Las miradas se detienen para observar de manera embelesada la singular forma con la que el alfarero Pascual Espinal utiliza sus manos para convertir una bola de barro en una delicada y hermosa vasija.

“Puedo hacer hasta 60 en un hora”, dice con voz tímida el hombre de 66 años que desde la adolescencia se dedica a realizar artículos en arcilla.

“Aprendí desde niño en una clase de arte en Santo Domingo (República Dominicana). Desde entonces, me gustó mucho y es lo que me apasiona”, comentó sin perder de vista el torno donde realizaba una de sus obras en el Festival de Platos Típicos de Luquillo.

Don Pascual explicó que la mayoría de sus diseños son domésticos (copas, platos, soperas) a las que les da un toque cultural. “Me gusta dibujarles un coquí o una bandera de Puerto Rico”, agregó el aficionado de la llamada cerámica popular.

Añadió que la artesanía de barro o arcilla ha sido su vida por más de cuatro décadas, un arte que convirtió en oficio para poder mantener a su familia. Sin embargo, ninguno de sus hijos heredó la afición por el barro.

“Por eso me gusta que los niños me vean y aprendan. Me gusta enseñarles. Voy a las escuelas y doy talleres sin el interés de cobrar. Lo hago porque me gusta y quiero fomentar este arte en la niñez”, sostuvo mientras le enseñaba algunas técnicas de “torno” a Gabriela Rodríguez, de 11 años, quien llegó al festival con sus papás Zulma Charneco y Anthony Rodríguez.

Otro pequeñín que disfrutó el taller fue Shanielle Arocho Moreira, de dos añitos, quien celebró con una gran sonrisa haber realizado su primera obra de barro.

“Veo niños pequeños trabajando el barro y me emociona...me dan ganas hasta de llorar”, dijo el artesano.

Esta y otras delicias hicieron su agosto este fin de semana entre los asistentes al evento celebrado en Luquillo.