“En estos momentos, lo que tengo en mi cuenta de cheques es un peso y 60 centavos y, en el bolsillo, dos pesos. Eso es todo”.

A sus 65 años, Juan Hernández (nombre ficticio para proteger su identidad) pensaba que ya podía retirarse cómodamente. Después de todo, se preparó para ello por años y contaba con una pensión que, aunque modesta, le permitiría vivir tranquilo junto a su esposa Rosario, de 63.

Soñaba con irse de viaje con su esposa, pasear y descansar, con sus gustitos, claro. Pensaba en ese tiempo bien ganado después de una vida productiva y ponerse “a gozar” tras cumplir sus años de servicio en la empresa privada, pero la vida le tenía otros planes.

Hernández tiene un hijo que reside en Estados Unidos, que vivió una relación fallida con la madre de sus tres hijos. De pronto, hace unos años, el hombre trató de obtener la custodia de los menores -que ahora tienen nueve, ocho y cinco años- porque entendía que su exesposa no cumplía con su papel de madre. Para colmo, ésta lo acusó de un acto criminal (que don Juan asegura que es falso) y terminó preso.

“Sus abogados le dijeron que, aunque fuera inocente, mejor se declarara culpable para que la pena fuera más corta”, relató el pensionado con pesar.

Ahí entraron don Juan y doña Rosario a rescatar a sus nietos. La madre de los menores no tenía interés en cuidarlos y decidieron pedirle al Departamento de la Familia federal la custodia temporera de los niños. Eventualmente, se la dieron de forma permanente.

“Y aquí estamos, a nuestra edad, criando de nuevo”, suspiró.

Fue claro en que los nenes son la luz de su vida, pero, a la misma vez, conllevan una carga que no pensaban tener que asumir. “Es todo: la escuela, las tutorías -porque mi esposa y yo ya no podemos ayudarlos como cuando estábamos más jóvenes-, la comida… ¡imagínate, si mi esposa se gastó más de mil pesos en febrero y solo en compra!”, narró el hombre. “Si a eso le sumas la luz, el agua, los útiles escolares, los proyectos de última hora y el entretenimiento, porque no podemos quedarnos los cinco encerrados todo el día, vivo al chavo”, explicó.

El también exmilitar lleva un presupuesto minucioso para poder cubrirlo todo con sus pensiones de retiro y Veteranos, pero hay veces que tiene que “dar un tarjetazo” para enfrentar gastos inesperados. Los niños, por su parte, tienen necesidades especiales que requieren visitas a especialistas y eso también sale del bolsillo familiar, porque no hay quien los ayude.

“Mi hijo ya cumplió con la ley, está en libertad condicional y buscando trabajo allá afuera, pero es difícil”, reconoció don Juan. “Como tiene récord no quieren contratarlo en muchos sitios, aunque parece que encontró algo guiando camiones. Ese trabajo será bueno, pero no le va a dar tiempo de estar con los nenes porque consume mucho tiempo. En verdad, sé que vamos a terminar siendo nosotros los que vamos a criar a esos niños de ahora en adelante”, reconoció.

Don Juan aceptó que se deprime de vez en cuando. “Yo pensaba que íbamos a estar bien. Sé que la vida da muchas vueltas y hay que resolver, y es nuestra responsabilidad como abuelos, pero yo no me esperaba tanto a esta edad. Son tres y son la mayor bendición, pero mucho, mucho trabajo. Si queremos viajar ya no son dos, sino cinco pasajes; tuve que comprar una minivan para movernos, y ahora le tengo que pagar 18 terapias al chiquito a $75 cada una y eso nadie más lo paga”, enumeró.

No se siente víctima, pero sí un poco defraudado. “Era nuestro retiro. Ahora, volvimos a empezar de cero”, suspiró.

Atrapados en un laberinto económico

Una pequeña encuesta telefónica que realizó AARP a finales del 2016 que incluyó a 800 personas, entre ellas un grupo de 200 retirados (divididos en partes iguales entre hombres y mujeres, y entre personas del área metropolitana y el resto de la isla) dieron un vistazo a la realidad que están viviendo los pensionados.

De esas 200 personas, al menos 62% aseguró que están sobreviviendo o “pasándola mal económicamente”, según reveló el director estatal de AARP en Puerto Rico, José Acarón. “No se están atendiendo sus propias condiciones de salud y están bregando con ayudar económicamente a sus nietos, a sus hijos y descuidando su propio retiro y dinero”, comentó.

En la encuesta, también se reflejó que el 53% de los entrevistados le proveen soporte financiero a sus hijos adultos o nietos, y 29% a sus padres. Apenas el 12% recibe ayuda económica de sus hijos.

“De los números se desprende, además, que pocos o ninguno se encargaron de prepararse financieramente para el futuro”, dijo Acarón.

“Tenemos una población que tiene ingreso fijo, que toda acción que sea regresiva -como reducir en un 10% las pensiones mayores de $2,000 mensuales- va a impactarlos aún más, que no tienen oportunidades de volver a trabajar para complementar su ingreso, además de que están totalmente comprometidos apoyando a sus hijos y a sus nietos. Estamos hablando de una población que está apoyando a todas las otras generaciones y es el pilar económico de la familia en Puerto Rico”, comentó el director estatal.

Entre las alternativas que han buscado para ahorrar, el 65% redujo su consumo de luz, seguido por el 59% que recortó gastos de teléfono, televisión o internet. Más preocupante fue el grupo que tuvo que pedir dinero prestado (44%), dejó de pagar cuentas (40%) o dejó de tomarse sus medicamentos (24%) con tal de ahorrar algo durante el mes.

Lo triste, para Acarón, es que no hay un plan B. “Con todo esto que está pasando con los impuestos, esto va a empeorar el cuadro y vamos a ver cómo la gente se va a ir desesperando. Muchos no están preparados, se supone que estén descansando y viviendo una vida más tranquila y lo que están es asumiendo más responsabilidades… por algo es que tú crías cuando tienes 20 y 30 años”, opinó.

“Estamos poniendo mucho más estrés en una población que ya se suponía que estuviera tranquila, relajada y bien económicamente”, comentó.