¿Recuerda usted la primera vez que sintió maripositas en el estómago al ver a esa persona que le gustaba?

Quizás le sudaban las manos, sentía nervios, ganas de reír, pensaba que el mundo era maravilloso y hacía miles de planes para el futuro…

¿Imagina lo que sería que esas sensaciones las pudiera tener por siempre? 

Pues prácticamente eso es lo que viven todos los días -con la complicidad de sus familias- varias parejas con Síndrome Down que no se amilanan ante nada y con mucha alegría proclaman su amor.

Se cogen las manitas, se dan besitos en las mejillas, corren, se hacen bromas, se abrazan, es como ver adolescentes con su primera ilusión de amor. Y  a sus padres esto les recuerda la importancia de mantener viva esa llama afectiva.

Todo por ella

Carmen Burgos cuenta que no esperaba que su hijo José Andrés de León Burgos, de 44 años, se enamorara de Alejandra María Marxuach, de 26. Dice que esos días en que su retoño sabe que se van a ver, se acicala más que nunca y se quiere poner la ropa más bonita.

“Todo lo hace pensando  que ella va a estar presente y lo va a admirar y la ve constantemente porque cogen clases de pintura juntos”. Comenta que la pareja además  participa en una liga especial de bowling y de múltiples eventos que organiza la Fundación Puertorriqueña Síndrome Down, así como de actividades junto a otros padres.

Y tan comprometido se siente José Andrés con Alemari, como le dicen a ella, que una semana antes de San Valentín ya le había  dicho a su mamá que lo ayudara con el regalito que le dará en este día.

“Para mí fue una sorpresa pero ellos también tienen la oportunidad de expresar esos sentimientos como los tiene todo el mundo. Ellos son iguales, tienen esos sentimientos y la realidad es que se trata de una amistad sana, bien pura, un noviazgo pero bien sano. Ellos se aman. Él se pasa diciéndole que la ama y yo tengo que apoyarlo porque ellos tienen derecho”, dijo en una entrevista previo a que iniciaran su  juego de bowling.

Según Carmen, ellos comparten mucho, se sienten felices y para ella no hay mayor alegría que ver que su hijo está bien y comparte  sentimientos afectivos con alguien que le corresponde.

Alemari, quien se expresa con mucha formalidad, contó que lo conoció cuando ella tenía 13 años. 

“José Andrés, siempre que yo decía en mi mente que él verdaderamente empezó a enamorarse y yo coincidí con él”, expresó la joven.

“Yo amo a Alemari”

Él la interrumpe para decir: “a mí me gusta mucho ella... se porta bien, sí”.

Y tras mirarla un momento agregó: “Yo amo a Alemari, la amo”, dijo como para enfatizar la fuerza de su sentimiento.

“Ella (Alemari) está muy pendiente a él y a veces lo regaña cuando él no está haciendo algo bien y yo pienso: ¡ay, qué bien! La relación de ellos es bien especial, ellos tienen los mismos derechos que nosotros”, afirmó Carmen. 

La historia de Nilda y Ricardo

“Yo lo veo, yo soy la novia, él es mi novio y llevamos 13 años juntos y lo quiero mucho. Jugamos bowling, pintura”, así resumió Nilda E. Velázquez Ortiz de 42 años su relación con Ricardo Rodríguez Torres. 

“Nilda, yo te quiero. Eres mi amor”, le contesta él mirándola con intensidad mientras le echa el brazo.

La madre de Ricardo, Lydia Torres, siente que fue ayer cuando  ambos comenzaron a compartir más frecuentemente que con el resto de sus amistades.

“Estábamos hablando y yo  digo: ¿Cómo? ¿¡Casi quince años ya!?... Pues sí, más o menos eso llevan. Empezaron (a verse) en la fundación en las clases de baile y de  pintura y cada vez en cada fiestecita están siempre juntos. Bailan y gozan muchísimo siempre así”, contó con una gran sonrisa.

Lydia expresó que hace muchos años no pensó que sería posible que su hijo pudiera tener algún vínculo amoroso especial, por lo que atesora la relación que dentro de sus posibilidades ha desarrollado.

“Me siento contenta porque por lo menos  ellos disfrutan de su momento, como lo hacíamos nosotros de jóvenes, ellos también tienen derecho. Ellos se portan muy bien, son bien tranquilitos. Y sienten igual que nosotros también. Él se emociona y siempre está loco por llegar a la bolera”, indicó.

“Él está pendiente a donde está ella, si la ve de lejos le levanta su manita  como quien dice 'mira estoy aquí’”, agregó. 

Con fecha de boda Alexis y Christie

Para Alexis Martínez de 33 años y Christie Marie Medina de 39, el cariño que se tienen  y el tiempo que llevan de novios es suficiente para que fijen una fecha de casamiento: el 30 de febrero... de algún año.

El padre de ella Gilberto Medina Orlandi, lo dice y se carcajea, mientras que ellos se muestran felices.

Ambos se conocieron en la escuelita Nilmar que después pasó a ser Coderi.

Tanta es la familiaridad que Alexis, sin ninguna ceremonia le dice Tito a su suegro, como si saludara a un amigo más, no como si fuera el padre de su “futura esposa”.

“Es una relación bien bonita, bien inocente. El noviazgo de ellos es cogerse las manos darse un besito, ir al cine con el grupo, nosotros  en el grupo damos muchos viajes y los llevamos a muchos sitios. O sea, que ellos disfrutan de una vida completamente igual que los llamados típicos. Ellos son especiales”, dijo don Gilberto.

Christie quien ganó múltiples medallas en eventos de natación durante las Olimpiadas Especiales en China cuenta que está algo preocupada porque tenía un trabajo pero fue despedida por Ley 7.

Ahora trata de buscar otro empleo para poder seguir compartiendo con Alexis.

“Ellos son bien disciplinados mucho más que los típicos y lo que aprenden no lo olvidan. No le faltan el respeto a nadie. Si le dicen a tal hora, es a tal hora, no fallan…. ella lleva una vida completa y este que está aquí también... ahora él trabaja en un McDonald’s”, contó el padre de Alexis.

Para don Gilberto es importante que las personas con el Síndrome desarrollen esas ilusiones.

“Y mientras ellos no pierdan el interés en cada uno, los padres se lo fomentamos y se lo sostenemos y bailan en las actividades que les damos, en los White Christmas ellos bailan como cualquier pareja. Con ellos… tú literalmente tienes que dormir con un ojo abierto y otro cerrado, porque ellos no tienen mecanismos de defensa. Son ángeles. Nunca desarrollarán maldad, lujuria, este tipo de cosas no viene en el paquete genético de ellos. Por eso se les llama ángeles. A veces la gente dice que no puede ver los ángeles, pero los que somos padres de niños con Síndrome Down tenemos una idea de cómo deben ser”, relató.

Luego Christie y Alexis se dan un besito, aunque el papá les advierte que tienen catarro, ellos no hacen caso y juntan sus labios y cierran sus ojitos y se ríen.