El privilegio de abrir un texto que cuente la vida de puertorriqueños y puertorriqueñas que a principios del siglo pasado se embarcaron rumbo a Nueva York esperanzados en encontrar bienestar económico es tener la oportunidad de recibir el regalo de la historia.

Bernardo Vega (1885-1965), un tabaquero cayeyano ilustrado que emigró a Estados Unidos en el 1916, tuvo “visión de futuro” y escribió un manuscrito de casi 800 páginas que detalló la formación y el desarrollo de la comunidad puertorriqueña en la Gran Manzana, a donde aún hoy, además de otros estados, sigue emigrando la gente de la Isla. El manuscrito se convirtió posteriormente en Las Memorias de Bernardo Vega, publicadas en el 1977 y editadas por César Andreu Iglesias, consideradas hoy un texto valioso por documentar la historia y presencia de esta diáspora.

Para la doctora puertorriqueña Carmen Ana Pont, emigrante y especialista en Literatura Francesa, en Estudios Hispánicos y Latinoamericanos, el manuscrito “me devuelve mi historia. Me dice que yo soy parte de un flujo de puertorriqueños que sigue en este vaivén, los que van y vienen”.

Pont visitó la Isla esta semana para dictar la conferencia De la Vega al farallón: viaje al manuscrito de Las Memorias de Bernardo Vega en la Universidad de Puerto Rico (UPR), Recinto de Río Piedras, para hablar sobre las diferencias entre el manuscrito y las memorias, que estudió desde el punto de vista de una especialista en autobiografías y memorias, luego de que este fuera donado al Centro de Investigaciones Históricas de la UPR.

La travesía de Vega, cuenta Pont, inició a bordo del famoso barco Coamo que viajaba entre Puerto Rico y Nueva York y en donde los pasajeros estaban divididos por clases sociales. “En la primera clase están los estudiantes, hombres de negocios y familias pudientes, y en la segunda clase los tabaqueros y sus familias… Salen del barco, las dos clases, y se montan en un (barco de) vapor, y por esa media hora estas clases se mezclan, y ahí está la ilusión de Estados Unidos, de la Estatua de la Libertad… Iban y venían… a buscar bienestar económico, eso está bien claro en las Memorias”, mencionó.

“Cada cual venía en el Coamo con su idea de lo que iba a encontrar en Nueva York… en muchos casos con pajaritos en el aire… y toda la cuestión se transforma en un espejismo… y se dan cuenta que la cosa no era como se imaginaban porque habían dificultades y gente compitiendo con otros grupos de inmigrantes para tener los mismos trabajos, por ejemplo, se destacan los problemas con la comunidad judía y la irlandesa”, añadió.

¿Qué se aprende de Bernardo Vega?

Diría que es un espejo porque hubo muchos infortunios en Estados Unidos y siguen ahí.

Asimismo, Pont dijo que la lectura sobre Vega revela la historia de un hombre generoso porque puso a la comunidad puertorriqueña antes de a sí mismo, al dedicar su vida a mejorar las condiciones de trabajo y vida de sus compatriotas en Nueva York. También se destaca por su espíritu aventurero, así como por haber puesto a un lado el orgullo cuando le tocaba sobrevivir en aquel mundo competitivo, por ejemplo, trabajando en un cabaret. “Cuando uno está en una sociedad a la cual realmente no pertenece, tiene que dejar el orgullo a un lado, tiene que dejarlo”, indicó a Primera Hora.

Pero demostró que el trabajo manual e intelectual “se combina, que no hay que dividirlo, que un taller de tabaqueros puede ser una universidad”, porque el manuscrito relata que los trabajadores le pagaban a un lector para que mientras enrolaban cigarros les leyera las noticias, los textos clásicos de literatura, entre otros, destacó.

Vega también escribió en sus páginas sobre las vidas de próceres hispanos como José Martí y Eugenio María de Hostos y fue a través de sindicatos y organizaciones comunitarias que promovió el bienestar económico, político y social de los trabajadores hispanos en Nueva York.

Para más información sobre el tema, puede llamar al 787-764-0000, extensión 3748 o escribir al cih.uprrp@upr.edu.