Con una invitación a luchar por sus sueños, a no rendirse y aprender de los fracasos, Benicio del Toro se dirigió a los estudiantes que formaron parte de la centésima segunda ceremonia de grados del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM).

El reconocido actor fue el orador invitado del evento, que se llevó a cabo este viernes en el Coliseo Rafael Mangual del Colegio y que confirió grados a más de 1,800 estudiantes.

Ataviado con una toga negra y verde, distintiva de los colores del Colegio mayagüezano, Del Toro repasó en su mensaje de cerca de 20 minutos algunas de las dificultades por las que atravesó cuando comenzó en la carrera de actor y cómo su perseverancia lo mantuvo enfocado en su sueño, no en las piedras que se encontraba en el camino.

“Ustedes han trabajado duro para llegar aquí. Yo también he trabajado duro para estar aquí con ustedes… A mí nadie me enseñó a fracasar, pero la carrera me enseñó lo importante que es fracasar. Fueron tantos los fracasos que aprendí rapidito”, destacó Del Toro al inicio de su discurso.

“En los fracasos es donde uno verdaderamente aprende. Aprendí a no tenerle miedo. Sin fracaso no hay triunfo, así que cuando lleguen esos momentos de fracaso, que van a venir, no te arrepientas, no te rindas y no pierdas el ánimo. Solo aprende de ello para superarlo y volver a empezar de nuevo con el mismo amor”, manifestó Del Toro, arrancando aplausos de los presentes.

El premiado actor recordó cuando apenas dominaba el inglés y las veces que fue discriminado por su origen latino. Reveló que incluso le pidieron que cambiara su nombre porque sus representantes lo consideraban una desventaja.

“Para mí eso era como olvidarme de donde yo vengo, de mis raíces y de mi identidad. Era quitarme el orgullo que yo siento por todos los puertorriqueños y latinos que yo admiro y respeto… Mi experiencia me ha enseñado que si se te olvida de dónde vienes, puedes perder la sensibilidad. Nunca olviden de dónde vienen”, compartió con los presentes.

Indicó que fue luego de su trabajo en la película Traffic,  del director Steven Soderbergh, que comprendió la importancia de conocer dos culturas y derrumbar el mito de que ser latino era desventajoso. Fue con su desempeño en ese filme que ganó su primera estatuilla del Oscar como Mejor Actor de Reparto por su interpretación de “Javier Rodríguez”, un policía de la frontera mexicana.

Por otro lado, les recordó a los graduandos que alcanzar una meta como completar la universidad trae consigo un deber mayor.

“Ahora son líderes, dan ejemplo, han triunfado. Pero con el triunfo llega la responsabilidad. La responsabilidad empieza con uno mismo… si te respetas a ti mismo te van a respetar”, destacó el invitado especial, quien en su juventud inició estudios en comercio de la Universidad de California, San Diego.

“Les voy a confesar algo. A mí me conocen como actor, pero verdaderamente soy intérprete. Interpreto personas e interpreto cuentos. Y he estado interpretando mi vida”, subrayó.

“Podríamos usar la metáfora de que todo en nuestras vidas es un cuento. Y ese cuento está escrito por muchos escritores: tus sueños, tus ideas, tu familia, tus amistades, tus éxitos, tus fracasos, tu suerte tu cultura, tu fe… Pero solo existe un intérprete de sus vidas. Y ese intérprete eres tú. Y mañana ustedes empiezan un capítulo nuevo de sus vidas. Háganse dueños de sus sueños y defiendan sus ideales. Con un poco de paciencia, interpreten sus vidas… Ayer, ahora y siempre Colegio”, concluyó.

Emotiva ceremonia

En la ceremonia, que entre los más de 1,800 graduandos se confirieron 155 grados de maestría y 22 doctorados, también arrancó aplausos el presidente de la Universidad de Puerto Rico, Uroyoán Walker, cuando en medio del discurso, hizo alusión a la situación política que enfrenta el país y el rol de los futuros profesionales en su desarrollo.

“Ustedes tendrán la oportunidad de crear un país nuevo. Un país que nos sirva para vivir una mejor vida. La PROMESA de Puerto Rico no está en el Congreso de Estados Unidos. La PROMESA de Puerto Rico está en nuestra juventud”, manifestó Walker ante vítores de los presentes.

Por su parte, el rector del RUM, el doctor John Fernández Van Cleve, destacó que “Ustedes han recorrido un largo camino de cuatro años. Tal vez cinco, seis o siete para otros. Pero lo importante fue que perseveraron porque hoy están aquí y son portavoces de que son lo mejor de lo mejor”.

La ceremonia de la mañana contó con la presencia de algunos de los miembros de la clase graduada de 1966, en su 50 aniversario. Además, se otorgó un grado póstumo de bachiller en Ingeniería Mecánica al estudiante Rubén Franco Cruz.

Durante la sesión de la tarde, se confirió un grado de profesor emeritus al doctor Agrimiro Ruano Laiglesia, humanista y teólogo español, estudioso de la vida y obra del prócer mayagüezano Eugenio María de Hostos; y un grado de doctor honoris causa al profesor Eugenio E. Toro Toro, a quien se le reconoce como el “padre de la fruticultura puertorriqueña”.