Hace poco más de 20 años, cuando estaba a punto de caer en prisión por delitos relacionados al tráfico de drogas, Vanessa Rodríguez obtuvo de un juez la orden de que debía tomar clases y prepararse para aportar a la sociedad, en vez de quitarle. 

Para Rodríguez, quien vivía con su hijo en el residencial Luis Lloréns Torres, fue una obligación que a la larga se convirtió en una oportunidad para lograr una ocupación y establecer su negocio.

Tras aprovechar las oportunidades que ofrece la Administración de Vivienda Pública (AVP) en los residenciales, ahora es la propietaria de “Acrílicas by Vanessa”, un negocio ubicado en la avenida Eduardo Conde, en San Juan, donde emplea a otras cuatro féminas. 

Como parte de su evolución como técnica de uñas y empresaria, hace dos meses pudo alquilar su propio apartamento.

Vanessa fue una de las 115 mujeres habitantes de 62 residenciales de toda la Isla reconocidas hoy, martes, por la AVP por haber completado talleres empresariales y encaminarse a una independencia económica que les permita adquirir un hogar por su cuenta. 

En una ceremonia realizada en el Centro Criollo de Ciencias y Tecnología del Caribe (C3tec) , en Caguas, las mujeres escucharon palabras de motivación del administrador de Vivienda Pública, Gabriel López Arrieta; el alcalde cagüeño, William Miranda Torres; el presidente de la Cámara de Representantes, Jaime Perelló, y del secretario de la Vivienda, Alberto Lastra.

El objetivo de los talleres de microempresarismo que tradicionalmente se ofrecen en los residenciales es empoderar a las féminas para que establezcan un negocio que les permita migrar fuera de los apartamentos subsidiados por el gobierno, destacó López Arrieta.

“Con estos cursos, comenzamos a cambiar la perspectiva del empleado a la del empleador”, expresó el administrador.

“Son tiempos complicados los que vivimos, pero son momentos de oportunidad de que podamos ver que no necesariamente vamos a culminar una carrera universitaria o estudio técnico con un trabajo esperándonos. Debe haber un poco más y ese sentimiento de emprender ustedes lo hacen realidad”, sostuvo ante mujeres que ya han desarrollado microempresas que van desde la confección de bizcochos y repostería hasta la creación de artesanías que se exhiben en escritorios de congresistas estadounidenses en Washington D.C. 

Este último es el caso de Concepción Ortiz, de 65 años, quien es también residente de Lloréns Torres desde hace unos 43 años y que se ha dedicado a crear esculturas en barro, cristal fundido, repujado y mosaicos.

“Conchi”, como se hace llamar, cuenta con un taller cerca de la sede de la AVP. Además, exhibe sus piezas en convenciones en hoteles de la Isla y en eventos fuera de Puerto Rico.

“Les hago trabajos a los congresistas. Ellos me llaman, me ordenan lo que quieren. Tengo también coleccionistas de Quijotes que vienen cada seis meses a ver qué yo tengo nuevo para llevárselo”, contó orgullosa sobre el crecimiento del negocio que le ha permitido obtener parte importante de su sustento.

Conchi aspira a poder comprarse su propia casa, pero también desea adiestrar a otras mujeres de su comunidad “para que en el momento en que yo no esté puedan continuar este arte y llevarlo adelante”.

Vanessa, la dueña de “Acrílicas by Vanessa”, por su parte, también tiene grandes ambiciones para su proyecto y para su vida. Espera poder establecer una franquicia que incluya los servicios de estética que recién ha comenzado a ofrecer en el local de la avenida Eduardo Conde y, más adelante, también hacerse de una casa propia.

“Hay muchas personas que quieren echar hacia adelante y no se les da la oportunidad simplemente porque viven en un residencial público”, acotó al reseñar el éxito de otras de sus vecinas y mujeres que estuvieron en su posición. 

“Yo decidí que conmigo no iba a ser así, porque como muchas, tengo el talento, tengo el potencial y tengo la capacidad. Tenemos la capacidad”, puntualizó.