Rafael Cancel Miranda rememoró ayer las emociones que lo invadieron en 1979, igual que el jueves invadieron a Oscar López Rivera cuando avistó por la ventanilla del avión la isla de Puerto Rico.

Aunque Cancel Miranda regresó a Puerto Rico ya indultado y López Rivera termina la conmutación de su sentencia en mayo próximo, ambos luchadores independentistas, retornaron a la Isla, luego de cumplir largas condenas en cárceles de los Estados Unidos.

“Es difícil recordar, pero esa primera noche tiene que haber sido difícil. Salir de una celda a la patria con los seres queridos, con el pueblo, no podría describirla ahora porque hay cosas para las que no se encuentran palabras. Hay emociones  que van más allá de las palabras. Creo que esta es una de esas emociones”, sostuvo Cancel Miranda, en entrevista con Primera Hora.

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“Mi pueblo vive, mi pueblo no está muerto”, dijo  que fueron sus primeras palabras aquel 10 de septiembre cuando arribó a suelo boricua junto con los también exprisioneros nacionalistas, Lolita Lebrón e Irving Flores, tras ser indultados por el entonces presidente Jimmy Carter, luego de cumplir largas sentencias en prisión por el ataque a tiros al Congreso de Estados, el 1 de marzo de 1954. El cuarto miembro del grupo, Andrés Figueroa Cordero, ya había muerto de cáncer.

Igual que Oscar, Cancel Miranda narró que miró emocionado por la ventanilla del avión que lo transportaba junto con sus compañeros nacionalistas y pudo ver la geografía de la Isla. 

 “Para mí la emoción más grande fue cuando vi tanta gente esperándonos con banderas”, sostuvo. 

“No estaba viendo a un pueblo ni destruido ni rendido, sino con esperanzas. El que levanta la bandera nuestra está en pie, no está derrotado y ese día yo vi cientos de banderas nuestras. Esa fue la emoción que puedo recordar que más me impactó”, describió Cancel Miranda.

Dijo que del aeropuerto Luis Muñoz Marín fueron trasladados hasta la tumba del líder nacionalista, Pedro Albizu Campos, en el cementerio María Magdalena de Pazzis en el Viejo San Juan.

Relató que llegaron “sin una condición y gracias a la campaña de la gente y a un canje de prisioneros” que hubo entre el gobierno  de Cuba y la administración Carter. 

“Estoy seguro que Oscar hubiera querido salir directo a la gente y abrazarla y darles las gracias y no pudo hacerlo. Pero, no lo culpemos. Él hubiera  querido mezclarse”, dijo Cancel Miranda, al censurar las rígidas condiciones impuestas por el Negociado Federal de Prisiones a López Rivera.

 Ayer en su primer día en la Isla, a López Rivera se le colocó un grillete electrónico y tiene que mantenerse en la residencia de su hija Clarisa en confinamiento domiciliario, sin entrevistas y sólo  con salidas autorizadas, hasta el 17 de mayo, cuando se le conmuta la pena. Tampoco puede relacionarse con personas que han sido convictas de delito, lo que incluye  a otros exprisioneros políticos.

“Sé que hay condiciones, pero creo que se salieron más allá. Creo que aquí exageraron , quizás para que no vieran al Oscar real, al Oscar de verdad. Parece que desde allá arriba los que controlan la cosa no querían que el pueblo viera al verdadero Oscar conversando y riendo, al ser humano”, expresó Cancel Miranda. 

“Es abusivo, casi sadístico, hay mucha maldad detrás de eso. ¿Por qué no podía saludar a su gente y aunque sea sonreir? Exageraron la nota, como diríamos aquí”, cuestionó el exprisionero nacionalista.

“Ese era un momento que parece que alguien no quería que se grabara, ni se tuviera público ni se pasara para afuera que el pueblo lo recibiera con cariño. Oscar se convirtió en un ser emblemático para muchos y al haber mucha gente abrazándolo y saludándolo, era como saludar a un hijo querido”, expresó.

Cancel Mirada estuvo 28 años en prisión, 25 por el ataque al Congreso y los restantes por negarse a servir en el Ejército de Estados Unidos.

Relató que  a su regreso a la Isla en 1979,  encontró otro Puerto Rico y lo que más le impactó entonces, fue ver las casas con rejas. “Cuando yo salgo de la prisión creía que no iba a ver más rejas  y la primera casa que entro y por donde quiera  eran rejas. En mis tiempos eso no existía”, recordó. 

“Eso me chocó porque era como estar en la cárcel”, indicó para agregar que las rejas en las casas  le impactaron tanto que le dedicó uno de sus poemas: “Donde está aquel pueblo mío”. 

También le chocó ver las cadenas de fast foods, sustituyendo “negocios puertorriqueños”. 

Contó además, que añoraba nuestra comida criolla. “No puedo recordar con exactitud  porque han pasado 37  años, pero no me extrañaría haber pedido unos pastelitos, un arrocito con habichuelas o un arrocito con gandules, después de haber comido tanta comida gringa”, dijo Cancel Miranda.

Subrayó que después del 17 de mayo espera poder conversar con  López Rivera. 

“De ahí en adelante estará libre, aunque él siempre fue un hombre libre. Hay hombres y mujeres que son libres dondequiera que estén, más libres que muchos que andan por ahí con carritos de lujo, pero tienen la conciencia encarcela'. Oscar fue un hombre libre, como yo lo fui”, afirmó el exprisionero nacionalista.