El escenario era dantesco. Había gente herida tratando de huir del desastre y la cuadra donde ubicaban los establecimientos  derrumbados, estaban llenos de cadáveres.

Así lo narró a Primera Hora Sotomayor, quien para entonces se destacaba como director de operaciones de lo que antes se conocía como Defensa Civil, en el municipio de San Juan.

 “Era un caos. Mucha gente herida o muerta y una cantidad de escombros impresionante. Entonces, la vi a ella (embarazada). Estaba por aquí. Por más que tratamos, ya era tarde. Estaba sin vida”, dijo señalando la calle donde ocurrió la tragedia y que con el tiempo fue reconstruida.

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Igual consternación tuvo Epifanio Jiménez, quien se desempeñaba como director estatal de lo que hoy se conoce como la Agencia Estatal para el Manejo de Emergencias y Administración de Desastres (Aemead), entidad que junto a un task force enviado desde Estados Unidos, colaboraron en las labores de recuperación. De hecho, el entonces presidente Bill Clinton, declaró un estado de emergencia para la Isla.

“Lo más que me impactó fue la ansiedad de la gente por entender qué había pasado y que le explicaran si sus familiares estaban entre las víctimas.  Y si me preguntas de retos debo decir que nuestro interés inicial era encontrar personas vivas y luego recuperar los cadáveres. Pero fue una tarea peligrosa porque la estructura estaba bien afectada”, expresó resaltando la labor de los ingenieros que  lograron estabilizar las pocas columnas de cemento que quedaron en pie.

Por su parte Norma Burgos, quien para entonces fungió como gobernadora interina (el gobernador Pedro Rosselló estaba fuera del país)- y atendió la emergencia de una manera titánica-, recordó que quedó tan afectada con la tragedia que estuvo con la misma ropa más de 24 horas pues no podía abandonar la escena.

“No podía irme de allí. Recuerdo que llamé a Rosselló a Washington y le dije: 'Gobernador, tiene que venir aunque sea cuatro horas para hablarle al país porque esto es una tragedia'. Y así pasó. Luego, él me dejó a cargo de todo”,  rememoró.

Emocionalmente lo más duro, dijo llorando, fue tratar de consolar a los familiares de las víctimas fatales. “A veces no podía más y me iba a llorar a escondidas a una esquinita de la iglesia del Colegio La Milagrosa (la cual fue utilizada como morgue)”, expresó compungida.

¿Qué pasó luego?

Tras una investigación federal, le adjudicaron responsabilidad por la tragedia a la San Juan Gas, al sostener que la causa de la explosión fue un escape de gas de los conductos soterrados de la empresa, que supuestamente se acumuló en el sótano del edificio.

En 2002,  concluyeron los pleitos judiciales  contra Enron Corporation, compañía matriz de San Juan Gas,  un proceso en el que hubo 1,500 demandantes  y  con los que se transó por $28 millones.

La tragedia en la tienda Humberto Vidal, que cobró la vida de 33 personas y dejó a otras 69 heridas, ocurrió el 21 de noviembre de 1996.