“Lo más que espero es que ese chico haya completado su gesta esa noche”.

Era apenas el cuarto día que Héctor A. García De Jesús dedicaba a conducir para la red de transporte Uber, cuando se bajó en una estación de gasolina y vio que en el asiento trasero de su Mitsubishi Mirage había una pequeña bolsa blanca, delicada, decorada con papeles de seda y, adentro, una cajita que cargaba un anillo de bodas.

“Yo, como soy nuevo en esto, no sabía que tenía que reportar que se había quedado un objeto en mi carro. Mi intuición me dijo: ‘ok’, Héctor, tú sabes dónde dejaste al muchacho, sabes que es de él, porque el resto de los usuarios se sentaron en la parte del frente del vehículo, él fue el único que se sentó atrás… llega donde lo dejaste”, narró  a Primera Hora el joven de 27 años.

Y llegó al restaurante Océano en Condado, donde dejó al aparente futuro esposo una hora y media antes. Entró con el mesero, rebuscó mesa a mesa y el muchacho -que cree recordar que se llama Diego- no apareció hasta que García De Jesús insistió en ir al segundo piso, donde los comensales eran menos y el área más exclusiva. 

Como en una película de drama hollywoodense, fue precisamente en la mesa más lejana y escondida donde lo vio.

“Él abrió sus ojos, él se emocionó, él se sonrojó… Yo reaccioné igual. Yo me emocioné, pero fue por su emoción”, dijo el chofer. Misión cumplida. El anillo llegaría finalmente al dedo de alguna enamorada, y aunque el conductor no tenía idea de quiénes son aquellos dos, dice que sintió la satisfacción del deber cumplido.

“El chico se ofreció pagarme algo adicional, sin embargo me negué. Lo miré a los ojos y le dije: ‘¡Tienes en tus manos la promesa de hacer feliz a alguien toda la vida. Cumple y con eso me pagas!’ Abrió sus ojos que se enjugaron y sonrió”, publicó García De Jesús en su cuenta en Facebook.

El acto de honestidad ha conmovido a miles en las redes sociales, que han compartido ya más de 7,500 veces la publicación. Eso sin contar el montón de mensajes directos que dijo continuar recibiendo y que muestra con alegría.

Personas de toda la isla le han escrito y agradecido por el lindo gesto.

“Creo mucho que cuando tú verdaderamente haces algo con el corazón, que sale de ti, de los valores, de lo que tú llevas contigo, lo que te identifica como ser humano, no hay dinero que pueda comprar eso”, dijo.

Pero, ¿por qué tal acogida?

“Siento que es por el momento en que vive el país. Muchas personas piensan que somos un país perdido, que somos un país sin educación, sin valores”, afirmó el joven, que también es representante bancario.

“Todos tenemos capacidad de aportar, todos tenemos capacidad de contribuir”, dijo a la vez que le saltaban los ojos y movía las manos con rapidez, con entusiasmo.

García De Jesús no conoce el desenlace de esta historia, pero confía en que su gesta sirva para iniciar una cadena de actos similares, de cualidades como la honestidad, la lealtad y el compromiso.

Él encontró en la red de transporte “una experiencia para humanizarnos, para conocer a otros compatriotas”. 

“No necesariamente por el hecho de que sea Uber, es el hecho de que lo veo como un mecanismo de comenzar a hacer patria”, concluyó.