Mayagüez. – Mientras los vientos del huracán María se sentían a gran intensidad, familias con menores de edad y adultos mayores llegaban a refugiarse en el Palacio de Recreación y Deportes huyendo del agua que les inundaba los hogares por el desbordamiento de los ríos Guanajibo y Yagüez.

No tuvieron tiempo para pensar más allá de tomar de la mano a sus seres queridos y alguna que otra pertenencia y se lanzaron a retar el viento. Llegaban en sus propios vehículos o caminando.

Rhaisa Lorenzo reside en Guanajibo Homes. Compró su casa hace poco menos de un año, consciente de que es zona inundable por la cercanía al mar. Fue por ello que, con anterioridad, preparó a su esposo, Jesús Jiménez, y a su bebé, de tres meses, Nicolás, para pasar la emergencia en la casa de su madre en el barrio Balboa.

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“El río se desbordó y el agua llegó hasta la casa”, contó la mujer, de 33 años, quien advirtió que aunque hay zonas en el barrio donde comúnmente se inunda, “nunca había llegado hasta donde nosotros”.

“Yo fui la que actué”, compartió Lorenzo cuando la angustia ya no se le reflejaba en el rostro y se sumaba a los más de 700 refugiados en el coliseo deportivo. “Monté al bebé, cogí las primeras cosas que había guardado y me vine para acá”.

“Uno se siente impotente, porque no los puedes controlar”, continuó. “Pusieron un dique y aquello parecía una catarata”.

El río Yagüez igualmente entró a los hogares de los residentes del barrio París, según se pudo apreciar desde la parte posterior del Palacio, por donde también las personas se acercaban buscando albergue en medio del huracán.

Ya los accesos al refugio estaban prácticamente cerrados por inundaciones, árboles caídos y postes del tendido eléctrico.

El matrimonio compuesto Miguel Pagán y Evelina Olmo, y la mascota de ambos, Snogo, logró ser rescatado por la Policía luego de que el techo de madera y zinc en su hogar voló completo. Ellos se resguardaban en un cuarto en cemento, y no escucharon los gritos de un vecino que les alertaba de lo ocurrido.

“Estaba todo lo más bien, pero empezó el viento y un poco más y un poco más, hasta que se se llevó el zinc. Lo dejó en un esqueleto”, compartió Pagán, al tiempo que aseguró que no tenía conocimiento de que se había habilitado el Palacio para recibir refugiados.

“No sabía nada de esto”, dijo. “El alcalde de aquí se perdió”, agregó el mayagüezano, padre de tres hijos, y su esposa, de uno. Todos se encuentran fuera de Puerto Rico.