En Puerto Rico son non gratas y hasta las odian. Pero en Ecuador las aman y son parte del patrimonio del país.

Se trata de las iguanas, sí, las iguanas que en la Isla son consideradas una epidemia y que se invierte en aniquilarlas por el costo a la infraestructura que esta especie invasora ocasiona en el país: apagones, carreteras rotas, caos en el aeropuerto, entre muchos otros.

Pero en Guayaquil viven a sus anchas y protegidas. Esta gente supo cómo lidiar con ellas al punto de que las muestran a los turistas como un símbolo de la ciudad.

Es algo así como el coquí, que en Hawái los odian y aquí los amamos y los consideramos parte de nuestra cultura.

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Resulta que, como en Puerto Rico, las iguanas terrestres podían encontrarse hasta en la catedral de Guayaquil en medio de la misa y los compueblanos decidieron comenzar a alimentarlas en un parque que queda en medio de la ciudad. Les tiraban lechugas allí y poco a poco los reptiles fueron acostumbrándose al lugar mientras esperaban que las alimentaran. Así lo solucionaron y actualmente viven en el llamado Parque de las Iguanas más de 300 de estos reptiles en armonía con las personas y una que otra tortuga, palomas y tres ardillas que  se mudaron allí también.

Las iguanas ni se mueven, al final no enfrentan al depredador humano como en Puerto Rico. Son relax y toman el sol a sus anchas. Se dejan retratar por los turistas y en ocasiones hasta posan al lente.

Las de las islas Galápagos ni se diga. Esas son prietas y acuáticas. Y la gente ni las puede tocar, alimentar, ni molestar. Allí son parte del ecosistema, muy protegido por el bien de toda la humanidad.