El trabajo de un detective al que se le contrata para que compruebe las sospechas de que una persona le es infiel a su pareja sufre unas modificaciones cuando se trata de infidelidad cibernética, ya que conlleva la utilización de unos artefactos de espionaje electrónico que hacen el servicio más costoso.

“Toda comunicación a través de una computadora o un teléfono inteligente deja un rastro enorme. Mi teléfono es sencillo. Todos los demás dejan unos rastros terrible. La gente lo usa no solo para pasar información escrita, hay mucha fotografía”, explicó el director de una compañía de seguridad en investigaciones que prefirió no identificarse.

“Son cosas que quizás no se atreven hacer de frente uno al otro. Lo hacen a través de la computadora, dejan ver sus partes y hacen juegos eróticos a través de los vídeos”, recalcó.

“El que piensa que esto es secreto va a tener decepciones. No lo es. En las redes sociales podemos encontrar todos los textos, las fotos que se enviaron, los lugares en que estaban y hay muchas cosas que no se borran”, apuntó.

El detective Fernando Fernández, de Covert Intelligence, quien no tuvo reparos para que fuese identificado públicamente, indicó que existen programas que se conectan a las computadoras o celulares de la persona a ser investigada.

“Mi cliente, que lleva cinco o seis años de casado, me llama y me dice: ‘Mira, es que la mujer mía conoció a alguien’. Por ahí empezamos a investigar y resultó que era el amor de escuela superior”, relató.

¿Cómo se dio cuenta?

Como la computadora era mancomunada, le instalamos un key-logger, que captura todo lo que tu tipeas, los passwords, los users y las conversaciones, los chateos. Pudimos ver todo lo que estaba haciendo. Se había encontrado con un noviecito.

Fernández indicó que, para llevar una bitácora de los “cuernos”, existen los programas Mobile Spy y FlexiSpy. Este último es carísimo.

“Todo lo que la persona escriba en mensajes de textos de Facebook o WhatsApp los captura y los guarda. Lo puedes acceder por remoto a través de la Internet”, ilustró.

“Yo sospecho que tú me eres infiel, empiezo a ver lo que estás haciendo. Puedo llamar a tu teléfono mediante esa aplicación y me permite escuchar la conversación a tu alrededor. Estás en el carro con tu chillo: llamo y escucho. Además, accedo a la posición donde está el celular. El FlexiSpy tiene otro feature, que llamas a otro teléfono y el micrófono se abre”, explicó.

Fernández comentó que tuvo un cliente que se acostaba a dormir con su pareja, pero esta se levantaba de madrugada y se conectaba.

“Me llama y me dice: ‘Mira, yo estoy viendo que mi mujer, la última vez que estuvo conectá fue a las 4:00 de la mañana. ¿Qué hace ella levantada?’. Ahí entra la sospecha”, relató.

Lo primero que hizo el detective fue preguntar a quién pertenece el celular y quién lo paga. Si constituye parte de los gastos comunes del matrimonio, puede intervenirlo, pero si pertenece a la mujer no podría hacerlo. En ese caso, explica al cliente cómo instalar el programa.

“Él me trae el teléfono cuando ella está durmiendo. Lo que hacemos es montarle un software al teléfono o buscar lo que se había borrado. Tengo que tener el teléfono por entre menos cinco minutos y una hora. Cuando me trae el teléfono, WhatsApp tiene algo, hace un back-up de todas las conversaciones a las 4:00 de la mañana. Podemos restaurar los mensajes que hubo al último día, a las 4:00 de la mañana. Tú lo puedes borrar, pero el back-up se guarda”, explicó.

Cuando recuperaron la información, los mensajes eran de expresiones como: “Mi amor, ¿cómo estás? Te extraño”. Ahí el cliente se dio cuenta que su mujer tenía una relación con alguien.

“Habían fotos de ella posándole, sexting, enseñándole los pechos. Empiezas la investigación y terminas siguiendo a la persona”, señaló.

Fernández relató que en una ocasión tuvo que viajar.

“Nos enteramos por mensajes que iba para Jamaica. El cliente me mandó... ¿Que más tu quieres si ya sabes que te está siendo infiel? ¿La gente quiere más. Son gente que tienen chavos”, acotó.

Las parejas, según el detective, terminan divorciándose en la mayoría de los casos, pero ha tenido casos en que han seguido.

“Yo tuve una clienta que se gastó como $10 mil en un mes, y se quedó con él”, afirmó.

En otra ocasión, un cliente lo llamó desde Santa Cruz, para decirle que su mujer tenía un affair con un tipo que conoció en Facebook y se iba de viaje a Puerto Rico y quería que la siguiera.

Al preguntarle cómo lo sabía, le contestó: “'Porque tengo acceso a la computadora”.

“Esa muchacha llegó, se montó en el carro del tipo como si lo conociera de siglos y se fueron a un motel en Caguas, directo. Ni la llevó a comer. Yo me quedé bruto. Le informé al cliente: Mira, se metieron en el motel el Bambú, en Caguas. Yo no entiendo la loquera que le dio a mi mujer. Si nunca lo ha visto”.