Camuy. Sus testimonios le dieron la vuelta al mundo. Sus palabras, para muchos sanadoras, eran un recogido de sus experiencias de una vida inmersa en el Evangelio.

Ayer, sin embargo, la muerte del pastor José Joaquín Ávila Portalatín, mejor conocido como “Yiye” Ávila, estremeció, no tan solo al sector religioso de la población, sino que sacudió el alma de un país entero.

Durante la mañana de ayer, viernes, salió a relucir la desventurada noticia de que Yiye Ávila había fallecido a sus 87 años, en su residencia en pleno casco urbano del pueblo de Camuy, debido a un infarto.

Postrado en cama, Ávila Portalatín se encontraba acompañado por su esposa, Carmen Talavera, su hija Doris Ávila, y su amigo fiel, Tommy Figueroa Encarnación, mientras le aquejaba un fuerte dolor de pecho.

Figueroa Encarnación, quien ahora es el presidente del ministerio Cristo Viene, que dirigía Ávila Portalatín, describió los últimos minutos de vida del aclamado evangelista.

“Se quejaba de dolor en el pecho... Hicimos lo que él nos ha enseñado toda la vida y nos hincamos y nos tomamos las manos y comenzamos a orar con él”, recordó.

Continuó diciendo que “en ese momento de oración, nos miró (pausa)... nos tomó las manos y se fue a descansar a los brazos del Señor”.

“Estuvimos como 15 o 20 minutos con él, allí, orando”, contó sobre el triste episodio.

“En este día (ayer), Dios determinó llevarlo ante su presencia, y aunque hay tristeza, nos queda la satisfacción y la alegría de haber trabajado con él y de aprender de lo mucho que Dios le dio a este hombre”, agregó.

Señaló, además, que hace cuatro años Ávila Portalatín había sufrido un derrame cerebral, lo que le causó problemas del habla al evangelista, por lo que no pudo seguir llevando la Palabra. Fuera de esto, dijo, el pastor era un hombre “saludable, vegetariano y que hacía sus ejercicios a diario”.

Fue el doctor Luis Paz, quien hacía las visitas rutinarias para verificar el estado de salud del ministro, el que certificó su muerte a eso de las 8:30 de la mañana.

José Joaquín Ávila, nombre de pila del predicador, llevaba 53 años sirviendo al Ministerio Cristo Viene.

Familia prefiere el silencio

La casa donde vivía Ávila Portalatín junto a su familia, en el casco urbano, permanecía cerrada ayer, y los familiares que llegaban hasta allí no quisieron reaccionar ante la lamentable noticia, salvo una de sus primas, que lo describió como una persona maravillosa.

“Fue una persona amable, simpática, muy cariñosa y muy caritativo. Donde estaba la pena y el dolor, él llegaba. Era un esposo maravilloso, buen padre y tremendo hijo”, dijo doña Ana López Ávila.

Las honras fúnebres se llevaron a cabo en la Iglesia de Dios Pentecostal M.I. de Camuy. Los restos de Ávila Portalatín serán trasladados el domingo al cementerio Remanso de Paz en el mencionado municipio, donde se le dará cristiana sepultura.