A un año del paso del huracán María, las Farmacias de Comunidad experimentan una relativa estabilidad a nivel comercial que no les llegó como por arte de magia, sino que es el fruto del servicio que brindaron al País en medio de la emergencia. 

Su trato personalizado hacia el cliente y las ganas de dar la milla extra por el prójimo los puso en el mapa de personas que quizás no acostumbraban a visitarles y que desde entonces se convirtieron en nuevos clientes.   

Para Yolanda López, administradora de la Farmacia Yarimar que ubica entre San Juan y Guaynabo, la empatía y el compromiso de las farmacias de comunidad con el pueblo marcó la diferencia y, en algunos casos, cambió la perspectiva del consumidor que prefería las grandes cadenas de farmacias del País hasta toparse con una nueva realidad.

“Nuestros clientes saben quiénes somos, pero ese grupo de clientes de farmacia de cadena se dieron cuenta en medio de esta emergencia del huracán que en las farmacias de comunidad obtenían un servicio diferente.  Les aseguro que un porciento de esa clientela vino y se quedó o sino, ya nos mira de otra manera.  Nosotros le pudimos resolver tanto o más que una cadena de farmacia”, aseguró López, quien dice haberse quitado el sombrero de comerciante para solamente pensar en cómo ayudar a la comunidad en esos momentos de necesidad.

“Para ellos (grandes cadenas) el cliente es un número más, por eso muchos pusieron cadenas y candados y cerraron sus tiendas en lo que resolvían su situación con el seguro.  Mientras que nosotros no podíamos cerrar sabiendo que personas dependían de nuestro esfuerzo.  Así abrimos el viernes después del huracán porque vinimos a ver cómo estaba todo y la gente venía desesperada a pedirnos ayuda”, relató la administradora.

En el caso de la Farmacia Yarimar, habilitaron un área para que las personas se pudieran dar sus terapias respiratorias, también contaban con una nevera donde guardaban medicamentos de los clientes con situaciones más delicadas y hasta permitían cargar los celulares.  Otro servicio con el que dieron la milla extra fue al brindarle transportación a los envejecientes que no tenían manera de regresar a sus casas con sus compras.

“Las farmacias de comunidad más allá que un negocio, se convierte en la familia extendida de nuestros clientes. Teníamos viejitos que a veces no tenían cómo regresar a sus casas con los paquetes así que los llevábamos.  Los familiares que nos conocen de toda la vida, nos llamaban desde los Estados Unidos para saber de sus viejitos, nos compraban medicamentos desde allá o nos pedían que les lleváramos las cositas a su casa”, explicó la comerciante.  

Del mismo modo, la Farmacia Avilés en Ceiba, sirvió de ayuda a la comunidad, pues abrieron al día siguiente del impacto de María.  Según el gerente, Felix García, su compromiso con la comunidad logró crear un vínculo que, sin planearlo, les ayudó a recuperar parte del terreno perdido.

“A personas que no conocíamos, se les dio la mano, se le facilitaron medicamentos aunque no hubiese forma de facturar al plan médico, se hizo para ayudar a la gente.  También se guardaban medicamentos en la nevera y la gente venía una vez a la semana y lo buscaban. Nosotros tenemos ahora muchos pacientes de las grandes cadenas porque allá no sienten ese tipo servicio que les damos en las farmacias de comunidad.  Ese trato y esa empatía ha ayudado a que la clientela haya crecido”, confirmó García.

Durante este año, las farmacias de comunidad han podido recuperar un poco el impacto económico del fenómeno, ya que estuvieron operando con generadores eléctricos y brindando medicamentos sin poder facturar a los planes médicos por la caída del sistema de comunicaciones.

“Después de María hubo un aumento considerable (ventas),  no creo que nadie lo pueda negar.  Pero es importante que sepan que tuvimos que suplir medicamentos sin poder facturar porque no había sistema ni energía y la instrucción del gobierno fue que teníamos que suplir.  Económicamente era difícil porque suplías y no entraba nada. También habían cliente que no tenían efectivo y por ser un negocio de comunidad, les ayudábamos sin recibir la paga al momento”, comentó López.

Ahora, la lucha de estos pequeños comerciantes es mantener ese relativo aumento de ganancias, a la vez que quieren afianzar esa fidelidad de sus nuevos clientes con estrategias que les ayuden a batallar en el mercado, ya que la reapertura de farmacias y mega tiendas siempre impacta el flujo de clientes.

“Si estamos mejor o peor es bien individual de cada farmacia.  Sí puedo decir que estamos mejor en términos de la fidelidad de nuestros clientes y que estos han aumentado.  Pero, para que realmente tengamos una solidez mayor tiene que haber cambios de política pública y administración.  Eventualmente las cosas van a caer en su nivel habitual, entonces hay que ver cuánto público de ese que llegó a buscar servicio en nuestras farmacias de comunidad, podemos retener, ya sea a través de ofertas, servicio, horarios y flexibilidad”, expuso la administradora de Farmacias Yarimar.

Aún con los sube y baja habituales del mercado, López espera que los vínculos creados entre las farmacias y sus clientes y esa milla extra que dieron para ayudar al prójimo en tiempos de necesidad, sea recompensada con la fidelidad, no solo a las farmacias de comunidad, sino a todos los negocios locales, ya que asegura que de eso depende la recuperación del País.

“Espero que el público aprenda que tenemos que auspiciar lo nuestro, los demás ponen candado cuando quieran y se van sin preocuparse por la gente. Por eso es importante recordar que debemos siempre apoyar primero lo de aquí”, concluyó López.

Aumentan las Farmacias de Comunidad

A pesar de las vicisitudes y pérdidas que trajo el huracán María para el sector comercial, actualmente hay 937 farmacias de la comunidad operando alrededor de toda la Isla.  De estas, 13 iniciaron sus operaciones luego del paso del fenómeno, por lo que la estabilidad es un hecho, al menos así aseguró Linda Ayala, directora ejecutiva de la Asociación de Farmacias de Comunidad.

“A las dos semanas después del huracán, todas las farmacias de la comunidad habían abierto con excepción de ocho que tuvieron daños en sus estructuras.  De esas ocho, unas cerraron permanentemente, otras cerraron para remodelar  y volvieron abrir, mientras que unas pocas solo esperan por el pago del seguro para reabrir.  Pero es un hecho que después del huracán hay más farmacias de la comunidad que previo a María”, sostuvo Ayala.

Según la directora ejecutiva de la asociación, las farmacias que han cerrado, en su mayoría, son de las grandes cadenas y sus cierres no han tenido que ver directamente con el fenómeno.

“No son más de cinco farmacias de la comunidad las que han tenido que cerrar.  Hay unas que han cerrado entre ocho y nueve meses después del huracán pero, en su mayoría son de las dos grandes cadenas de farmacias (CVS Pharmacy y Walgreens) y los cierres se deben a decisiones de negocio”, aseguró Ayala.  

En enero de este año, la cadena de farmacias Walgreens anunció el cierre de 12 de sus 120 tiendas en la Isla.  De esos 12 establecimientos, cuatro estaban ubicadas en Carolina, dos en Caguas, y una en cada uno de los siguientes municipios: Hatillo, Canóvanas, Cayey, San Juan, Manatí y Rio Grande.  

A su vez, Ayala se sostiene en que los pequeños comerciantes demostraron cuán preparados estaban, a pesar de encontrarse con situaciones que les impedían realizar las labores más fundamentales, como el despacho de medicamentos.

“Todas las farmacias se afectaron, unas por el sistema eléctrico, además del sistema de comunicaciones que es muy importante para nosotros porque procesamos nuestras recetas electrónicamente.  Aún así, atendieron a sus pacientes y al pueblo en general en todas las necesidades que tuvieron, no tan solo de medicamentos.  Sin lugar a dudas, la industria de farmacia de comunidad fue una de las primeras que se levantó con sus propios pies, sin ayuda del gobierno”, acentuó la directora ejecutiva de la asociación.

Estos datos salen a relucir luego de que la Cámara de Representantes de Puerto Rico sometiera la resolución 837 en la que ordena a la Comisión de Salud llevar a cabo un estudio dirigido a contabilizar el número de farmacias que cerraron operaciones permanentemente en la isla tras los huracanes. Esto, con el fin de conocer si el actual número de farmacias abiertas es suficiente para atender las necesidades de la ciudadanía, así como para delinear acciones dirigidas a fomentar el crecimiento de una industria de vital importancia para la isla.

Estable la cantidad de farmacéuticos

La resolución 837 también busca investigar si actualmente número de farmacéuticos licenciados disponibles en Puerto Rico es suficiente para atender la demanda en el País. Esto, a raíz del éxodo masivo de profesionales de la salud que se ha reportado en los últimos años, acentuado aún más luego del paso del huracán María.

“Acabamos de pasar colegiación y podemos decir que nuestra matrícula no tuvo cambios significativos.  Contamos con 3,247 farmacéuticos activos.  Siempre hay emigración por cambios en los trabajos, ofertas de empleos, especializaciones, pero estos farmacéuticos que se han ido están siendo sustituidos por los nuevos que salen del Recinto Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico (UPR) y en NOVA Southeastern University”, expuso el Presidente del Colegio de Farmacéuticos, el licenciado Alfredo Román.

A pesar de estar claro que las cifras de farmacéuticos activos no muestran una reducción preocupante, Román entiende que el análisis  de la Legislatura pudiera ayudar a validar de manera más concreta su planteamiento.

 “No hay cambios significativo que hayamos podido documentar por la data que tenemos proveniente de la colegiación y de una encuesta que realizamos.  Podemos decir que cerca de 45 farmacéuticos se fueron del País.  Este análisis que quiere hacer la Legislatura tal vez nos brindará datos más certeros que una encuesta.  Nos va a dar una data más exacta”, concluyó el presidente.