La alternativa de desalinizar el agua parece lógica planteársela en momentos de sequía como los que vivimos.La idea no es para nada descabellada; al fin y al cabo somos una Isla. Y, aunque así podrían pensar muchos, la mirada a soluciones para una problemática  como la que atraviesa el País no  es  tan simple.

Expertos consultados por Primera Hora sostuvieron que la tecnología para establecer un sistema que filtra el agua de mar  es sumamente costosa, lo que, a su vez, elevaría la tarifa del agua.

“Diría que las tarifas  serían cuatro o cinco veces más costosas a las actuales de la AAA, que las sentimos altas y son altas para muchas personas”, expresó el planificador Félix Aponte. 

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El costo primario tiene que ver con la energía que hay que utilizar para operar el sistema que, en este caso, es eléctrica.

Otro planteamiento para analizar esta posibilidad sería que las Islas Vírgenes estadounidenses y británicas utilizan este sistema para obtener agua potable.

Sin embargo, en esta caso la diferencia es que estas islas no tienen otra opción. No tienen ríos, embalses ni lagos.     

“En un país pobre y empobreciendo no le veo futuro al menos en los próximos 30 años.”, insistió. 

Lo que no se debe descartar, dijo, es  estudiar los depósitos de agua salubre que tienen una tercera parte de las sales que tiene el océano.   

“El agua salubre que tenemos en algunas estructuras geológicas tiene cerca de la mitad de las sales... la pregunta sería cómo hacerla accesible al sistema de distribución”,  destacó.   

Aunque esta opción no sería suficiente para suplir la demanda en el País, sí hay un caudal de decenas de millones de galones aprovechables. 

Para Aponte, sin embargo,  lo esencial en este momento sería invertir dinero para manejar con eficiencia  y rigor las fuentes de agua, tanto al hacerlas disponibles como en su consumo. 

“No creo que sea necesario construir represas, pero sí hay estrategias para operarlas diferentes. La realidad es que como operamos las represas las convertimos en trampas de sedimento y por eso se pierde volumen de almacenaje”, dijo.

Tampoco se puede ignorar que las sequías son parte del componente natural del ciclo hidrológico, por lo que cada cierto  tiempo llegarán.

Ante este panorama se deberían tomar medidas recurrentes para enfrentar  situaciones como estas que se perfilan incrementen debido al calentamiento global.     

El profesor Jorge Rivera Santos, director del Instituto de Investigación sobre Recursos del Agua y el Ambiente en Puerto Rico del Recinto Universitario de Mayagüez, planteó la urgencia de  establecer un programa de educación  de recolección de agua lluvia en los hogares así como establecer un plan de manejo integral de los recursos de agua. 

 Lo primero, dijo, se trata de un sistema, sencillo de instalar,  que no  sólo reducirá la factura sino que también hará que rindan mas los abastos de agua.

En cuanto al plan mencionó que el Gobierno está trabajando en ello, pero entiende que su implantación es lenta.

“No podemos esperar a que lleguen a estos niveles para hacer algo. Esto es algo que es dinámico, no es hacerlo y me olvido por los próximos diez años”, apuntó. 

Otro punto medular es proteger las cuencas hidrográficas y velar  todas las actividades sociales, económicas y de desarrollo  que inciden en el recurso.   

Culebra fue primero

La  isla municipio de Culebra posee una planta desalinizadora  que, aunque  está  fuera de operaciones desde el 2010, se encuentra en condiciones óptimas para funcionar en caso de ser necesario.

Ponerla en funcionamiento, sin embargo, resulta demasiado costoso, ya que la tecnología que utiliza está en desuso, explicó Frank García, administrador municipal en Culebra.

“La AAA mantiene la planta en buenas condiciones pero, como medida de precaución, el Municipio cuenta con tanques que almacenan cientos de miles de galones de agua para abastecer a los residentes en caso de una interrupción en el servicio”, agregó. 

Adamaris Quiñones, directora de infraestructura de la AAA en la región este,  explicó que esa  planta tiene una capacidad de producir 200 mil galones y los costos operacionales anuales ascendían a $600 mil. 

Antes de 2010 se usaba por temporadas.   

La planta fue construida por la Marina de Guerra de EE.UU. durante la década de 1960, y fue transferida al Gobierno luego de que las Fuerzas Armadas desalojaron la isla en 1975.