Por más espléndidas que hayan sido las personas encargadas de hacer las gestiones con Santa Clos (y con los Reyes, por supuesto), en la memoria de cualquier adulto casi siempre hay un juguete que se quedó con las ganas de recibir, un regalito que nunca estuvo bajo el árbol pero sí en la lista de antojos.

La frustración de no haber recibido el juguete puede, incluso, tener repercusiones en la adultez, como puede ser atosigarle el regalito a un hijo para poder manifestar abiertamente la represión.

Según las respuestas ofrecidas por usuarios de Facebook sobre el juguete que nunca llegó, el Easy Bake Oven, un hornito para hacer bizcochos en miniatura, es el protagonista de muchas frustraciones navideñas infantiles.

“¡El Easy Bake Oven! Siempre lo quise y nunca me lo trajo Santa. Una vez en un pulguero me compré uno y para colmo salió roto; estaba yo que echaba chispa”, contó Jacqueline Cintrón en la página de Facebook de Primera Hora. Sin pudor alguno, confesó además que tiene una niña a la que le ha comprado dos diferentes. “Para ella y para mí”, admitió.

Otra que siempre lo quiso pero nunca lo pidió fue Lizbeth M. Pujols. “No fue hasta que tuve mi primera sobrina que se lo pude regalar y jugar con él. ¡Y de ahí, a todas mis sobrinas y a mis dos nenas se lo he comprado!”, indicó y añadió que, cada vez que lo ve en las tiendas, le da nostalgia.

Aunque a Shania León sí le regalaron el hornito, la frustración la dominó cuando se le acabaron los sobrecitos de las mezclas. “Lloré cuando se acabaron y no las conseguían”.

En el caso de Sonialee Figueroa, lo que todavía espera es un columpio. “Todavía anhelo tener uno en el patio de mi casa. Seguiré esperando”, contó.

Pero, a veces, la frustración no es la ausencia del regalo esperado. A veces puede ser la inconformidad. Yahira González, por ejemplo, aseguró que nunca usó la bicicleta que le regalaron porque ella quería otra.

“Yo pedí una vez una bicicleta Mountain Bike y Santa me trajo una BMX y a mi hermano le trajo la Mountain Bike porque la mía era más cara. ¡Nunca la usé!”, detalló.

A pesar de que recibió la imitación de la muñeca Tiernecita, la seguidora de Primera Hora en Facebook Lirio Blanco se conformaba y “la cuidaba como a una verdadera bebé”. “Aunque después, cuando mis vecinas llegaban a casa de mi mamá con las verdaderas Tiernecitas, miraba la mía y me frustraba”, reconoció.

Para la muñeca Mantecadito no hay edad. Al menos eso le parece a Yary Salgado, que se volvió loca cuando vio que todavía existían. “Grité y todo”, escribió.

Y, al igual que las muñecas que parecen bebés, las Barbie (que de reales nada) forman parte de la añoranza.

Verónica Martínez Acevedo no obtuvo la Barbie secretaria porque en su casa eran tan pobres, así que era feliz con cualquier regalo. Claro, ella todavía recuerda hasta la ropa que tenía ese modelo de muñeca.

A pesar de que es larga la lista de las frustraciones por los antojos no satisfechos, también hay personas que en su niñez se conformaban con que hubiese algo debajo del árbol, como Giselle Vargas.

“Siempre el Niñito Jesús me trajo algo. Nunca pedí nada, me enseñaron que eran tantos niñitos en el mundo...”, escribió.