de los four tracks e ir más allá de las tragedias vinculadas con este tipo de vehículo todoterreno.

El lugar recomendado por los fanáticos de este deporte extremo fue San Lorenzo, donde cada domingo llegan decenas de apasionados de los todoterrenos a participar de diversos modos de recreación que van desde las famosas “corridas” (caravanas de negocio en negocio por las zonas rurales) hasta las aventuras monte adentro, donde el vacilón es cruzar ríos y áreas fangosas.

El primer punto de encuentro fue en el colmado El Almendro, donde su propietario Daniel Llanis –un aficionado a los deportes extremos– tenía organizado el segundo chinchorreo en motora, el cual irónicamente es mayormente concurrido por personas a bordo de four tracks. El plan de la actividad celebrada ayer fue recorrer desde la zona rural lugares como Patillas, Arroyo, Juncos, entre otros pueblos limítrofes.

“En el camino nos paramos a comer en algunos negocios y hacemos lo que se conoce como chinchorrear”, explicó Llanis, quien en esta ocasión hizo el tour a bordo de un Polaris, un todoterreno en forma de carro en el que viajó el hombre con su esposa, Yesenia Santiago, y sus hijos, Camila y Diego, de siete y cuatro años, respectivamente.

“Hay unas normas establecidas y un patrón que todos tienen que seguir, y el que no las obedezca se le llama la atención”, dijo, por su parte, Santiago.

Aunque organizado, este diario pudo observar que muy pocos de los conductores que participaron de la actividad llevaban cascos y otros equipos de protección y seguridad. Por otra parte, se observó a otros pocos consumiendo bebidas alcohólicas mientras conducían.

Además, muchos conductores regulares parecieron molestarse por el tapón ocasionado en la vía pública. Actualmente, la Ley de Vehículos y Tránsito (Ley 22) establece que estas máquinas no deben discurrir por vías públicas y solo permite su uso por “caminos vecinales” y “zonas rurales”.

Aventura en el monte

Entrada la tarde, nos trasladamos a la zona de entretenimiento conocida como El Gravero, en San Lorenzo, lugar donde todos los fines de semana llegan los fiebrús de este deporte en sus enormes máquinas de cuatro ruedas para hacer maniobras peligrosas en monte adentro.

En el hermoso lugar se observaban familias completas disfrutando del pasadía, en el que la atracción principal es cruzar ríos y áreas con lodo.

“Nosotros venimos casi todos los domingos... el vacilón es enfangarse y luego venir a bañarse al río”, dijo a Primera Hora Francisco Dávila, quien hizo una demostración de sus habilidades al conducir el vehículo mientras su esposa y sus tres hijos menores de edad lo ovacionaban sentados en unas piedras a la orilla del río.

Aunque el ambiente era de alegría, llamó la atención ver a menores sin protección corriendo vehículos por la zona boscosa. De hecho, algunos padres admitieron la peligrosidad del asunto, pero confiaron más en las “destrezas” al volante de sus niños.

Un movimiento

Simultáneo a las actividades que se efectuaron ayer en San Lorenzo se llevaron a cabo otros eventos para los fanáticos de este deporte en otros puntos de la Isla como Bayamón, Guayama y Cabo Rojo.

Usualmente, se anuncian a través de Facebook, en que una de las páginas con mayor número de seguidores (29,547) es Somos La Plaga ATV.

Basta con echarle un vistazo a la página para percatarse de la cantidad de personas que asisten semana tras semana a estas actividades extremas que atraen desde el más chico hasta el más anciano.

Precisamente, tomando en consideración la proliferación de este deporte, es que se debe poner nuevamente sobre la mesa si es prudente o no legislar para establecer reglas y penalidades más estrictas con aquellos que con su irresponsabilidad podrían poner en riesgo la seguridad de los que buscan divertirse sanamente.