Son mujeres marcadas por la pobreza y por cicatrices imborrables de la violencia de género. Son inmigrantes y ahora se enfrentan a un nuevo flagelo: el huracán María las dejó sin techo, sin pertenencias, sin poder llevar el pan a sus hogares y casi sin alternativas de ayuda.

No pueden acudir a la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, en inglés) porque no tienen “papeles”. En la distancia se fajan como proveedoras de sus familiares en la República Dominicana. Llevan años ganándose la vida en Puerto Rico como empleadas domésticas, cuidadoras de ancianos, asistentes de salones de belleza y hasta haciendo trabajos “pesados” en la construcción.

Con el golpetazo del ciclón a la infraestructura eléctrica, del agua y las telecomunicaciones, varias de estas mujeres que son participantes del programa de violencia doméstica del Centro de la Mujer Dominicana en Río Piedras, han quedado sin ingresos y sin recursos. Algunas se tuvieron que ir a refugios, otras se han acomodado “por ahí” con amigos. Además, de la carestía de agua, luz y comida, apenas se han podido comunicar con sus familiares en Quisqueya. 

“No olviden que las inmigrantes existimos. Somos humanas y también hemos sido golpeadas por el temporal. Por el hecho de que no tenemos residencia no nos pueden dejar olvidadas. Nosotras también necesitamos”, exclamó Yoselyn en una mesa desde la cual las mujeres ofrecieron sus emotivos testimonios a Primera Hora.

“Llevo 13 años aquí y he trabajado en diferentes casas en cuido de envejecientes, como cocinera en restaurantes y como cajera”, sostuvo la mujer de 42 años de edad, quien reside alquilada en un apartamento de Río Piedras y costea los estudios de sus dos hijas menores en Santo Domingo, una de 15 años y otra de 19 años, que está en la universidad. 

“Desde la primera tormenta (Irma) no le he podido enviar nada a mis hijos que están en Santo Domingo con mi hermana”, narró por su parte, Teresa, quien al igual que Alejandrina hacían trabajo doméstico en varias residencias en Guaynabo. “Yo iba dos días a una casa y dos días a otra, pero cuando llamo me dicen que no hay agua, que no hay luz, que me llaman”, indicó Alejandrina.

“Yo soy estilista. Llevo como tres semanas casi sin hacer nada. Me levanto temprano, y para sobrevivir, hago pan de maíz y vendo botellitas de agua en la calle”, narró Ivelisse, de 37 años de edad. La mujer reside hace 15 años en Puerto Rico y desde acá es el sostén de sus tres hijos y su madre, en la capital dominicana. Vive alquilada en un apartamento en Barrio Obrero, Santurce y dijo que lo perdió todo.

Para comer va a una escuela, hace la fila, pero a veces, se han terminado los alimentos. “Voy a donde sea, donde vecinos o gente que conozco, pero se está pasando trabajo”, expresó la mujer, quien sufraga los estudios de dos de sus hijos en la escuela. “El mayor terminó el colegio, pero no ha ido a la universidad porque yo no le puedo pagar los estudios”, relató.

María, trabaja pegando lozas en Fajardo y tampoco ha podido generar ingresos por la falta de energía eléctrica. Tiene cuatro hijos, tres en Dominicana y una acá, de ocho años, con la que está en un refugio. “Estar con la nena en el refugio no es fácil. Sólo hay luz de la planta en la cancha y a las 7:00 de la noche nos tenemos que encerrar. En estos días dijeron que habían visto a un hombre masturbándose”, contó la mujer. “Duermo casi despierta. Tenemos dos catres, pero yo me acuesto con mi hija”, añadió.               

“La casita se fue con todo”, lamentó Ángela, quien vivía en una residencia de madera y zinc sobre una residencia de concreto en Bayamón. 

La directora y fundadora del Centro de la Mujer Dominicana, Romelinda Grullón, sostuvo que estas mujeres no cualifican para las ayudas de FEMA. “Si no tienen seguro social, si no están documentadas,  no cualifican para ninguna de las ayudas. Sabemos que hay unas ayudas bien restringidas, pero también sabemos que el gobierno puede apoyar de otras formas a estas mujeres que se van a quedar en la Isla por un nuevo Puerto Rico”, sostuvo Grullón.

“Ninguna de ellas se va. No pueden salir. No tienen ‘plan B’ y tienen el doble dolor, de no poder resolver su situación económica ni de la de los familiares que dependen de ellas”, afirmó la portavoz del centro, que es la única organización sin fines de lucro y de base comunitaria que ofrece servicios legales, psicológicos y de trabajo social a mujeres inmigrantes en la Isla, víctimas de violencia doméstica y de agresión sexual.

Grullón exhortó a la ciudadanía a hacer donaciones de artículos de primera necesidad y comida para las participantes del centro, que está ubicado en la calle Julián Blanco #11, en Río Piedras. “Hemos recibido algunas ayudas, pero muy pocas”, sostuvo.

Indicó que las mayores necesidades son: 

Comida enlatada

Ropa

Agua

Productos de higiene personal

Lámparas de baterías y baterías

Los teléfonos del Centro son:   787 722 9251 y 787 528-6199 y el correo electrónico es: centrodelamujerdominicana@gmail.com