Toa Alta. Aunque no se ha decretado un racionamiento en el servicio de agua potable, es claro que los niveles en los embalses están descendiendo a velocidad acelerada.

Una mirada al Lago La Plata, con las marcas de los distintos niveles y el suelo agrietado, es sencillamente sorprendente.

Ante ese panorama ya son muchas las personas que han comenzado a prepararse para no quedarse a secas en sus casas.

Julio García, dueño de la panadería El bizcocho de Titi, tomó la precaución de limpiar su cisterna de 800 galones y la revisa todo el tiempo para asegurarse de que no se quedará sin agua potable.

“Obligado que hay que tener cisterna aquí en caso de que se vaya el agua, si no ¿cómo voy a cocinar? Además yo tengo que asegurarme de tener una buena higiene, con eso no se juega y es importantísimo para el negocio”, afirmó.

Dijo que además ha aumentado la compra de galones de agua embotellada para asegurarse de que hay agua limpia para todo el funcionamiento de su panadería.

García, quien ha residido casi toda su vida en este municipio, aseguró que los niveles de La Plata han bajado tanto que hace meses no ha podido tirar su embarcación.

“Da pena cómo está eso. Ya no hay casi agua. Ahora, ¡hasta los carros se pueden meter a unas zonas donde antes no se podía por el agua!”, indicó.

Precisamente, el cambio que ha visto este negociante es tan dramático que él es uno de los que opina que aunque un racionamiento no es bueno, peor es quedarse sin nada de agua y, por lo tanto, se debió decretar unos cortes de servicio desde hace tiempo.

“Mira si la cosa está mala que por aquí viene la gente y de lo que hablan es de que están locos de que venga la onda (tropical) esa de la que se habla (con posible desarrollo para el fin de semana). ¿Cuándo en la vida pasaba eso antes? Nunca. Está todo el mundo ansioso por que llueva”, afirmó mientras servía café.

María Collazo, quien trabaja en un comedor escolar de este municipio, dijo que este viernes reinicia sus labores allí y aún no sabe qué medidas tomarán para servir comida a los niños, ya que ante esta sequía no se suministran alimentos enlatados de la misma manera que cuando se va el agua por el azote de un huracán.

“No sé qué van a hacer si llega el agua igual de oscura que en las casas (por la presencia de manganeso), porque en las escuelas no hay filtros. No sé cómo se irá a cocinar o qué previsiones se van a tomar”, indicó.

Mientras tanto, en su casa, Collazo también tiene una cisterna pero está comprando agua embotellada porque el filtro integrado a su nevera, que es de donde se suple para hidratarse, se tapó con todo el material residual que está llegando a través de las tuberías.

“Yo la usaba filtrada de la nevera para cocinar, pero ya ni eso puedo porque hasta ese filtro se tapó”, dijo resignada.

Samuel González, un chofer de Bayamón que se dedica a excursiones y estaba de paseo con varias familias en las inmediaciones del Lago la Plata, observaba las marcas de agua, como cicatrices en la tierra, y negaba con la cabeza el panorama.

“Hacía tiempo que no venía para acá y me he quedado sorprendido”, afirmó.

En su casa ha comenzado a llenar varias pipas y después de lo que vio intentará llenar otras más.

Inevitablemente tendrá que comprar agua embotellada también, dijo.

Magaldy Ramos, un vecino del municipio que trabaja dando seguridad privada, es de los que está rogando por que venga un diluvio.

“Todo el mundo se afecta con esto. Yo tengo una cisterna pero y también estoy comprando agua embotellá porque no hay más ná’” , aseguró.

Las medidas que tomó la familia de Javier Maldonado son un poco más drásticas: “tengo ocho zafacones llenos hasta arriba, y de las botellas de jugo, de las grandotas, tenemos como 40 llenas para los baños y por si acaso. Empezamos antes de que se pusiera brown. Ahora ya casi no estamos recogiendo más porque sale muy oscura. Yo espero que si hay racionamiento, con eso dé”, manifestó al tiempo en que elegía su cuadro para las carreras de caballos.

William Meléndez, empleado de un negocio de bebidas, auguró que esta misma semana terminarán decretando el racionamiento debido a la falta de lluvia y lamentó que no le diera tiempo de llenar su piscina con agua limpia como hacía en otras ocasiones para poder resolver.

“En verdad esto está malo. Ya tienen que dar una voz de alerta. Yo lo que hago es que tengo una cisterna pero esta vez no pude llenar la piscina... Y si se me acaba la de la cisterna pues será ir a un manantial que hay cerca de mi casa en el mismo residencial Las Piñas. Cuando (pasó el huracán) Hugo nos quedamos sin agua pero íbamos allí y siempre había agua en ese manantial”, recordó.

Lourdes Rivera, una ama de casa, dijo que ha cambiado la rutina y de tres días en los que lavaba ropa, ahora lo hace un día.

Ha optado por olvidarse del sucio que tiene su carro y hace algunas semanas dejó de lavarlo, además ha llenado un dron... aunque esto último no fue tan fácil que digamos.

“Me tuve que levantar a las 3:00 de la mañana porque a esa hora estaba saliendo el agua clarita. Y a esa hora me puse a recoger para tratar de tener el agua lo más limpia posible”, indicó.

Rivera también dijo que ya prevé que cocinará menos y comenzará a usar platos y cubiertos desechables.

Tanto le preocupa la situación que recientemente se atrevió ir a la casa de un vecino suyo, cuyo hijo llenaba y vaciaba una piscina con demasiada frecuencia.

“Tuve que ir a hablar con él, porque con lo que estamos pasando no es para estar botando el agua de esa manera, era demasiado. Yo ahora lo que espero es que Papito Dios nos mande mucha agua porque la necesitamos”, destacó.