Confusión y dolor.

Carmen Julia Pérez Osorio, hermana y tutora del confinado Víctor Pérez Osorio, quien falleció el pasado 22 de junio a consecuencia de un derrame cerebral, desconocía que su hermano, recluido en máxima seguridad de la institución penal 292 de Bayamón, fue uno de los 14 confinados que alegan fueron víctimas de abuso y uso de fuerza excesiva por parte de la Unidad de Operaciones Especiales (UOE) de la Administración de Corrección.

Los fiscales Jam Mangual y Zulma Delgado, de la Unidad de Investigaciones de la Fiscalía de Bayamón y quienes están a cargo de la pesquisa, afirman que su muerte no es vinculante, porque este presuntamente “no fue golpeado y solo (fue) rociado con gas pimienta”.

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Pero en la mente y el corazón de la mujer, y de su esposo, Santos Hernández Rivera, queda la duda de qué pasó con su hermano tras el operativo de la UOE, su recuperación en el hospital de la prisión y las secuelas del derrame cerebral.

Al momento de la entrevista con Primera Hora, Pérez Osorio lucía confundida y desconcertada “porque vino a enterarse de que su hermano fue golpeado, no solo después de que había muerto, sino que tampoco le avisaron cuando sufrió un primer derrame”.

Le avisaron cuando este ya estaba en una silla de ruedas, el día antes de su muerte.

“La social (del penal) me informa que a él le había dado un derrame. Nosotros fuimos a verlo y corroboramos que estaba en silla de ruedas. Volví de nuevo, el 21 de junio, cuando me llaman que estaba bien mal”, narró.

“Es que de la paliza no sabíamos nada. Nadie nos había dicho nada. Yo siempre lo iba a ver dos meses al mes. En mayo lo vi en silla de ruedas. Pero cuando fui el 21 de junio, estaba bien malito”, dijo.

Su esposo agregó: “Le preguntamos ‘¿qué te pasó?’ Él quería hablar algo. Apenas se le podía entender. Decía: ‘Sácame de aquí’”.

Pérez Osorio comentó que su hermano cumplió 60 años el 28 de mayo, que es cuando lo vio ya en silla de ruedas.

“Luego, volvimos a verlo el 21 junio. El 22 de junio se lo llevan para Centro Médico y allí murió”, rememoró.

Hernández recordó que ese 21 de junio, “él venía con la enfermera gritando. Hacía gestos con la mano, llorando... El lado izquierdo era el que tenía muerto. Venía haciendo gestos con el brazo derecho. No podía hablar, tenía la lengua trabada, los ojos como dos bolas, así rojos, brota’os. Sáquenme de aquí, repetía, y empezó a llorar. Entonces, yo lo abracé y lloró en mi hombro mucho rato. Ya se estaba cayendo de la silla, rodando”.

¿Usted preguntó en la prisión qué fue lo que pasó?

No pregunté nada.

Antonio Figueroa, uno de los abogados de los confinados, aclaró que cuando radicó la carta de intención de demanda al Departamento de Justicia no sabía de Pérez Osorio.

“¿Dónde está este cliente?, pregunté. ‘Él falleció’, me indicaron”, dijo el abogado.