Puerto Rico se encuentra localizado en una zona sísmicamente activa y rodeado de placas tectónicas en continuo movimiento. Hace 92 años que se registró un movimiento telúrico de mayor proporción. Se trató del terremoto San Fermín, de magnitud 7.3 en la escala Richter.

No cabe duda de que la Isla está vulnerable a sufrir un terremoto de grandes proporciones en cualquier momento. Durante este mes de noviembre esos temores han parecido dispararse entre la población, pues prácticamente a diario se han reportado movimientos en la zona del Caribe y muchos en Puerto Rico.

En noviembre se han sentido nueve temblores, de un total de 53 en lo que va del año. Al 1 de octubre de este año, se han reportado 1,410 eventos de sismicidad, indicó a Primera Hora la geóloga de la Red Sísmica, Lillian Soto.

Y, ¿a qué se debe el incremento de movimientos sísmicos en noviembre?

Soto explicó que durante este mes se registró un enjambre sísmico, que no es otra cosa que una serie de actividad microsísmica donde ocurren muchos temblores, de una magnitud similar y en una misma zona. Estos eventos se pueden producir por días o semanas. En el caso de Puerto Rico, se han tratado de movimientos entre los 2.5 y 3 grados de magnitud en la escala Richter.

La experta señaló que el enjambre se registró en la zona de falla de los 19°N. “Este tipo de fenómeno son procesos que se dan a través del año”, dijo Soto al señalar que se desconocen las causas para este fenómeno, a pesar de que se han estudiado y continúan estudiando.

Periodos similares se presentan cuando ocurre un terremoto grande, como el registrado a inicio del año en Haití que desencadenó una serie de movimientos sísmicos. “Puerto Rico es una isla bordeada de rasgos tectónicos capaces de generar terremotos, áreas de sismicidad que tienen ese potencial”, enfatizó.

La actividad sísmica de la Isla se concentra en ocho zonas: la trinchera de Puerto Rico, las fallas de la pendiente norte y sur, la Zona del Sombrero al noreste, el Cañón de la Mona al oeste, el Pasaje de la Mona, las depresiones de Islas Vírgenes y Anegada al este, la depresión de Muertos al sur y otra al suroeste.

“Es una zona de deformación donde vas a tener un sinnúmero de fallas, pliegues en proceso de interacción y, además de todo esto, tenemos dos fallas que atraviesan la Isla, y las zonas sísmicas activas en el área de la República Dominicana, así que realmente estamos bordeados”, mencionó la geóloga.

Tanto La Española como las Islas Vírgenes tienen el potencial de generar eventos de una magnitud tal que pueden llegarse a sentir en Puerto Rico y que pueden llegar a ser tsunamigénicos, o sea, capaces de generar un tsunami.

En caso de tsunami, en Puerto Rico, al tratarse de una isla, los riesgos tienden a ser mayores, especialmente en aquellos pueblos costeros, no sólo por el impacto directo de las olas que podrían recibir, sino también porque en las costas las estructuras están cimentadas sobre arena o rellenos que no hace más que ampliar el impacto de las vibraciones sísmicas.

Mantenerse atentos

Soto exhortó a la ciudadanía a aprovechar el momento para educarse y tener el día su plan de seguridad ante la posibilidad de cualquier eventualidad.

Destacó una vez más lo vulnerable que está el país a un terremoto ante su ubicación en el Caribe. “Estamos en un periodo de recurrencia. Por eso es importante recalcar la educación. No sabemos cuándo va a ocurrir un terremoto, pero sí sabemos que entramos en ese periodo de una magnitud mayor de 7.5 grados”, indicó en relación con que ya han pasado 92 años de un sismo fuerte, lo que nos hace más propensos a enfrentar uno.

Es momento de que la ciudadanía se preocupe y ocupe de educarse, asegurar sus estructuras y de la necesidad de establecer un plan de seguridad. “Estamos teniendo una oportunidad de oro para ir preparándonos sobre qué puedo hacer yo durante un terremoto”, afirmó tras destacar los tres pasos críticos al momento de un sismo: agacharse, cubrirse y sostenerse.