La miró y le tiró una guiñá.

Esa noche, Beyoncé y Angelí se convirtieron en cómplices. Fue uno de esos encuentros en los que la cantidad de tiempo deja de ser relevante ante la asombrosa realidad de vivir algo que parecía inalcanzable, no solo por ser una entre tantas fanáticas de la diva internacional, sino porque desde agosto pasado enfrenta un espinoso capítulo en su vida, aunque para ella, afirma, es el “mejor campeonato” que le ha tocado competir: la lucha contra el cáncer.

La emoción la inundó tanto que el mismo día que las taquillas salieron a la venta, Angelí Rivera Ortiz, de 16 años, aseguró su espacio para cantar, bailar, brincar y saltar canciones como Single Ladies sin saber que pocos meses después un diagnóstico de linfoma de hodgkin podría haber destruido su ilusión.

Relacionadas

“Papi, de verdad, quiero ir”, le dijo a Angelo Rivera.

Se le ocurrió entonces hablar con un amigo y productor relacionado con el evento, Javier Gómez, para verificar la posibilidad de entrar por un lugar que la alejara de la multitud, para evitar comprometer su salud. Lo intentó y lo logró, pero, para sorpresa de Angelí, una cosa llevó a la otra, porque a Javier se le ocurrió la posibilidad de que conociera a la cantante. Fue así como pasó de “arena principal” a VIP, no sin antes colocarse una pulsera del staff y otra que decía The Mrs. Carter Show World Tour. “Una hora antes estuve con el equipo (...). De momento me dicen: 'Ven acá un momento. I think she is ready. Me entran al cuarto, que vendría siendo el camerino de ella, y estaba recién terminada de maquillar, y pues ahí la conocí”, cuenta.

Busca la entrevista completa en la edición impresa de Primera Hora.