Fueron 12 días de angustia en los que Tervi Colón se despertaba y acostaba rezando, clamándole al Todopoderoso  por una respuesta.

Hoy, la abuela del piloto puertorriqueño Rigoberto López le pide a Dios fortaleza para enfrentar el difícil tramo que aún les queda por recorrer, y al pueblo que los mantengan en sus oraciones.

“El trecho más fuerte aún no ha pasado, que es que nos devuelvan  a Rigoberto para poder darle cristiana sepultura y estar más tranquilos,  porque esto es una angustia que nadie, nadie puede soportar”, compartió con Primera Hora la abuela materna del piloto de 26 años.

“Estamos dolidos... pero dándole gracias al Divino Niño que nos dio fortaleza para mantenernos en pie”, dijo. 

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Los restos de Rigoberto fueron hallados el lunes por rescatistas puertorriqueños, 12 días después de verse involucrado en un accidente aéreo en la isla de San Martín, de donde despegó rumbo a Puerto Rico.

El grupo de rescatistas enviado por el Estado  regresó ayer  al País satisfecho por la labor realizada y por haberle devuelto a la familia  un poco de paz con el hallazgo de los restos de Rigoberto.  

“Es una angustia que yo no le deseo a nadie, ni a mi peor enemigo. Fueron 12 días que estuvimos sin saber nada.  Yo me despertaba rezando y me acostaba rezando pidiéndole a Dios  que abriera las aguas para  que lo encontraran. Siempre le pedí que me lo devolviera vivo, pero después le pedía que me lo devolviera según fuera su voluntad”, relató.

La mujer se desbordó en palabras de aliento para el equipo de 14 rescatistas y hacia cada una de las personas que de una forma u otra hicieron posible los trabajos.  Estos fueron recibidos ayer como héroes en el aeropuerto internacional Luis Muñoz Marín. 

“Estoy más que agradecida hacia esos seres que arriesgaron su vida para ayudarnos  a nosotros a rescatar  a nuestro niño. Le doy gracias al Divino Poder que los encaminó para que lo encontraran, para nosotros hubiese sido aún más difícil que las aguas se lo llevaran”, dijo agradecida.

Trevi recordó “a su niño” con suma ternura. Desde que nació, dijo, fue lo más grande  para ella y su esposo. Fue el primer nieto en la familia.  “Con cuatro añitos  le decía a su abuelo: ‘¿Ves esos aviones? Cuando sea grande voy a volar’”, compartió Tervi al mencionar que la mañana del accidente le preparó comida a Rigoberto.

“Tengo fotos de él por dondequiera y cada vez que abro esa computadora veo la foto de él y eso es algo que me destruye, pero hay que celebrar la vida, él está allá arriba, feliz con papá Dios y al lado de su abuelo”, señaló. 

Tras el rescate de los restos, a la familia le resta esperar por los resultados del proceso de identificación, el cual se realizará en Holanda  a través de pruebas genéticas, detalló el secretario de Estado, David Bernier. 

Explicó que  junto al Municipio de Bayamón coordinaron el envío de material solicitado para poder completar la prueba genética. Se adelantó que el trámite podría extenderse, pero Bernier aseguró que le estarán dando la mano en lo que necesiten. “Se lo indiqué a don Rigoberto, que vamos a colaborar con ellos para cerrar este capítulo”, expresó Bernier.

Experiencia transformadora

A su llegada al  País, los rescatistas compartieron parte de su experiencia, una que describieron de gran satisfacción y aprendizaje.

Con la voz entrecortada, el buzo José Delgado, del Municipio de Bayamón, contó cómo empezó a gritar en el momento que se vio parte del fuselaje de la  nave a unos 65 pies de profundidad, a una milla de la costa de San Martín. 

“Cuando yo entro a 80 pies de profundidad estaba clarito y veo un montón de objetos blancos en el fondo del mar”, dijo sobre las labores del domingo, cuando divisaron por primera vez las partes de la nave. 

“La emoción fue tanta que comencé a gritar y todos los muchachos comenzaron a gritar también de la alegría. Ya ayer (el lunes) pudimos bajar y sabíamos más o menos dónde estaba la cabina”, compartió Delgado a su llegada al País. 

Nino Correa, coordinador de Búsqueda y Rescate de la Agencia Estatal para el Manejo de Emergencias, estaba muy orgulloso de haber cumplido con la misión que se les encomendó y de la responsabilidad que cargaban sobre sus hombros. 

“No es fácil, aprendimos muchísimo y nos dimos cuenta de lo adelantado que estamos en este tipo de trabajo. Lo más que nos preocupaba era don Rigoberto”, expresó Correa. 

“No era solo  el rescate ni lo que sabemos hacer... era también el respeto a la familia... esa era la parte más humanitaria de lo que hicimos, que la familia sintiera que pudimos hacer algo”, añadió. 

¿Fue difícil cuando le dieron la noticia?

Claro, no es fácil la aceptación dentro del dolor y que un padre te diga: “Dime Nino, ¿ahora qué va a pasar?”. 

Don Rigoberto fue parte de todo el proceso y viajó junto al grupo de rescatistas. Aunque no estuvo presente en la conferencia de prensa de ayer, envió un mensaje de agradecimiento hacia ellos y por la forma en que se manejó el asunto.