Confirmado: Edgardito murió de una desnutrición severa y, probablemente, de una forma tan agónica como la que sufren los miles de niños que anualmente fallecen a causa de la hambruna en países como Somalia. Pero lo peor es que, en su caso, se trata de un homicidio provocado por su madre quien, aparentemente, lo dejó de alimentar por razones que tendrá que explicar ante un tribunal, ya que próximamente enfrentaría cargos de asesinato en primer grado, con el agravante de maltrato.

En entrevista con Primera Hora, la directora del Instituto de Ciencias Forenses (ICF), María Conte Miller, confirmó ayer que, en efecto, el pequeño Edgardo Edriel González no murió por causas naturales, tal como quiso hacer ver su mamá, Luz Diane González, cuando llevó al menor al Hospital Pavía de Hato Rey, el 21 de noviembre de 2011, y le dijo a la doctora Claribel Toro que el niño se había ahogado con vómito mientras tomaba leche.

“Hay circunstancias que hicieron necesario que se clasificara como homicidio... y fueron consideraciones bien fundamentadas”, dijo Conte sobre el informe forense culminado el 3 de agosto por el patólogo Darío Sanabria y que se le entregó a la fiscal del caso, Melissa Vázquez, de la región de San Juan.

Datos ofrecidos por el teniente Luis Martínez, de la División de Delitos Sexuales y Maltrato a Menores, indicaban que, a pesar de tener cuatro añitos, Edgardito pesaba sólo 14 libras y medía dos pies con ocho pulgadas. Físicamente, aparentaba tener entre 18 y 20 meses de nacido.

“Es una escena que da ganas de llorar. El estado de desnutrición en el que llegó indica que hace tiempo que no comía... no tenía líquido gástrico en el estómago y estaba tan deshidratado que no se le encontraron las venas para poderlo inyectar ni se le pudo entubar por la garganta. Estaba en los huesitos”, dijo Martínez en aquella ocasión a Primera Hora.

Agregó que el hogar del niño –que vivía junto con otros hermanitos de siete, tres y un año, y que fueron removidos al momento por el Departamento de la Familia– estaba en condiciones que daban “grimas”, ya que el único alimento que se encontró fue un galón de leche “cortada” y un “caldero con comida podrida”.

Sin duda, Edgardito –quien requería oxígeno para superar una condición que padeció desde su nacimiento prematuro– protagonizó una desgarradora historia de maltrato.

“No fue una muerte aguda (ligera)... es una condición crónica que toma un tiempo para desarrollarse hasta que finalmente se produce el deceso”, indicó Conte, y explicó que son pocos los casos con este tipo de maltrato que se estudian en el ICF.

La forma de este niño morir, ¿podría ser comparada con la de los nenes que sufren hambruna en África?, le inquirimos a la patóloga forense, quien respondió: “Sí, es un niño bien desnutrido, en efecto que sí”.

Las señales de desnutrición en su cuerpo se evidenciaron, según Conte, en la delgadez del cadáver, la falta de grasa corporal, la deshidratación de tejidos y sus deformidades esqueletales.

Estas señales físicas en el niño se completaron con exámenes que realizaron diversos especialistas forenses tales como pruebas genéticas, radiografías, un examen de neuropatología y pruebas toxicológicas en el que se evaluaron sus electrolitos, glucosa y niveles de potasio, sodio y cloro.