Canóvanas. El arresto por cargos de narcotráfico del más querendón de sus nueve hijos ha sido la prueba más grande que el ex alcalde de Canóvanas José “Chemo” Soto dice haber pasado en su vida. Tan difícil fue la situación que sintió un dolor comparable con la pérdida de un retoño.

Chemo jamás olvidará aquella mañana del 27 de septiembre de 2011, cuando despertó con la noticia en todos los medios locales de que su hijo, Christian Soto Mojica -en aquel entonces de 28 años y aspirante a un escaño a representante por acumulación- era parte de un grupo de arrestados por la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA), al que se le acusó de pertenecer a una poderosa organización de narcotráfico cuyos tentáculos se extendían a México y California. A Chemito, como se le conoce, lo señalaron como el líder de la narcoganga en la Isla y se le ocuparon dos pistolas y un rifle de asalto AK-47 durante su detención. 

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El político estaba devastado. Tenía mucho coraje, pero sobre todo lo consumía la tristeza. No podía creer lo sucedido y apenas tocaba el tema, lo traicionaban las lágrimas.

“He tenido dos problemas grandes en mi vida: la muerte de mami y lo de Christian. Fue algo bien doloroso, un dolor del alma terrible. Es igual que cuando se pierde un hijo. Fue fuerte verlo caer preso así... verlo perder todos esos años de su vida por na’, por ignorante”, expresa.

En ningún momento el recién retirado  alcalde de Canóvanas justificó la falta de disciplina de su hijo. Al contrario, pues si algo dice haber inculcado en sus parientes es la importancia “de obrar bien”.

“Es que a ese muchacho no le hacía falta nada de eso… Estaba cómodo (económicamente) y no era para meterse en ese revolú que se metió.  Lo que pasa es que a veces la influencia de grupos y tener cosas que tú no puedes tener, hace que se metan en esos revoluces sin pensarlo… eso fue un problema busca’o”, cuenta el político sobre la acción delictiva de su hijo, quien alega ganaba $3,000 como empleado en la Cámara de Representantes y tenía otros contratos adicionales que le generaban sobre $1,500 adicionales.

“Prefirió el camino fácil”

“Y si le hacía falta dinero, yo se lo daba. Pero prefirió el camino fácil y tronchó su vida… y te digo algo;  sin problemas él hubiera ganado el escaño por el que corría porque ya había caminado en más de 14 pueblos y el carisma de político él lo tiene. Es igual que yo”, dice como cuestionándose todavía el porqué del asunto.

El golpe fue tan duro  para Chemo que de primera intención no sentía el ánimo para dirigirle la palabra a su hijo. Mucho menos para acompañarlo a las vistas en el tribunal federal. Y así transcurrieron siete meses. Un tiempo agónico que pudo superar gracias a los consejos de un amigo.

“Es que yo estaba bien molesto porque a él no le hacía falta nada de esas porquerías… pero un amigo mío me dijo: ‘Ve a ver a tu hijo, que él hizo eso pero quizá está arrepentido. Ve a hablar con él’. Entonces fui cayendo en cuenta poco a poco, me di cuenta que necesitaba mi ayuda y empecé a trabajar con eso (el coraje, la frustración)… Ahí saqué cita para irlo a ver a Guaynabo (al Centro de Detención Metropolitano)”, destaca sobre el instante en que hizo las pases con Chemito, quien el pasado 5 de agosto fue sentenciado a 12 años de prisión por cargos de narcotráfico. 

Durante la vista, el convicto se mostró arrepentido por los hechos en los que se le acusó de poseer por lo menos 1,000 kilos de marihuana con intención de distribuirla en  Estados Unidos y México, a través del correo postal.

Actualmente, Chemo mantiene constante comunicación con su hijo, con quien habla por teléfono frecuentemente, pues este cumple condena en una cárcel federal en Miami, Florida.

“Fíjate, está bien ahora mismo... me llama, yo lo llamo; está haciendo ejercicios, caminando y me mandó una fotografía en la que se ve bien flaquito, pero atlético”, cuenta sobre las buenas nuevas recibidas de Chemito, a quien tiene previsto visitar en la cárcel entre enero y febrero próximo.

 Al mismo tiempo, agregó que confía en que la condena del muchacho -quien posee un bachillerato en Administración Pública-  se vea reducida por su buen comportamiento en prisión. 

“Puede ser que con una nueva ley que hay pueda salir en 30 o 40 meses, si es que él se pone a trabajar en la institución  y se porta bien. Eso es si Dios lo permite”, dice confiado.

Si los planes de una menor sentencia se cumplen, Chemo tiene planificado ayudar a su hijo a “echar pa’lante” a través de la incursión en algún negocio lícito.

“Lo importante es no volver a caer en el soborno o dejarse influenciar de cualquier persona que comete cualquier delito”, dijo Chemo.