Es tan reprochable como el bullying cara a cara, pero la posibilidad de difusión le añade un daño potencialmente ilimitado. Con la tecnología llegó el cyberbullying y, si se toma en cuenta el fácil acceso a herramientas tecnológicas, son muchos los estudiantes que se pueden convertir en las víctimas o en los victimarios.

La modalidad de cyberbullying parece estar en aumento en Puerto Rico, según los hallazgos de un estudio hecho con alumnos de escuelas públicas y privadas en las que un porciento significativo de los encuestados reconoció haber sido acosado, por lo menos, a través del celular.

La doctora Maribel Rivera Nieves, autora de la investigación cuya presentación será en unos meses, considera una cifra “demasiado alta” que el 18 por ciento de los estudiantes de colegio y el 16 por ciento de los de escuelas públicas hayan respondido que habían sido molestados por celular “dos o más veces por semana”.

“Prácticamente, lo que me está diciendo es que sí hay cyberbullying. En ese sentido, tenemos que buscar las herramientas”, señaló la fundadora de PR Stop Bullying.

Un elemento esencial para el ciberacoso es el acceso a la tecnología que lo permite. En los resultados preliminares del estudio, un 94 por ciento de los estudiantes dijo que tenía celular. “En las públicas, que también fue impresionante, es un 59 por ciento”, dijo sobre la cifra. “Nuestros estudiantes, indistintivamente, sí tienen celular y eso es bastante llamativo. Estamos hablando de séptimo y octavo grado”. Aclaró, no obstante, que el poco acceso a la tecnología no impide el ciberacoso, simplemente lo limita.

Interesante es que, al menos en papel, Educación prohíbe los celulares en las escuelas.

Inés Rivera, directora del programa de Trabajo Social del Departamento de Educación (DE), aseguró que la restricción existe, “pero a quien le toca hacerlo no lo hace”. “Nuestra realidad es que, si alguna agencia tiene reglamentaciones, somos nosotros”, expuso.

A la pregunta de si habían sido acosados con alguna herramienta tecnológica como el celular o la cámara de vídeo, entre otras, un 24 por ciento de los estudiantes de colegio que completaron la encuesta dijo que sí. En las escuelas públicas es un 15. “No me atrevería a decir que lo económico es un factor determinante, pero sí está relacionado”, expuso.

En la encuesta, un 15 por ciento de los estudiantes de escuela pública reconoció haber molestado a algún compañero por medio de alguna herramienta tecnológica; en los del colegio esa cifra fue de un 10 por ciento.

Según la doctora, “lo que se está dando mucho es la suplantación”, una práctica en la que se utiliza el nombre de otra persona o uno ficticio para chatear y empezar rumores sobre alguien. “Entrar información sí saben cómo hacerlo, por lo tanto, hay más apertura para que se den unas cosas”, señaló Rivera Nieves.

“Esta investigación ratifica la anterior que hicimos. Es acoso escolar, pero con otra modalidad. Prácticamente es lo mismo, pero el cyberbullying va vertiginoso”, indicó al hacer referencia al estudio Las voces de la adolescencia sobre el bullying, realizado por ella en 2010.

La abogada Irlanda Ruiz Aguirre, quien ofrece conferencias sobre bullying y cyberbullying, advirtió que, aunque no están constituidos como delitos, hay alternativas para llevar un caso de cualquiera de estas dos modalidades.

“Las redes sociales son abiertas a todo el mundo. Si tú violentas esos términos del contrato, ahí yo tengo evidencia para llevar un caso. Es lo mismo del bullying, pero llevado a las redes sociales. Te puedo demandar en tu carácter privado”, afirmó.

Ruiz Aguirre advirtió que las escuelas deben tener mucho cuidado porque si el ciberacoso se da desde ese espacio y dependiendo de qué consista, entonces puede entrar el discrimen. “Si supieran lo que implica, se ajustarían los pantalones”.

Rivera afirmó que desde noviembre se creó una unidad anti-bullying y que en cada región educativa ubicaron un trabajador social que, se supone, procure que se siga el protocolo de intervención. “Cuando se identifica la situación de bullying, el director tiene que intervenir con la víctima y el agresor”, dijo sin especificar si lo mismo aplica al ciberacoso.

“Lo que estamos viendo es que los padres van en la misma actitud del agresor”, reveló y añadió que los padres de la víctima pretenden que inmediatamente se expulse al victimario. “El agresor va a llegar con su abogado para decir que el derecho a la educación va por encima”.

Sobre las expulsiones, la abogada Ruiz Aguirre recordó que “siguen siendo menores, menores con conductas que hay que corregir”.