Rincón. “Querer es poder”. Cuando Christopher González Caro nació con Síndrome Down, sus padres supieron que enfrentaría un mundo lleno de retos extraordinarios. Pero nunca dudaron de que tuviera el potencial para desarrollarse y llegar a trabajar en su momento.

Lo único que esperaron de la vida, es que la sociedad le diera a su hijo la oportunidad de desempeñarse en algún empleo y que en su parte social pudiera compartir con todos por igual.

Hoy Chris –como le llaman de cariño- es un joven de 18 años con grandes metas. De hecho, va tomado las riendas de su vida con mucho optimismo, pues el pasado mes de febrero logró aprobar su licencia de conducir y ahora solo espera impaciente a cualquier oportunidad para tomar el volante y gozar la sensación de independencia que le provoca manejar.

Relacionadas

Sus padres, Eugenio González e Isabel Caro sonríen al tiempo en que meditan en el camino recorrido, con tantos sacrificios, para llevar el mensaje de que su hijo, y todos los niños con Síndrome Down pueden llegar lejos si se les dan las herramientas.

“Hay que darles las mismas oportunidades, si tienen el potencial para aprender y trabajar, que les den esas oportunidades para que puedan desempeñarse”, recomienda el padre, quien junto a su esposa Isabel, decidieron crear un ambiente propicio para el aprendizaje de su hijo, convirtiendo ese proyecto en lo que hoy se conoce como el Salón Angelitos de Amor Inc. en Rincón. El proyecto está ubicado en Rincón e inspirado en la lucha por la igualdad de niños con Síndrome Down.

“Había que hacer algo. Nuestro hijo mayor, Roy, también decía que había que ayudar a otros niños como Christopher después de sus horas de clase”, recordó Eugenio. Luego de compartir la idea con otros padres de niños con el síndrome, y con la ayuda de la comunidad, se logró el proyecto que ofrece tutorías, cursos de baile, educación física, terapia ocupacional, trabajadora social, curso de computadoras y charlas de orientación a padres, universidades y escuelas.

Su meta es “desarrollar sensibilidad, amor y compresión en la sociedad para que vean a los niños, jóvenes y adultos especiales, como sus semejantes e iguales”. En eso, involucran a la comunidad escolar para que conozcan a los niños con Síndrome Down y les den la oportunidad de integrarse en el Salón regular beneficiándose del Programa regular, entre otras cosas.

“En el proyecto también integramos jóvenes que no tienen condiciones especiales, para que aprendan a no tener prejuicios. Si nos pasamos la vida tratando de erradicar los prejuicios, no debemos mantenerlos en salones contenidos, creo que pueden interactuar”, expresó Isabel, tomando en cuenta su experiencia como madre de un niño con Síndrome Down.

Uno de los grandes esfuerzos del proyecto, ha sido crear una entidad que lleva anualmente la Caminata del Grupo de Apoyo de Hermanos a nivel isla "The Brother Walk”. Esta actividad se celebra en el mes de octubre, mes dedicado para educar y concientizar acerca del síndrome.

Christopher recibe hoy, junto a otros jóvenes con su misma condición, un reconocimiento en la Legislatura de Puerto Rico en ocasión del Día Mundial del Síndrome Down. Entre sus logros están, haber trabajado en una cooperativa, tener próximamente una práctica de empleo en un hotel de Rincón, aspirar a ser asistente dental y chef, haber viajado para representar a Puerto Rico en certámenes de baile en Europa y convertirse en posiblemente el primer joven con Síndrome Down en tener licencia para conducir.

En la opinión de su padre, al día de hoy el mundo ha mejorado mucho en relación a los servicios que se ofrecen a esta población. Sin embargo, no descansará hasta ver que “a estos niños, jóvenes y adultos, le den las mismas oportunidades, tanto educativas, social y recreativas que a todos los demás niños de la comunidad. Ellos se merecen que les den todo”.

La mayor preocupación de Eugenio es que algún día él y su esposa dejarán de estar presentes para ayudar a su hijo en la vida. “Queremos que pueda llegar a tener su propia casa”, expresó, siendo de inmediato interrumpido por Chritopher, para dejarle saber que “¡obviamente primero hay que tener un carro!”.

Sin duda ya el joven reclama su espacio y la oportunidad de guiar su propio vehículo, pues como dice, “saqué la licencia para tener novia”.