Entre los miles de niños que fueron a buscar ayer el juguete que los Tres Reyes Magos le trajeron desde el Medio Oriente -como parte de las festividades organizadas por La Fortaleza- estaba Omar, un pequeñito de seis años que, sin saberlo, dio una gran lección del verdadero significado de esta celebración.

Allí, entre el gentío estaba el chiquitín. Miraba ilusionado el carrito de control remoto que le obsequiaron. 

Cuéntanos, ¿qué te regalaron los Reyes”, le preguntamos. “Los Reyes no me dejaron nada en mi casa, pero aquí sí”, respondió sonriendo  y dejando en evidencia la realidad de muchos niños en el País que viven en extrema pobreza y ayer despertaron sin un regalito al lado de la caja llena de yerba que le dejaron a los camellos. 

El rostro de Omar, aquella mirada inocente, reflejaba la gratitud de haber recibido un regalo inesperado.

Luego, su padre de crianza relataría a Primera Hora que llegó desde las 6:30 a.m.  a la plaza pública para ver cumplido el sueño de Omar y sus otros hermanitos. Todos tenían el mismo semblante de felicidad y agradecimiento.

“Mi vida son estos niños. Y yo sabía que esto los haría feliz”, dijo su tutor, Natividad Trujillo, quien labora en un cementerio municipal.

Minutos antes la Primera Dama, Beatriz Areizaga, conversaba con el público sobre la importancia del evento que durante varias semanas organizó y bautizó con el lema “Nos une la tradición”.

Sin saberlo, su mensaje se vio reflejado en la experiencia de Omar.

“Estoy bien contenta porque todo ha quedado bien bonito. Y quiero recordar que más que los regalos aquí lo más importante es fomentar la tradición a nuestros niños, crear memorias y la importancia de compartir en familia”,  expresó  al tiempo que otorgaba a unas niñas unas raquetas autografiadas por la campeona olímpica Mónica Puig.