Hace escasamente unos siete meses, Luis Javier Rivera Díaz salió de prisión tras cumplir una pena de reclusión de 21 años por un caso de asesinato.

A su salida, el hombre no fue recibido por familiares o amigos. Al contrario, lo que le dio la bienvenida fue la triste realidad de tener que vivir en la calle, dependiendo de la buena voluntad de las personas que se encontró en su camino.

Una de estas personas, una trabajadora social que se interesó en su caso, fue la que le buscó un espacio en el albergue Casa Nuestra Gente, de Río Piedras, para que al menos tuviera comida caliente y un lugar donde descansar durante las noches.

Rivera Díaz compartió su historia mientras participaba este viernes en la noche en la actividad “Noche sin techo”, que organizó el Concilio Multisectorial en Apoyo a la Población Sin Hogar, adscrito al Departamento de la Familia. El evento, que reunió a cientos de personas sin hogar, se realizó en la Plaza de la Convalecencia, en Río Piedras.

La actividad tenía el propósito de invitar a las personas a pasar la noche sin un techo, bajo las inclemencias del tiempo, sin servicios básicos y ante la inseguridad de las calles en solidaridad con la población de personas sin hogar.

En un aparte con este medio, Rivera Díaz trazó el comienzo de su actual situación hace más de 20 años cuando tuvo un altercado con otro hombre que lo llevó a la cárcel. Esta fue su segunda “estadía” en un penal. La primera fue de 14 meses.

“¿Tú ves esto en mi mano izquierda? Es un tiro”, comenzó a contar el hombre de 45 años mientras alzaba su delgado brazo.

“Un día llegó un chamaquito, creo que se bajó de un Nissan, se baja y rápido me apuntó. Tú sabes, hizo así, ‘Pum’. Yo lo que sentí fue un calentón. Yo le agarré la mano, comenzamos a forcejear y en el forcejeo le pegué un par de tiros. El hombre se fue (murió) ahí mismo”, añadió.

Tras este incidente violento, Rivera Díaz fue sentenciado a 60 años de prisión, pena que logró rebajar gracias a que trabajó mientras estaba preso. Durante su encarcelamiento, su padre y su madre fallecieron y perdió contacto con su única hermana, la que identificó como Yesenia Díaz Díaz. “Te doy el nombre, por si acaso”, sostuvo.

En estos meses en la libre comunidad, Rivera Díaz no la ha pasado tan mal, según él. Pero tampoco todo ha sido miel sobre hojuelas. “No es fácil, vite’. Pero al menos vivo en Puerto Rico, y en otros países no hay cosas como esta (la actividad Noche sin techo). En otros sitios te mueres de hambre. Hay gente mala, pero hay gente buena también. Por aquí hay mucha gente que me conoce y me han ayudado. Pasa de todo un poco”, manifestó.

Un acto de solidaridad

En medio del bullicio que comenzaba a apropiarse de la plaza riopendrense, se destacaba la figura de la directora ejecutiva del Concilio, Sandra Jiménez. La mujer fue la organizadora principal de la actividad, que nunca antes se había realizado con la magnitud con la que se hizo hoy.

“Durante la actividad de hoy le estamos haciendo una exhortación a los jóvenes para que dejen la comodidad de sus casas, de su camita cómoda para que pasen la noche aquí en la plaza de Río Piedras en solidaridad con la población sin hogar. El propósito es que vengan aquí, traigan un donativo de ropa o alimentos y estén con nosotros toda la noche. También haremos un llamado para que se unan como voluntarios en las organizaciones de base comunitaria que nos acompañarán durante toda la noche”, acotó Jiménez.

La funcionaria del Departamento de Familia agregó que las personas pernoctarán en la plaza hasta las 7:00 a.m. de mañana, sábado. Dormirán a la intemperie, como lo hacen muchas de las personas sin hogar. Para añadirle realismo, la naturaleza decidió que enviaría algo de lluvia sobre el área, la que comenzó a hacerse sentir cerca de las 6:30 p.m. Lo que comenzó como una llovizna pertinaz, se convirtió en un aguacero cerca de las 8:00 p.m.

Al preguntársele sobre el perfil de las personas sin hogar, Jiménez puntualizó que la mayoría son varones de más de 40 años, han estado en las calles por más de un año y la razón principal para su situación se debe a que son usuarios de sustancias ilegales. La conocedora añadió que según datos del conteo de personas sin hogar de 2013 (los datos del 2015 aún se contabilizan), en la Isla había 4,128 ciudadanos sin casa. De esta cantidad unas 2,700 estaban en la calle y el resto estaba albergado.

“La razón principal para estar sin hogar son el uso de drogas. Hay otros que están en las calles por otras situaciones como problemas de salud mental. Hay personas que nos dicen que han tenido situaciones familiares. También hay jóvenes que deciden dejar sus hogares…”, enumeró Jimenez.

Este perfil que mencionó Jiménez es el mismo que presenta tiene Rivera Díaz, quien utiliza metadona para manejar su vicio de heroína. Vicio que –según él– adquirió “de viejo”.

“¿Tú me permites dar un mensaje antes de terminar? Si se puede…”, preguntó humildemente al final de la conversación.

Después de haber compartido su historia, esto era lo menos que podíamos hacer por él.

“A la juventud de Puerto Rico, que tire pa’ lante, que se puede. Los amigos, pues, son amigos mientras tú estás bien, tienes tu par de pesos y que sé yo. Pero si caes en un hospital o en la cárcel, verás que tus amigos son tus padres porque los amigos no aparecen. Esto se lo está diciendo un viejo que pasó por eso”, declaró antes de perderse entre la muchedumbre con una triste mochila al hombro.