Parece un rato de jangueo. Chamacos a mediodía en pantalones cortos, en un lago enclavado entre montañas de múltiples tonos de verde, preparando un bote para lanzarse a disfrutar del agua que, según uno de los participantes, “está bien rica”.

Pero no se trata de un vacilón. Es un grupo de jóvenes que trabaja largas horas -de día, noche o madrugada- en un bote muy particular por varias razones, una de ellas que representa una clase universitaria con tecnología de nivel de maestría y, la otra, que funciona con energía solar.

Ah, y es un bote que casi casi vuela.

El grupo está compuesto por unos 21 estudiantes de cuatro concentraciones diferentes de ingeniería -eléctrica, civil, mecánica, e industrial-  del Recinto de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico (UPR-RUM) que laboran afanosamente para tener listo un bote de 500 libras, de 16 pies de largo y 1 pie y medio de ancho, con capacidad para viajar hasta a una velocidad de 30 millas por hora.

El objetivo es participar de la competencia Solar Splash, que se celebrará entre el 10 al 14 de junio próximo en Dayton, Ohio, explicó el capitán del grupo, Alexander Santos, estudiante de 24 años y natural de Carolina.

El nombre del grupo es Boricua Sun. “Es por nuestro orgullo de nuestra isla, de vivir aquí, de ser estudiantes de la universidad pública, y el Sun, pues, porque se trata de energía solar”, expresó Santos, quien está designado como piloto secundario de la embarcación.


En el Solar Splash competirán 17 universidades -una de Turquía, el RUM por Puerto Rico, y las restantes de Estados Unidos- y se trata de un evento que se celebra hace cerca de 20 años, pero Puerto Rico no participa desde 2006. Anteriormente habían ido en el 1998, explicaron los profesores de ingeniería Erick Aponte y Guillermo Serrano.

La competencia consta de tres eventos: una parte de velocidad en la que gana el más rápido que recorra una distancia de 300 metros, otra de maniobrabilidad, que implica hacer vueltas en forma de 8, y una tercera de eficiencia, o quién puede dar más vueltas en dos horas.

¿Y la parte de volar? El profesor Erick Aponte indicó que se usó tecnología ‘hidrofoil’ o hidroalas que pone el casco del bote “en alas” -como lo llaman los universitarios-, o tres pequeños zancos que, activados por sensores, elevan la pequeña embarcación hasta 1 pie por encima del nivel del agua, haciéndola más rápida porque la nave no pelea con la fricción del agua, y maximizando la energía solar.

“El bote vuela fuera del agua y hace la menor fuerza posible”, dijo Aponte, quien llegó al embarcadero con José Luis Feliciano y Fernando Luis Sánchez, dos de los nueve estudiantes que llegaron al Lago Cerrillos, en Ponce, para continuar los trabajos de preparación del bote.

Con orgullo, el profesor también mostró el controlador automático del bote, una caja en la parte posterior de la nave con diferentes sensores y equipos que, automáticamente, mueve las “alas” para estabilizar el bote mientras esté encima del agua.

“Es la pieza crítica de este sistema que lo mantiene estable en el vuelo”, aseguró Aponte.


Este equipo es el producto del esfuerzo de los estudiantes Rafael Feliciano, de 24 años y vecino de Arecibo, y Rubén Delgado, de 23 años y natural de San Juan.

“Queremos controlar el bote. Cuando lo sacas del agua se pone inestable y para esto es el sistema, hay que controlar el ángulo de las hidroalas”, dijo Delgado.

“Tienes que crear un modelo matemático de todas las fuerzas físicas que actúan en el bote… luego creamos un modelo lo suficientemente robusto”, señaló Feliciano, quien contó que además de trabajar en el proyecto a veces sin dormir, labora a tiempo parcial en una tienda de ropa en un centro comercial y tiene 14 créditos en el RUM.

“Es un proyecto interdisciplinario del que nos sentimos muy orgullosos”, dijo Serrano. “Esto no es una hora al día, nosotros le decimos a los estudiantes que esto es un mínimo de 20 horas a la semana, pero sabemos que van a ser más”, sostuvo Serrano.

“La estructura que se trabajó es un diseño muy similar al ala del bote, esto básicamente es un ala de avión, modelo Eppler 836. Se diseñó para que soportar el peso de las placas”, dijo Sosa, de 21 años.

El otro estudiante que trabajó en las placas solares es uno de los dos más jóvenes del grupo, Emmanuel Robles Rivera, de 19 años y vecino de Fajardo.

“Buscamos que el bote tenga la potencia suficiente para que esté navegando por dos horas”, dijo Robles Rivera.

Además, el estudiante de ingeniería eléctrica también buscó solución al “problema de la sombra” del piloto, distribuyendo la energía entre las dos placas, y atendió la dificultad que puede representar el agua en el bote para lo que diseñó un cajón especial de plástico, sellado parcialmente con silicón, que impediría que se dañen los sensibles equipos electrónicos.

“Debemos asegurarnos que todos los componentes eléctricos estén funcionando, un controlador que coja agua significa que vamos a tener un problema serio en el bote, no tendríamos las dos horas aproximadas que necesitamos que el bote corra”, expresó Robles Rivera.

El proyecto es la culminación de casi dos años de trabajo para miembros del equipo como el excapitán del grupo, Roberto Madera, arecibeño de 21 años.

“Nervioso. Espero que no se vaya a romper nada. Muy satisfecho, más que nada orgulloso que algo que con nosotros comenzamos como un dibujo en un papel, abstracto, ahora es casi un bote que hace lo que hace, volar”, dijo sonriente Madera.

Y las expectativas del joven son que su grupo no solo participe, sino que gane, especialmente por las hidroalas, porque se trata de una tecnología que no tiene ninguna de las otras 17 universidades.

“Nosotros queremos ganar. Hemos estudiado los (ganadores de los) primeros tres lugares de los pasados 5 años y los superamos en todos los aspectos”, afirmó confiado.

Serrano explicó que en el proyecto del bote está terminado en un 90%, y se han invertido unos $20,000, proyecto para el que han recibido el auspicio de varias entidades y grupos, además del apoyo de la administración del Lago Cerrillos.

Faltarían cerca de $15,000 para los gastos de los 15 jóvenes que, de no conseguir los fondos, tendrían que ver si pueden conseguir ellos ese dinero para volar y hospedarse en Idaho, indicó.

“Este proyecto les da la oportunidad a estos estudiantes de poner en práctica lo que aprenden en las clases, de la teoría a la práctica hay un abismo muy grande”, señaló Serrano. “(Para los profesores) es satisfactorio porque nos deja ver que las clases que uno imparte rinden fruto”, añadió.

Para cooperar con estos muchachos, puede hacerlo a través de: Go Fund Me. Si desea más información puede llamar al Departamento de Ingeniería Eléctrica del RUM al 787-832-4040, extensión 6294 o 2717.

También puede cooperar a través de la página del RUM, presionando Competencia Bote Solar en el menú de "Service".