Al ritmo de bachata y merengue, cientos de dominicanos se dieron cita al Octavo Desfile de la Hispanidad y Parada Dominicana en Puerto Rico en la avenida Ponce de León, en Santurce.

Con banderas dominicanas en mano, muchos observaron cuando figuras como los boxeadores Iván Calderón y Juanma López, y el Gran Mariscal del evento, el reguetonero Daddy Yankee, desfilaron en la parada, en la que participaron reinas patronales, batuteras y bandas municipales.

El organizador del evento, Luis Aguaviva, destacó que el propósito es celebrar el Mes de la Herencia Hispana y promover los valores culturales de su país. Este año estaba dedicado a los deportes y a las comunicaciones.

Entre los participantes estaba Ivonne Ventura, quien lleva más de 40 años viviendo en la Isla.

La residente de Mayagüez relató que nació en Samaná, pero en 1967, cuando tenía 14 años, vino junto con sus tres hermanos poco después de que su madre se mudara a Puerto Rico.

“En esa época era fácil venir porque se necesitaba mano de obra. Ella vino a obtener una visa, se la dieron y después nos fue a buscar a nosotros”, recordó Ventura, de 55 años.

Su vida la hizo aquí y “me siento de ambos pueblos porque conozco tanto la cultura de allá como la de aquí”. Indicó que a veces extraña su país, pero que cuando va allá, extraña a Puerto Rico.

Lamentó que muchos de sus hermanos dominicanos continúen haciendo viajes en yola para venir en busca de un mejor porvenir, cuando “las cosas están difíciles en todas partes”.

“Ni siquiera hay trabajo para los que estamos acá. La cosa es mundial. La recomendación es que el viaje en yola no deben darlo. Necesitamos trabajo para los que estamos aquí. A lo mejor en otros tiempos sí porque habían ciertos trabajos que en los 1960 y 1970 los puertorriqueños no hacían, pero ahora los están haciendo por la necesidad”, reflexionó Ventura, quien trabajó 16 años en una industria de efectos electrónicos y después tuvo su propio negocio.

Por su parte, Mario Fabal narró que en 1990, cuando tenía 30 años, vino a Puerto Rico con la intención de regresar, pero se quedó.

“Un amigo me dijo que viniera para acá, y tenía el sueño y pensaba que todo el que llegaba a Estados Unidos, al volver atrás un año después, iba a ser rico. Lamentablemente no es así. Es una vida en la que hay que trabajar duramente para vivir, no para tener riquezas materiales en abundancia. Pero tengo riqueza en paz, en amistades, en alegría, y en salud, y ésa es la riqueza mayor”, expresó Fabal, natural de Azua.

Y Fabal está sumamente agradecido de “Puerto Rico porque me dio una linda esposa, una buena mujer”, refiriéndose a María Judith Rivera, con quien procreó dos hijos, que ahora tienen seis y dos años.

“Realmente fue venir y volver, pero una boricua me hizo preso y me quedé”, agregó.

Ambos fundaron la Asociación Dominico-Boricua en Aguada y se dedican a hacer actividades benéficas.

En cuanto a su vida aquí, dijo que es “casi lo mismo” porque “las costumbres son casi iguales”.

“El mofongo y lo de nosotros es lo mismo, sólo que uno es sancochao y otro es frito, pero el mangú y el mofongo son cosas iguales”, indicó Fabal.