Naguabo. “¡Ay Cristo, estoy poniéndome vieja!”

Tiene un sentido del humor envidiable y una memoria enciclopédica para narrar los pormenores que han marcado su vida por décadas.

Así es doña Celestina Rivera Vega, quien ayer celebró junto a amigos y familiares 105 años de vida y felicidad … “porque sí mi'ja, he sido muy feliz”.

La simpática centenaria recuerda con bastante lucidez muchos capítulos de su vida, particularmente aquellos que la remontan a su infancia cuando se criaba en el barrio Daguao, en Naguabo.

Una mirada al monte la hace rememorar el tiempo en los que salía al cerro con su mamá a buscar leña para poder cocinar y en los que pasaba largas horas en el río sentada sobre unas piedras “lavando un lío de ropa”.

“Me pasaba con mi mai (Paulina Vega) en el monte buscando leña, cogiendo gandules y sacando batatas… también íbamos mucho al río porque antes no había nada de eso que hay ahora para facilitarle la vida a la gente. En mi época se lavaba y se buscaba agua en el río para hacer las cosas de la casa. Me acuerdo que la cargaba en la cabeza”, destaca doña Cele, quien tuvo 10 hermanos, de los cuales solo quedan dos vivos. Ella es la mayor.

Dice que nunca fue una niña de hacer maldades pues su mamá la reprendía. “No es como ahora, antes era bien fuerte y mi mai' nos corría (para dar fuete). Pero eran otros tiempos”, explica.

Sobre su salud, doña Cele dice sentirse bien, aunque camina con pausa pues comenta que ya sus huesos comienzan a pasar factura a través de la artritis. “ Pero, de lo demás solo tengo algunos achaques y este ojo que me tiene loca con un picor que no soporto. Pero eso no es na’”, dice animada.

Asegura que come de todo. Pero las verduras, como la batata y la yautía, son sus manjares favoritos. El café mañanero tampoco falta en su rutina.

En un viaje retrospectivo, doña Cele recordó algunos episodios importantes de la historia que experimentó y que la marcaron para siempre.

Los huracanes y la llegada de la televisión

Por ejemplo,  el paso de devastadores huracanes como San Felipe (1928) y San Ciprián (1932). También recuerda el arribo de la televisión a Puerto Rico para el 1954.

“Compramos un televisor y se pasaba la casa llena de gente. To’ el mundo quería ver aquello”, dijo.

De hecho, como la mitad del País, doña Cele es fanática de la serie turca Fatmagül.

“Chacha, aquella (no sé de quién hablaba) se divorció y la otra (supongo que Fatmagül) se casó… es que ese muchacho es bueno”, contó con un esmero increíble en referencia a un capítulo del culebrón turco. “Ay, pero también me gusta Caso cerrado y Raymond y sus amigos”, agregó sonriente.

En cuanto a su vida personal, recordó con una sonrisa a su esposo Julio Cruz, con quien procreó ocho hijos (sobreviven seis). “Enviudé un 6 de febrero de 1966”, manifestó con nostalgia quien tiene 22 nietos, 31 biznietos, 30 tataranietos y  tres choznos.

¿Cuál es el secreto para una vida tan longeva?

“De verdad que Dios es el que sabe eso. No te sabría decir. Es verdad que ya no puedo hacer algunas cositas, pero sigo viva”, respondió.