“¿Cómo es posible negarle alimentos a una madre que viene aquí a pedirme fiao un paquete de arroz, un pote de habichuelas y un paquete de carnes para poder cocinarle a sus cinco hijos?”, cuestiona la dueña de La Placita Las Calderonas.

Minelis dijo que la línea de crédito queda registrada en una libreta en la que anota a mano el monto que adeudan sus clientes, a quienes les otorga una quincena para saldar sus cuentas. En total, son como 30.

“Unos le dicen el libro negro (de hecho, es de ese color), otros le dicen el libro de la confianza y yo digo que es el libro de las personas que verdaderamente están necesitadas en mi comunidad. Porque, a diferencia de otros lugares, en esta barriada abunda la pobreza, la gente que vive del seguro social o el empleado de Gobierno que se queda corto de dinero a mitad de quincena y no tiene recursos para comprar alimentos a sus familias”, detalló la mujer sobre el negocio que tiene más de 25 años establecido en la zona rural.

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Explicó que el fiao es una técnica de venta con pagos a plazos que aprendió de su papá, dueño original del negocio. “Mi papá, que murió hace cinco años, siempre me lo decía: ‘Minelis, tienes que ayudar al necesitado porque ese es el que te ayudará en el negocio’. Claro, yo tengo mis propias reglas”, manifestó en referencia a que tras la muerte de su padre hubo clientes que se pasaron de listos y nunca saldaron sus deudas, las cuales en total ascienden a $2,900.

Tras la mala experiencia, ahora Minelis estableció un tope de  $150 para los clientes regulares y hasta $400 para los que reciben seguro social pues estos en particular, según dijo, “cobran un poquito más y pagan bien y a tiempo”.

“Y aquí la regla número uno es que si no me pagas completo no te fío nada más hasta que saldes”, expresó Minelis, quien a veces siente que es hasta trabajadora social o psicóloga de sus clientes.