Los exsecretarios de Educación Rafael Cartagena y Rafael Aragunde, coincidieron en que las escuelas públicas debieron permanecer abiertas luego del paso del huracán María para que la comunidad participará en los esfuerzos de recuperación.

“Hubiese sido una experiencia muy formadora, muy educativa. Se tiene que trascender el concepto de que la educación sea en el salón de clases y esta experiencia con María hubiese provisto un escenario en el que tanto estudiantes, maestros, como miembros de la comunidad se hubiesen realmente educado quizás de una forma más efectiva…”, sostuvo el doctor Aragunde.

Ambos especialistas participaron hoy del conversatorio “Educación y Sociedad”, en la Universidad del Turabo, como parte del ciclo de conferencias titulado: “Oportunidades en la recuperación y la reconstrucción”. Al foro se unieron: Larry Alicea, presidente del Colegio de Profesionales de Trabajo Social de Puerto Rico, y la doctora Silma Quiñones, profesora de la Escuela de Ciencias y Comunicaciones del Turabo.

Precisamente hablando del impacto de María en el diario vivir, el doctor Cartagena sostuvo que ante la dramática realidad de que “unas 220,000 personas están viajando a la Florida”, hay que repensar la “idea de que tiene que haber una escuela en cada esquina para atender a cuatro estudiantes. Vamos a tener que pensar de verdad dónde ponemos nuestros recursos a nivel de maestros, etcétera… Va a haber que relocalizar gente… espacios físicos… y la manera de funcionar”, aceptó.

Aragunde, que tituló su charla “Nuestra continua minoría de edad”, al mencionar también la baja de estudiantes, agregó que hay que asegurar que en los planteles “haya una sensibilidad por las dinámicas que se están dando dentro de esas comunidades”.

“La escuela tiene que tener una relación concreta material inmediata con el contexto en el que está enclavada. Si no la tiene está mirando hacia donde no debería estar mirando”, advirtió.

Por eso, Cartagena urgió retomar la “escuela individual” donde se toman decisiones que son pertinentes a ese plantel, convirtiéndose “en un centro de pensamientos e ideas para la comunidad, uno de distribución de recursos materiales, y de ayuda social, psicológica y de servicios”.

Aragunde, al coincidir con Cartagena, describió lo anterior como “escuela diferenciada”, donde se reconozcan precisamente “las diferencias que hoy caracterizan a los estudiantes. No tenemos la población homogénea de antes (cuando) la educación en Puerto Rico se organizó…para acabar con la falta de literacia en los campos...”.

Aceptó que ahora, tanto en las escuelas públicas como en las privadas hay que “manejar concepciones diferenciadas que te permitan hacerle justicia a la variedad extensísima de sensibilidad que uno se encuentra”.

Cartagena agregó, por su parte, que “en ese sentido hay un deber en proporcionarle al pobre variedad”.

El profesor de la Universidad del Turabo, al mencionar que “hay diferentes maneras de aprender”, indicó que los padres que tienen los medios escogen dónde estudiarán sus hijos, “pero el pobre no ha tenido esa oportunidad, de manera que tenemos que ver cómo diferenciamos el menú que estamos ofreciendo a nuestros estudiantes más pobres”.

En cuanto a las múltiples reformas educativas que se hacen a cada rato, ambos coincidieron en que fracasan porque dejan a un lado al educador. “Tienen que involucrar a los maestros absolutamente… Son a los que hay que preguntarles. Hay que formarlos, reformarlos, hay que cambiar la certificación de maestros para que tengan una recertificacion como cualquier profesional”, dijo Cartagena al ejemplificar las clases continuas que toman dos o cada tres años muchos otros profesionales.

Los panelistas también conversaron sobre la educación universitaria y el reto que enfrentan.

Aragunde recomendó “una conversación entre el liderato educativo universitario porque aquí sobran las universidades. Hay muchísimos menos estudiantes y esto amerita una reestructuración. No todas las universidades van a continuar ofreciendo todos los títulos, todas las especialidades o todas las concentraciones… y se nos está haciendo tarde”, confesó al agregar que parece que “el liderato educativo del país no es consciente de la precariedad que se avecina. Económicamente ya no es viable el tener universidades en cada esquina”, acotó.

Cartagena agregó que tampoco se puede perder de perspectiva que la población que se queda “será más vieja y empobrecida, que también tiene necesidades educativas pero de otra índole: programas más cortos… La comercialización de la universidad se va a tener que terminar… No hay cama pa’ tanta gente”, advirtió.