Toa Baja.- Si una escuela está preparada para enfrentar un desastre natural, como un terremoto o un tsunami, esa sería la Academia Espíritu Santo de Toa Baja.

Por estar a pasos de la orilla del mar, frente al balneario de Toa Baja, la administración del plantel se ha tomado tan en serio los preparativos que ya forma parte del currículo regular de las materias que se enseñan en los salones de clase.

"En caso de una emergencia, nos va la vida", expresó Nilsa González, directora de la academia. 

La meticulosa coordinación del plan, que está a cargo de Jannette Córdoba, quedó reflejada este jueves, durante el simulacro denominado "el Gran Shake Out", que se lleva a cabo cada año para esta fecha a nivel de todo los Estados Unidos y territorios.

Para la edición de este año, de Puerto Rico se registraron aproximadamente 566,000 participantes, incluyendo las escuelas de Toa Baja, municipio que vio más comunidades incluidas en la zona de impacto de tsunami tras añadirse tres metros en el nuevo mapa de riesgo publicado el año pasado.

"Casi un 70% de la población de casi 100,000 habitantes tiene que saber su plan de emergencia", destacó el alcalde Aníbal Vega Borges. 

"Nosotros cogemos esto (los simulacros) en serio. No es una broma", agregó el ejecutivo municipal, quien observó el simulacro en la Academia, junto a personal de la Agencia Estatal para el Manejo de Emergencias y Administración de Desastres.

A las 10:16 a.m., sonó la sirena ubicada en la carretera PR-165. De inmediato, los estudiantes se colocaron debajo de sus pupitres, cumpliendo con el mensaje del "Shakeout", de "agáchate, cúbrete, agárrate".

Según Córdoba, durante el año dedican mucho tiempo para este adiestramiento, que incluye el desalojo. Aunque hoy no se realizó, pues no era parte del ejercicio, resaltó que no sólo lo practican anualmente, sino que ya está ajustado al nuevo mapa de impacto de tsunami y han llegado a la distancia requerida en tan solo 16 minutos. El tiempo que más deben tardar es de 20 minutos.

"Nuestros niños ya están en automático", sostuvo Córdoba. 

Por su parte, González reconoció que no sabe "cómo voy a reaccionar, pero los hemos preparado para que ellos, si nos ven 'frizados', puedan reaccionar". 

También han adiestrado a los estudiantes de escuela superior a ayudar en el proceso de desalojo de los menores.

Mientras, en los salones de los niños más pequeños hay mochilas de emergencia de cada estudiante, con artículos de primera necesidad y material con información para contactar a familiares.

Para los estudiantes mayores, que se mueven de un salón a otro, en cada uno hay mochilas genéricas que se pueden llevar en caso de una emergencia.

Pese al complicado proceso de preparación cuando involucra a menores, las educadoras expresaron que el reto mayor ha sido lograr que el mensaje sea internalizado en los hogares de los estudiantes.

"Ahora mismo, les puedes preguntar y ellos te saben decir todo, paso por paso. Pero a veces ellos mismos te dicen: 'Ah, pero es que mi papá no lo cree, no va a pasar'. Una le dijo a mi compañera: 'Mi mamá no lo quiere hacer, porque eso no va a pasar'. Eso ha sido lo más difícil, pero con mucha comunicación con los papás, explicándoles, hemos ido pidiéndole que escuchen a sus hijos", dijo Córdoba.